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Por Federico Capobianco
Rodrigo Jorquera vino a Argentina a estudiar, sin guitarra y sin canciones. Había tenido en su Chile natal una incursión en el punk rock pero acá lo trajo otra cosa –hoy es Terapista Ocupacional-; aterrizó en un hostel en La Boca y con una guitarra y nuevos amigos empezó a hacer canciones.
Así, Rodrigo Jorquera empezó a hacer Trostrigo y el nombre también viene de Chile. Rodrigo cuenta que uno de los alumnos del colegio especial que quedaba al lado de su secundario, cuando a la tarde se quedaban haciendo amistades, tenía dificultades en la pronunciación de su nombre, rebautizándolo Trostrigo.
Desde sus primeras composiciones nunca se encasilló en ningún género. Melodías pop, folk, trovas, reggaes, riffs que con distorsión podrían ser un heavy metal, entre decenas de mezclas diferentes, se pueden escuchar en los seis discos con los que cuenta en la actualidad. Los géneros quitan libertad, dice.
“Somos tsunami al glaciar de tu gobierno”; “vamos por el campo, de nuestros abuelos”; “normal el cagarme en toda la policía”; podemos elegir frases sueltas de varias canciones de todos sus discos y armar la lista de sensaciones que cualquier joven con capacidad de conmoverse, aunque sea lo mínimo, supo sentir a la hora de intentar romper al menos un poco de la realidad que le toca.
En una actualidad repleta de ruido y electricidad, Trostrigo se desenchufa, agarra su guitarra acústica y desenchufa a los demás. En esta entrevista se lo presentamos para que lo conozcan, como lo conocimos nosotros, escuchando la música que borra cualquier límite, hasta el de la Cordillera.
Desde tus inicios en el punk rock a hoy, ¿Cuál fue la motivación principal que te llevó a hacer música?
La capacidad del sonido de transformar componentes físicos, estados de ánimo e incluso vidas enteras. Siento que la música me salvó la vida.
Viniste a estudiar a Buenos Aires en el 2007. Si acá en Argentina creemos que para un estudiante es duro el cambio que significa pasar del interior a la Capital, ¿cómo es venir de otro país? ¿Cuánto te costó adaptarte y cuánto influyó eso a iniciarte como músico?
No me costó adaptarme porque ya había salido de casa en Chile para estudiar en otra región allá. Allá me costó más, vine a Argentina teniendo ya elaborado eso de irme de casa así que todo se simplificó.
En distintas entrevistas declaraste que no te gusta etiquetarte en ningún género musical, ¿cómo es entonces tu proceso de composición? ¿Surge de una idea previa de recorrer algún estilo en particular o dejas que suceda?
Dejo que suceda. La última canción que hice fue un balbuceo que me vino mientras caminaba, lo repetí muchas veces, lo grabe en el celular y en casa hice calzar una letra. No puedo escribir o componer si no hay una melodía que guíe los pasos. El género es una prisión.
¿Cómo es ser un músico con la guitarra acústica a cuestas en una actualidad caracterizada por estar todo sintetizado y “enchufado”?
Está bueno, es más fácil moverse y hay mayor cantidad de escenarios disponibles. Desde una terraza hasta el lugar más inimaginable se transforma en escenario. De vez en cuando sonamos en formato banda y me gustan los contrastes y la vida que toma una canción al ser interpretada en distintos formatos.
¿Imaginaste alguna vez, previa venida a Buenos Aires, llegar a tener esta actualidad musical? ¿Cómo crees que llega tal reconocimiento?
No lo imaginé, no vine a esta ciudad para eso. Me cruce con personas maravillosas que me ayudaron y me acompañaron desde el principio, y siguen conmigo tirando para delante.
Tu primer álbum editado coincide con el boom local de las redes sociales y la conectividad ¿En qué crees que favorece, y en qué no, a la carrera de un músico independiente?
Gracias a buenas críticas en medios digitales empecé a conseguir lugares para tocar y seguir en esto. Tuve suerte porque nada de eso lo hice con agente de prensa ni alguna estrategia de difusión. No veo puntos en contra con respecto al manejo de redes sociales en música, mientras el que las maneja diga las cosas como son.
Varias de tus canciones están atravesadas por un sentimiento de reivindicación personal frente a lo establecido, de autorrealización ¿crees que es algo que atraviesa a toda una generación? ¿Cuánto consideras que puede aportar la música en ese aspecto?
Puede ser. Las canciones las hago para mí, si eso repercute en otra persona significa que estamos en una frecuencia similar.
Lindo es componer escuchando el latido de nuestros días, laten fuerte, hay que hablar de lo que nos pasa para salir del eterno presente que se loopea. Hablo de autorrealización porque creo que esa es la revolución más grande, que acabe la guerra nuclear en nuestro interior.
Etiquetas: Trostrigo