Blog

Por Pablo Milani
El cine ofrece una variedad de opciones de entretenimiento, pero hay algunas que más allá de eso son íconos que marcaron hitos en la historia y Tiburón es una de ellas. La historia nos transporta a Amity, un agradable pueblo isleño donde los veraneantes llegaban a pasar memorables vacaciones. Un lugar tranquilo que no estaba preparado para el horror que había llegado a sus costas. El film nos presenta una historia sobre cómo los intereses económicos se suman a la maldad del instintivo depredador marino convirtiendo primero las tranquilas playas del pueblo en su sangriento escenario de muerte, y luego, el calmado mar, en el medio que contrapone los matices de una aventura épica, con los angustiantes y perturbadores momentos que la intersectan.
El camino de Steven Spielberg como director comenzó con el largometraje Duel (El diablo sobre ruedas, 1971), una persecución inexplicable en la ruta entre un hombre de clase media con su auto y un enorme camión cisterna conducido por un desquiciado del que nunca se le ve el rostro. La película tuvo buena repercusión en las salas y llamó la atención de los productores David Brown Baren y Richard D. Zanuck para dirigir Jaws.
Tiburón está considerada como una película de terror, una que exhibe un magistral uso de suspenso, característica heredada del inconfundible estilo de Alfred Hitchcock. Elemento que unido a la visión de Spielberg, junto a las excelentes actuaciones, una cautivadora historia y una banda de sonido apropiada, la convirtieron en un clásico atemporal. Tiburón es una adaptación del libro de Peter Benchley, quien se inspiró en hacer su primera novela gracias a un relato que leyó sobre un enorme tiburón de dos toneladas de peso que había sido encontrado en las costas de Long Island. En poco tiempo el libro se convirtió en un éxito, lo cual atrajo la atención de otros medios, incluyendo el cinematográfico. Es así que Universal Studios compró los derechos con la intención de llevarlo a producción. Aunque es una historia centrada en un depredador marino, no fue tomada muy en serio al principio, hasta que Stephen Spielberg, con tan sólo 27 años de edad, se interesó por el proyecto cuando los productores fueron por él. Con el director confirmado, ahora faltaba un guion lo suficientemente atractivo para llenar las salas. El autor del libro, Peter Benchley, fue quien hizo la adaptación inicial eliminando subtramas, y reduciéndolo a una historia de aventuras que se acomodara al formato cinematográfico. Tras la revisión del mismo Spielberg, más un pequeño aporte de Howard Sackler, escritor de teatro y ganador del Pulitzer y el guionista Carl Gottlieb, del que también estuvo presente en la película con un papel pequeño, se completó el guion.
La película debía hacerse rápido debido que sólo unos meses lo separaban del fin de contrato del sindicato de actores. El trabajo de recrear al voraz depredador apodado como Bruce, en referencia al abogado del director, recayó sobre los hombros de Bob Matti, quien había trabajado previamente en la clásica Veinte mil leguas de viaje submarino (Richard Fleischer, 1954). Entre varios, fue el único que dijo que lo que se requería para llevar a cabo el proyecto era viable y posible de hacer en el corto tiempo que la productora había estipulado. Desafortunadamente, ese corto tiempo impidió perfeccionar el enorme tiburón mecánico siendo una traba constante para el progreso de la producción, algo que fue puliéndose a lo largo del rodaje. Esto, sumado a lo complicado de rodar en el océano y no en las clásicas enormes piletas de Hollywood, fue un verdadero calvario en todo el proceso de la película. Varias veces estuvo a punto de cancelarse, sin embargo la costosa producción se alargó y continuó hasta el final. Era una amenaza que no provenía de un monstruo ni del espacio exterior, sino de la naturaleza y el instinto de un depredador real que se oculta debajo de las calmadas aguas de un mar oscuro y misterioso.
Al principio, la mujer pensó que se había golpeado la pierna contra una roca o un trozo de madera flotante. No hubo dolor inicial, sólo un violento tirón con su pierna derecha. Tanteó para tocarse el pie, chapoteando con la pierna izquierda para mantener la cabeza en alto, hurgando en la oscuridad con su mano izquierda. No pudo hallar su pie. Palpó más arriba en su pierna y entonces fue invadida por un acceso de náuseas y mareo. Sabía que el caliente y burbujeante flujo que notaba entre los dedos, en el agua gélida, era su propia sangre. (Peter Benchley, 1973, p. 9)
Al igual que la escena de Psicosis en su momento, Tiburón creó una relación inconsciente entre el horror y el agua. La ausencia física del tiburón en gran parte de las escenas centraba la atención en el mar, que era el medio donde se veía a las víctimas luchar y ser vapuleadas violentamente antes de desaparecer.
Luego de tediosas búsquedas, los actores para interpretar esta historia fueron Roy Scheider, Richard Dreyfuss y Robert Shaw. La idea del director de elegir a gente con no demasiada trayectoria se basó en que la verdadera estrella aquí tenía que ser el tiburón. El aporte entre ellos durante el rodaje sumó varios diálogos improvisados que mejorarían el resultado final y también las tensiones. Aunque el jefe de policía es el que tiene el mayor protagonismo del film, la mítica del concepto gira en torno de Quint, el cazador de tiburones, un hombre obsesionado con la cacería de los voraces depredadores marinos y cuya personalidad y comportamiento es una clara referencia directa del Capitán Ahab, en la película Moby Dick (John Huston, 1956), interpretado por Gregory Peck, el enorme cachalote que le da nombre al genial libro de Herman Melville. La historia de Ahab fue una de las principales fuentes de referencia para el concepto de Tiburón. Aquí vale la pena destacar que varias partes de las escenas del tiburón fueron grabadas con escenas reales, hay una muy impresionante que vale la pena ver o volver a hacerlo.
Se alzó. Casi vertical, ahora vio la conmoción en la superficie. No tenía convicción de que lo que estaba moviendo el agua arriba fuera comida, pero para él la comida no era un concepto perfectamente definido. El pez sentía el impulso de atacar: si lo que tragaba era digerible, aquello era comida; si no, luego lo regurgitaba. Abrió las fauces y, con un último batir de la cola en forma de media luna, el pez atacó. (Peter Benchley, 1973, p. 42)
Es necesario señalar que gran parte del éxito de Tiburón se logró gracias a la música de John Williams, también responsable de la banda de sonido de películas posteriores como E.T., el extraterrestre, Indiana Jones, Star Wars y La Lista de Schindler, entre otras. Un fondo que podía desatar la angustia del público o transformarla en la emoción propia de atestiguar una gran aventura épica sólo para regresar a la tensión en diferentes niveles de intensidad.
Uno de los rasgos que más potenciaron la película fue el de insinuar el peligro del pez submarino, en vez de mostrarlo. El tiburón está presente desde el inicio de la película pero no se deja ver hasta bien avanzado el film. Esto reforzó el suspenso que hay debajo del agua, sin embargo no fue una decisión desde el principio. El caso es que múltiples problemas sucedieron durante el rodaje que no pudieron hacer funcionar el escualo mecánico, el hecho de hacerlo funcionar debajo del agua fue muy complicado. Además, cuando funcionaba, no lo hacía de forma convincente, sin embargo, el ingenioso Spielberg supo solventar los problemas técnicos combinando movimientos en superficie, indicativos de lo que hace el tiburón debajo del agua, con planos subjetivos junto a la extraordinaria partitura musical de John Williams. De este modo, el director eligió generar suspenso sin mostrar explícitamente la amenaza y el miedo que logró sugerir con la incerteza de no saber qué peligros ocultaba. De este modo produjo una auténtica pieza de terror a los espectadores y capturó a toda una generación. No por nada, la exuberancia de bañistas en las playas norteamericanas disminuyó considerablemente a partir del estreno de la película por aquellos años.
Lo más próximo al género de terror en ese momento era El exorcista (William Friedkin, 1973) ¿Pero por qué en aquel 1975 impactó tanto una película como Tiburón? Pues aquí el terror se materializa en un tipo de figura material. Daba la sensación de que hasta ese entonces no se había hecho nada igual, todo era nuevo y visualmente atractivo e inquietante. Quizás porque Tiburón lo tiene todo, audacia, miedo, color, suspenso entre los personajes, buena dirección, la exquisita fotografía y el brillante montaje y la sensación de que en cualquier momento esa bestia podía volver a escena, pero no se sabía cuándo ni de qué forma, ya que nadie había reparado en ese animal como posible depredador de personas y además, su gran acierto, fue generar tensión en lo que no se veía.
La película batió records de audiencia y desató una verdadera locura en material de merchandising. El espectacular suceso de la película le dio la razón a Spielberg, la de no contratar a ningún actor de renombre. Uno de los grandes aciertos está en el choque entre los personajes de Quint (Robert Shaw) y Hooper (Richard Dreyfuss) y sin dudas es un añadido extra, una especie de lucha entre el cazador y el científico. Aunque seguramente el preferido de los cinéfilos sea Quint, por su desparpajo y su forma de hablar rudo, y el que también se convertirá en leyenda. Por un lado está el que quiere cazar al animal porque sí, porque el tiburón atrapa a la gente y por otro lado está el que no sólo quiere cazarlo, sino también entenderlo, el mismo que dijo que el tiburón es un milagro de la naturaleza. Es un conflicto entre tradición y complicidad, y que va más allá de los personajes que lo interpretan, pues ellos mismos estuvieron en tensión durante el rodaje y esto claramente ayudó al desarrollo de la historia. De todos modos, el punto de comunión perfecta está en ese intercambio de cicatrices en el diminuto camarote entre ellos dos.
Los tiburones tienen todo aquello con que pueda soñar un científico. Son hermosos. Son como una máquina imposiblemente perfecta. Tan gráciles como cualquier pájaro, y tan misteriosos como el que más entre los animales de la Tierra. Nadie sabe con seguridad cuánto tiempo viven o a qué impulsos, descartando el del hombre, responden. (Peter Benchley, 1973, p. 85)
A 50 años de su estreno Tiburón sigue despertando emociones y logró capturar la imaginación del público y crear una experiencia compartida. La película de Steven Spielberg no sólo revolucionó el género de terror y suspenso, sino que también demostró el poder del cine para evocar emociones y crear un impacto culturar duradero. La importancia del cine radica en su capacidad para conectar con las personas y muchas veces reflejar la sociedad en la que vivimos. Tiburón logró ser un ejemplo perfecto de cómo una película puede trascender el tiempo y seguir siendo relevante para las nuevas generaciones.
Etiquetas: Cine, Pablo Milani, Peter Benchley, Steven Spielberg, Tiburón