Blog

05-09-2025 Notas

Facebook Twitter

Por Diana Rogovsky

Atravesamos un momento histórico en el que ciertos debates pueden parecer clausurados pero no lo están. Hace falta relanzarlos a la arena de la discusión.

Uno de estos debates tiene que ver con interrogarse acerca de la distinción entre ficción y realidad pensadas para el universo audiovisual. Ya se sabe que las mixturas, hibridaciones y producciones surgidas de entre los bordes lindantes de estos campos abundan. Historias “basadas en hechos reales”, dramatizaciones en documentales a partir de archivos son solo dos polos de una vasta cantidad de experiencias surgidas a partir de estos intercambios.

¿Y qué nos queda en los albores del uso de la llamada inteligencia artificial que ya propone la imposibilidad del  rastreo de las fuentes, los basamentos de aquello que se supone efectivamente ocurrió?

Algo más a decir, en estas aproximaciones, es la emergente necesidad de que nuestro país recobre la difusión y alcance de sus voces, sus miradas, oficios y propuestas narrativas en el campo audiovisual. Resulta penoso que la importante tradición e historia del cine argentino con todas sus ramas y arborescencias queden congeladas. Hay maestría, ejercicio, problematizaciones, entretenimiento y disfrute estético involucrado. Un saber hacer, pensar, decir. Y una industria.

Entonces, dicho lo anterior, enumero las razones nombradas en el título de este texto:

I.
En el film, se alude a un momento histórico y a una visita que parece fabulada e improbable pero la verdad es que efectivamente ocurrió. Bill Evans, los dos músicos que completaban su trío y su manager fueron a un pueblo de la provincia de Buenos Aires (San Nicolás de los Arroyos) en 1979. Por razones de producción y un desfasaje en el espacio- tiempo entre el artista y su contexto, o sus geografías posibles, estos hechos acontecieron. La película cuenta metonímicamente su época y lugar con detalles pero eludiendo con elegancia el costumbrismo
for export.

II.

Su guión encuentra un punto exacto de comprensión y amorosidad tanto para con la mirada y afectaciones de Bill Evans como con las del productor, las postulantes al concurso de belleza, el pianista admirador y su abuela, el afinador y todos los otros personajes. Los diálogos son exactos y no sobran palabras. No hay cinismo. Sí comedia y una leve exageración en la construcción de algunos rasgos de los personajes un poco girados hacia el absurdo pero ello no está exento de ternura. Se otorga la posibilidad de apertura a lo imprevisto a estas personas, en una propuesta de cierta desesperación por otorgar sentido a los hechos de la vida que Bill Evans persigue.

III.

Entonces, en su concepto se abren paso en amable disputa la contingencia, la elegancia, la melancolía, la sensorialidad extremada y el recuerdo como los focos de la existencia humana. Y el humor, pero son trazos, esbozos evanescentes. Se encuentra y se pierde lo encontrado sucesivamente. 

IV.

Como decíamos, por momentos podemos no saber si estamos ante un documental (performativo) o una ficción inspirada en hechos reales. Aunque eso no resulta relevante ya que la producción resuelve lo difícil con justeza de recursos.

V.

El timing, las formas de aparición de la música grabada pre existente y la sonorización y música creadas para la película están a la altura de la experiencia de escuchar los discos de Bill Evans. En ese sentido, se advierte un trabajo de análisis, de densificación de los parámetros de ritmo y forma musical en una suerte de traducción de las propuestas del jazz de Bill Evans en la que concluye por envolvernos una experiencia sinestésica.

VI.

La dirección de arte, vestuario, la iluminación, fotografía, encuadres encuentran el punto exacto entre narratividad y sensorialidad. Es una película que involucra sensaciones, presente y pasado, sueño y realidad en un entrelazado sinuoso.

VII.

Las actuaciones, su interpretación y dirección están en el registro necesario para que su trama, sus temas y asuntos se comprendan y evolucionen en varias líneas sin perderse.

VIII.

Es un placer estético que se va intensificando gradualmente por la conmoción y sentimiento de comprensión que produce. Esa duda, ese cuestionamiento entre certeza, intuición y disolución que también aparece en la música.

IX.

Cada personaje tiene su voz y se cruzan, se encuentran en un momento que puede ser visto como ordinario pero también extraordinario. Hay algo acerca de cuánto y cómo afinamos nuestras percepciones y cuánto estamos en la disposición para aceptar y percibir lo irrepetible del tiempo que puede no ser fácil de experimentar.

X.

Está en la plataforma gratuita Cine.ar. Y esto no es un dato menor, ya que vivimos tironeados por producciones muchas veces estereotipadas, avasallados por publicidade descubiertas y encubiertas de toda clase y que circulan por numerosos vías y entonces, abrir claros en el bosque de esta sobreabundancia informante para recuperar algo de la singularidad del arte, puede resultar un oasis.

 

 

 

Etiquetas: , , ,

Facebook Twitter

Comentarios

Comments are closed.