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06-04-2015 Notas

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Por Estanislao López

¿Se puede ser hippie actualmente?

No es ninguna novedad señalar que los años ´60 se vieron caracterizados -particularmente en Estados Unidos y ciertos países de Europa- por el hippismo. Ese movimiento contracultural donde convivían proclamas por la paz, creencias en el amor libre, adhesiones a la revolución sexual, utilización de marihuana y LSD, cierto rock psicodélico, entre otras particularidades. Ese conjunto de ideologías, hábitos, gustos, plasmados en un modo determinado de vivir era una forma de incitar, de desobedecer, de transgredir la uniformidad de conceptos que ofrecía el sistema reinante. Es sabido que por entonces no existía un aparato mediático ni tecnológico como en la actualidad, razón por la cual, los murmullos sobre este movimiento llegaron a la Argentina tiempo más tarde.

No perdiendo de vista lo anterior y situándonos en la actualidad, podemos interrogarnos: ¿Queda algo de esos años hoy día? ¿O ciertas movidas culturales de un período determinado son sólo hijas de ese periodo? ¿Se puede ser hippie actualmente?

Los hippies son los hijos de quienes fueron a la guerra

En pos de intentar acercarnos a una respuesta debemos indicar que el mundo en esos momentos era otro, las condiciones materiales de existencia eran otras. En este caso es necesario establecer el contexto de esa época para poder comprenderla y después trazar una comparación con la actual. Generalmente, las sociedades después de una guerra tienden a ser más cerradas, más escalonadas, tal vez por eso los años ´50 se caracterizaron por ser conservadores, los resabios que había dejado la guerra -comenzada en 1939 y que duró hasta 1945- no se fueron de un día para el otro. Se trataba de encontrar un progreso y determinada estabilidad económica a través del denominado estilo de vida americano, basado en ser operarios de fábricas donde se implementaba el fordismo (sistema establecido en la producción en serie), cobrar su salario y poder adquirir una casa. Los hippies son los hijos de quienes fueron a la guerra.

Mayo francés y Woodstock

En esos años existía una significativa lucha para intentar ubicarse por fuera del mercado. Existieron dos acontecimientos que -cada uno con sus respectivas diferencias del otro y particularidades- pueden tomarse a modo de ejemplos para reflejar esa aspiración de desear situarse en ese lugar. El Mayo francés, esa revuelta comenzada por estudiantes de izquierda a la que adhirieron obreros (las dos terceras partes de los trabajadores de ese país), el Partido Comunista Francés y sindicatos, tenía una clara postura opositora de lo que el sistema capitalista estaba generando, estudiantes que se encontraban frente a un anticuado sistema, por ser este incapaz de dar una significativa salida laboral. En términos cuantitativos, más de nueve millones de personas participaron de lo que probablemente haya sido la más grande huelga general en la historia de Europa Occidental. Quince meses después de ese Mayo del 68, en un estado de Nueva York, Estados Unidos, quinientas mil personas se dieron cita en el festival de música y arte Woodstock, de las cuales la mayor parte de ellas eran hippies. Para muchos, esa congregación fue el mayor icono de una generación que, entre otras cosas, propagaba un marcado rechazo hacia determinada cultura industrial.

Pasado cierto tiempo, la mercantilización del mundo fue creciendo considerablemente, con lo cual, pararse en ese lugar comenzó a ser cada vez más complejo. En la actualidad, la tecnología avanza día tras día y logró -hace ya varios años- modificar transcendentalmente la forma de comunicarse y los hábitos de las personas. Si se quiere buscar una similitud -en términos revolucionarios- con los ´60, hoy la misma está dada por la tecnología.

Luisana Lopilato y Camila Bordonaba: caminos distintos

Luisana Lopilato y Camila Bordonaba tienen varias cosas en común: nacieron en los ´80, provienen de la clase social media argentina, son actrices, supieron ser protagonistas de dos de las telenovelas infanto-juveniles más exitosas de todos los tiempos en nuestro país (Chiquititas y Rebelde Way), y además recorrieron el mundo compartiendo la banda musical Erre Way.

Desde 1997 hasta hoy Luisana tuvo una estable continuidad laboral, entre el 2005 y 2006 personificó en la sitcom Casados con Hijos a Paola Argento (una hermosa adolescente de 18 años, bastante torpe y con escasos saberes, exceptuando los sexuales), personaje que le dio aún más reconocimiento masivo. En el 2012 y 2013 fue la cara de las marcas Ona Saez, L’Oreal y hasta lanzó su propia marca de ropa que lleva su nombre. Se casó en el 2011 con el cantante canadiense Michael Bublé, quien vendió más de 40 millones de discos en todo el mundo. En una estancia argentina de 74 hectáreas arboladas, 11 suites y canchas de polo, realizaron el primero de los dos casamientos que tuvieron, al cual el portal ciudad.com lo tituló “La millonaria boda”. Casi dos meses después, en un hotel de Canadá, 350 invitados vieron como la pareja daba el sí por segunda vez. La encargada de organizar la fiesta fue la madre de Bublé, al ser consultada por la misma dijo “Quería que en el ambiente se respirara el clima de los viejos tiempos de Hollywood”. En Agosto de 2013 nació Noah Bublé, el primer hijo de ellos. Luisana fue participe de la campaña de Cartoon Network para detener el acoso escolar, también presentó -junto a Unicef- la aplicación en línea El diario de Mini Bublé, con la intención de crear conciencia sobre la importancia que tienen las conductas saludables durante la gestación de un bebé.

La última vez que Camila Bordonaba participó en una serie de televisión fue entre finales del 2008 y Mayo del 2009, una telenovela en la cual volvió a compartir guión, justamente, con Luisana Lopilato. Ese mismo año viajó a Bahía Blanca para participar de un festival y decidió radicarse ahí. Vendió su parte del espacio teatral que tenía en Buenos Aires, su auto y compró un camión 608 con el cual viajó hasta Salta con la idea de conectar espacios artísticos independientes. Desde entonces forma parte en Bahía Blanca de la comunidad Arcoyrá y trabaja en el centro cultural El Peladero. Según Rodrigo Lussich, periodista de espectáculos, “Camila habría rechazado una millonaria oferta para volver a la televisión y habría preferido quedarse en Bahía Blanca”. Portales de espectáculos en Internet mostraron fotos de ella en la actualidad, comentando que “la rebeldía que tenía en el papel que la llevó a la fama la tradujo en hippismo, viviendo en comunidad en un centro cultural con muchos artistas más, teniendo una huerta y trabajando como cocinera”. Al ser consultada sobre qué opinión tenía de su ex compañera, Camila dijo que “cada uno hace su vida. Yo me siento plena y feliz haciendo lo que quiero. Creo que Lu (Lopilato) siempre apuntó a ser famosa y decía eso, está perfecto, yo no apuntaba a eso”.

Trazando una comparación entre la forma de vivir de Luisana y de Camila es interesante observar cómo dos maneras similares de llevar adelante la vida llegan -en un momento determinado- a tomar caminos significativamente distintos. Debe resaltarse que si bien las dos conviven bajo un mismo sistema, el modo de relacionarse con este es diferente. El caso de Bordonaba es el más llamativo de los dos, esto se da por ser ella parte de una minoría que decide vivir bajo ciertas particularidades, las cuales en la actualidad no son tan usuales. Hay en Camila un marcado rechazo a ciertos ofrecimientos -y casi condicionamientos- que el posmodernismo nos hace.

Rescatar símbolos, señalar diferencias ideológicas 

No tiene como objetivo esta nota incurrir en un juicio de valor, es decir, no se intenta delimitar cual es la forma correcta de vivir y cual no lo es, de hecho, plantearlo bajo esa metodología binaria sería un error. No obstante, sí podemos señalar que para algunos hallarse en esta sociedad de consumo es casi una desdicha, ya que solemos convertirnos en una pieza fundamental de una maquinaria que -probablemente- ni sepamos bien cómo opera. Ante este escenario, más allá de una determinada nostalgia para con esos -ya lejanos- años de sueños, de luchas y de utopías, una posibilidad es recuperar del hippismo cierta opinión critica hacía el consumismo desmedido, rescatar determinados símbolos, y también señalar ciertas diferencias ideológicas con quienes piensan que la vida está basada -casi exclusivamente- por la acumulación de patrimonio material. Aun sabiendo que somos parte del sistema. Aun cuando no nos vayamos a vivir en comunas. Aun sabiendo que el mundo cambió y ya no son los ´60.

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