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02-06-2015 Notas

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Por Zulima Abraham | Fotografía: Verónica Romanenghi

 

Sentada en una mesa dentro de un bar mueve el cuello en círculos, está cansada. Tiene 26 años. Se recibió hace muy poquito. Todavía no puede creer lo que está viviendo. Es tanta la emoción. Mira el reloj. Sigue esperando. Siente llorar un bebé, imagina con una sonrisa la cantidad de llantos que la esperan dentro de los consultorios donde atenderá. Sigue esperando mientras juega con los cubiertos de la mesa. Lo ve llegar a Marcos transpirado. Nervioso. Ella así lo siente. De pronto, sin saber bien qué hace comienza a correr. Escucha gritos, pide auxilio. Todo pasa tan rápido, la adrenalina le bloquea la cabeza. Todo es instinto. Siente el ardor, el frío de una hoja de metal que le roza el cuello y cae. Es Marcos el que sostiene el cuchillo Tramontina, es Marcos el que no pudo retenerla y por eso la mató. Agustina Salinas falleció el 9 de Abril de este año.

Femicidio es el concepto políticamente correcto para hechos de violencia extrema de un hombre a una mujer devenidos en asesinatos. El punto en común que une todos los casos, es que el hombre considera a la mujer de su propiedad.

Desde 2008 a 2014, La Casa del Encuentro (una organización que toma acción para hacer visibles estos casos de violencia sexista) contabilizó 1.808 muertes caratuladas en femicidio o femicidio vinculado. De este último se desprenden dos categorías: una es  la que engloba a las personas que fueron asesinadas al intentar impedirlo o las que quedaron en medio de una situación y también perdieron la vida.

Marisol fue a visitar a su amiga, fue a tomarse unos “matecitos” porque estaba por ahí y quiso pasar a saludar. Cuando abrieron la puerta la metieron de un tirón. Una más que será parte del cuádruple crimen en La Plata. Javier -la hiena le dicen- Quiroga, tras haber compartido unos minutos en la casa con Susana, Micaela y Barbará decidió matarlas. Mató a Susana, la abuela de Micaela. Micaela, que tenía tan solo 11 años,  fue asesinada para que no quedara ningún testigo. Quiroga también acuchilló a Bárbara, la madre de Micaela, que tenía 29.  Las cuatro murieron. Fueron golpeadas -entre otras maneras con un palo de amasar- y fueron brutalmente puñaladas. Hoy la Hiena se encuentra en prisión perpetua. Las cuatro murieron en Noviembre del 2011.

La otra categoría es la que agrupa a las personas del entorno familiar o cercano de la mujer que fueron asesinadas con el objetivo de venganza, castigo o destrucción psicológica a esta, que, como dijimos, es considerada de su propiedad.

Después de un día largo de colegio, “los mellis”, ambos de 7 años, querían llegar y tomar la chocolatada que sólo su madre sabía hacer. Ese día, su padre -se habían separado luego de una crisis de pareja- los iría a buscar y los dejaría en su casa. Agustín y Mateo iban sin cinturón, jugando entre ellos. Romero, por su parte, le escribe un mensaje de texto a su ex esposa: “No vas a ver más a tus hijos”. Ella lo recibió y fue tan rápido como pudo a una comisaría para denunciar que temía por la vida de sus niños. Para ese entonces, el siniestro ya había ocurrido. Romero iba a toda velocidad y en contramano, buscando algo dónde estrellar el auto. Fue un camión. Los chicos salieron despedidos del vehículo. Agustín murió. Mateo se recupera en terapia intensiva de las lesiones sufridas. Su padre lo mismo. El hecho ocurrió el 20 de Abril del 2015.

Primero,  el agresor suele aislar a la víctima de sus círculos afectivos y suele generar, también, una dependencia económica. Así, la mujer se desvaloriza y su autoestima se torna muy vulnerable hasta que llega a sentirse inferior. Esa dependencia las lleva a aceptar las restricciones de su marido. Obedecen desde una postura de sumisión. Muchas, por miedo, lo ocultan. Entonces mienten a sus familiares y sus amigos. Los agresores logran así la reclusión y retraimiento de su pareja. Más sola está, más para ellos es.

Sandra se cayó de la bicicleta, se partió un diente y se golpeó la cara. Al poco tiempo, Sandra se agarró sin querer la mano contra la puerta y se quebró varios dedos. Después, otra vez golpeada, Sandra recorre las calles de su barrio siendo arrastrada de los pelos unos cincuenta metros. Su pareja la sostenía con fuerza de la cabeza y parecía nunca detener la moto. Todo sucedía a la vista de los vecinos. Esta vez Sandra les dijo que se metieran en sus casas, que “todo estaba bien”. En otra ocasión, Marcelo Vicente Gamella la agarró del cuello y le pegó hasta dejarla tirada en el piso. Pareció no serle suficiente y la golpeó con una manopla de hierro. Le quebró la mandíbula. Ahora  ella no podrá ocultarlo, porque esta vez, fue la última vez. Él siguió y siguió pegándole hasta matarla. Sandra Villalba, fue asesinada el 10 de Diciembre de 2011.

Tenemos una sociedad machista desde los comienzos (dato que según encuestas es advertido por más de la mitad de los argentinos) y desde siempre ha sostenido un sistema patriarcal, donde la vida se da a través del hombre como eje central. Todavía hoy se cree que el rol, “por naturaleza”, de las mujeres es cuidar del hogar y de los niños. El mayor problema, y el punto de desesperación, del hombre es ver que las mujeres retomen la libertad y la independencia que tenían al conocerlos. En otras palabras, no quieren perder el poder adquirido sobre ellas. El fiscal bonaerense Fernando Cartasegna, en una entrevista con el diario La Nación, explica que “un hombre llega a matar a una mujer cuando cree que ella es de su propiedad”. Entonces, las mujeres, “objetos de obsesión y del deseo”, si no son de su propiedad no pueden ser de nadie. Y ante la imposibilidad de retenerla, debe eliminarla.

La Ley 26.485 fue creada en 2008, y como dice su nombre, fue aprobada para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en contextos de relaciones interpersonales. El problema es que aún no fue aplicada correctamente, por nada más y nada menos que por falta de presupuesto. El organismo público encargado de implementar la  prevención de femicidios, llamado Consejo Nacional de las Mujeres, recibe el 0,18 por ciento del presupuesto nacional. Lo mismo es decir que se gastan por mujer 80 centavos. Otro de los temas que deben resolverse por parte del Estado es que no existen estadísticas oficiales que contabilicen los casos. Las cuales permitirían que los organismos sepan si los programas de prevención que están utilizando realmente funcionan y avanzan hacia su objetivo. Y podrán, también, abordar las políticas de concientización desde un punto y un contexto específico.

Aún se lucha por una ley en la que el asesino quede automáticamente privado de los derechos de la patria potestad sobre sus hijos. Esto es necesario para proteger a los niños que están obligados por la Justicia a cumplir regímenes de visitas con el asesino de su madre. Estos últimos siete años dejaron un total de 2.196 hijos e hijas huérfanos de madres a merced de padres violentos, ellos son las llamadas víctimas colaterales de los femicidios.

Los datos que otorga La Casa del Encuentro son de casos de relevancia periodística, índole popular o de familiares que buscan contención y se acercan a la organización.

El Observatorio de Femicidios, de esa misma organización, difundió los siguientes datos:

– En 2008, fueron asesinadas 208 mujeres más 11 muertes del tipo vinculado.
– En 2009, 231 mujeres más 16 vinculados.
– En 2010, 260 mujeres muertas y 15 muertes vinculadas.
– En 2011, asesinaron a 255 mujeres más 24 muertes vinculadas.
– En 2012 le quitaron la vida a 255 y hubo 24 muertes más de hombres y niños por vinculación.
– En 2013, el saldo fue de 295 mujeres, cada 30 horas una mujer era víctima. Además de 39 femicidios de tipo vinculado.
– En 2014, fueron asesinadas 277 mujeres, a las que se le suman 29 Femicidios Vinculados.

Los datos muestran que desde la sanción de la Ley, los femicidios fueron en aumento, lo que deja en claro que el plan de acción legislado nunca fue aplicado o que su aplicación fue un fracaso total.

Ahora bien, Ni Una Menos, la marcha que exige la aplicación del Plan de Acción Nacional contra el Femicidio, nace en una maratón de lectura organizada en contra de los femicidios en el mes de Marzo. La marcha se realizará mañana, 3 de Junio, en la plaza del Congreso y ya se adhirieron otras varias ciudades y provincias.  Se ha tornado una movilización un tanto mediática. Se viralizó en poco tiempo en las redes sociales arrastrando gran cantidad de fotos de famosos con el cartel y la inscripción #NiUnaMenos. Pero sobre todo, y lo más llamativo, hemos conseguido las mismas fotos de los políticos que nos gobiernan y de los que quieren hacerlo. Es llamativo porque aquellos que hoy gobiernan deciden sumarse con una foto a la previa movilización mediática en vez de aplicar políticas eficientes para erradicar el problema. Y aquellos que pretenden gobernar –salvo excepciones- eligen mostrarse con su foto en vez de presentar programas o proyectos sobre el tema y en vez de exigir al gobierno lo mismo que exige la marcha.
No hay que dejar pasar por alto, que desde el Estado, las personas que nos gobiernan o representan, aquellas que tienen el poder, por tanto el deber, de velar por la defensa de los más vulnerados, no lo hacen. Situación que nos hace pensar, que por la fecha en las que estamos, todo es una gran campaña publicitaria.

Si ellos, que deben gobernar no son capaces de poder reglamentar una ley ni intervenir para realizar todo aquello que sea necesario para erradicar el problema, ¿cómo podemos pedirle que, alguna vez, consideren legislar por la verdadera igualdad de género y otorgarnos a las mujeres la libertad sobre nuestro cuerpo, que podría significar una ley sobre aborto? ¿Cómo podríamos pedirle al Estado que nos otorgue esa libertad si ni siquiera se preocupa por aquellos que nos la quitan? Porque mientras nos sigan considerando de su propiedad y se sientan avalados para quitarnos la vida, nos quitan toda posibilidad de libertad. Prevenir y erradicar los femicidios sería uno de los pasos fundamentales. Porque si esto no llega, nunca llegará todo lo demás.

Entonces, podremos nosotros marchar todos juntos en una plaza, podremos nosotros pedir consternados que se cumpla la ley contra femicidios, podremos decir que estamos cansados de encontrar chicas dentro de bolsas de basura y podremos decir, también, que con la foto sola no alcanza. Pero por más marchas y cosas que se hagan, si los gobernantes siguen creyéndose parte de quienes reclaman en vez de darse cuenta que es a ellos a quienes estamos reclamando, todas las cosas que hagamos quedarán en el aire. Y ahí, entonces, ellos deberán justificar la culpa y deberán dar respuestas al  dolor de una parte de la sociedad que pide ayuda, que pide que se haga lo que se tiene que hacer, que pide #NiUnaMenos.

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