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Por Rafael Fernández
Ayer fue mi cumpleaños. Tres chicas vinieron a mi casa a chupármela. A diferentes horas (por la mañana, por la tarde y por la noche). No vinieron más porque ayer cumplí 49 años y me cuesta eyacular más de 3 veces al día. De joven podía 7 veces al día.
Hay muchas chicas a las que les gusto. Así que a las más desesperadas por conseguirme se los propuse:
—Regálame una mamada de rodillas y hasta el final. Alégrame mi mierda de cumpleaños. Estoy solo, deprimido, no puedo levantarme de la cama, tengo la luz apagada en mi habitación, miro al techo, estoy roto…
Algunas me dijeron que no. Tres que sí. Alegres. Y así me encontraron: deprimido y solo en mi habitación oscura. Las tres me hicieron el regalo y yo les correspondí con un beso en la frente y un abrazo sincero. Después se marcharon rápido para seguir con sus obligaciones diarias: trabajos, hijos, cuidar de parientes enfermos, la mierda de vida qué tenemos todos… Tras leer este post, no me volverán a escribir, me desagregarán por tratarlas como ganado.
¿Pero quién no lo es? Todos somos ganado del sistema. Y yo no mentí. Estoy roto. Solo. Deprimido. Qué más da todo si dentro de dos generaciones nadie se acordará de que existimos. Hicisteis una buena obra. Le alegrasteis el cumpleaños a un pobre ser solitario que amó tanto que acabó con todas las reservas de amor: del Cosmos y vuestras. Es por mi culpa, por haber amado tanto, que ya nadie se ama hoy en día, como se hacía antes, en el planeta Tierra.
Ayer tuve un buen cumpleaños. Gracias a vosotras 3 y las 77 personas que me felicitaron por el Facebook.
* Portada: «El dormitorio en Arlés» (1888) de Vincent Van Gogh
Etiquetas: Cumpleaños, ficción, Rafael Fernández, Vincent van Gogh