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Por Luciano Sáliche
En el marco de la Feria del Libro de Chivilcoy -que se llevó a cabo el jueves 17 de septiembre en una carpa que se montó en la Plaza Principal-, la Municipalidad propuso una entrevista pública a dos escritores. Por un lado Jorge Consiglio, que este año publicó Hospital Posadas (Eterna Cadencia, 2015), una novela que hace dialogar el presente con los años de la última dictadura mediante una prosa minuciosa e intimista. Por otro lado, la escritora local Inés Legarreta que a fines del año pasado publicó La imprecisa voz que me sueña (Nuevohacer, 2014), un libro onírico de sueños, como ella misma lo define. Ambos cuentan con una obra extensa, una formación más que interesante como escritores de todos los géneros marcada por la experiencia.
Con alumnos del secundario como espectadores y algunos vecinos interesados en el campo literario que se acercaron, dialogamos durante una hora pasando por los temas más amplios pero no por ello menos urgentes: la función de la literatura en la sociedad, la irrupción de Internet en las relaciones sociales, la ardua tarea de la escritura, las tensiones con el mercado y el público, el rol del crítico.
¿Cuál es la función de la literatura en la sociedad?
Inés Legarreta: No creo que se pueda medir en términos utilitarios, sí que la literatura ayuda a vivir a mucha gente. En algunos casos ayuda a mantenerse viva, hay gente que se ha salvado por la literatura, pero son casos personales. Nunca pensé para qué servía la literatura. Simplemente lo hago. No sé qué pensás vos, Jorge…
Jorge Consiglio: Igual que Inés pienso que no hay un uso concreto de la literatura en lo social. Justamente el arte no tiene un valor concreto de modificación. No para una bomba, no genera una revolución. Sin embargo me parece que la literatura sí tiene un poder transformador. La literatura genera transformaciones, pequeñas transformaciones. Recién en la revista Polvo [se refiere a la charla anterior: “Medios digitales y narrativa crítica desde el interior”] hablaban del pensamiento crítico y me da la sensación de que la literatura lo que genera es justamente eso: una modificación en el punto de vista. Uno cuando lee y escribe empieza a mirar diferente el mundo y a sus interlocutores. Se genera esa modificación, ese pensamiento crítico. De alguna forma despertás algo. Eso por una parte; por otra, me parece que la literatura es un sistema de felicidad. Cuando uno empieza a leer descubre una forma de la felicidad distinta, muy íntima, que no tiene factores externos. Si uno se enamora de alguien también está bueno y uno es muy feliz hasta que la otra persona desaparece. En cambio en la literatura eso no pasa, siempre tenés el libro cerca, siempre tenés esa aventura estética que es tan íntima y tan propia. Y eso me parece que es también transformador desde lo emocional. Entonces están esas dos instancias: por una parte no sirve concretamente para mucho, sin embargo sirve para un montón de cosas. Esta cuestión concreta de la transformación emocional y, en segunda instancia, el nacimiento de un pensamiento crítico. Decíamos al principio que la literatura no hacía revoluciones, sin embargo los revolucionarios eran grandes lectores. Por ejemplo, Guevara. Una pequeñísima historia: en un libro de Piglia que se llama El último lector, hay un episodio dedicado al Che Guevara que dice que, cuando estaba en la selva boliviana, estaba pesando algo de 40, 45 kilos, estaba sin borceguíes, estaba sin medicación para el asma con lo cual la situación era bastante extrema. Sin embargo en el morral llevaba un par de libros. Incluso lo que dice Piglia es que tenía como una biblioteca escondida en ciertos árboles. En ese momento la literatura era tan indispensable como el puff.
Muchas veces el camino en la formación del escritor está trazado por una pendiente ascendente de complejidad: se empieza escribiendo poemas, luego relatos, pasan al cuento y finalmente terminan en la novela. Digo de la complejidad porque parece más trabajoso escribir una novela que un libro de poesía aunque no necesariamente es así, se sabe que un verso puede tener mayor densidad que un texto largo. ¿Creen que realmente hay un camino que va por ese lado o es indiferente?
Inés Legarreta: En mi caso fue completamente al revés. Yo llegué a la poesía ahora, estoy llegando, de hecho. Es como el último descubrimiento de la escritura. Esta aventura que vos decís, no termina nunca. Me da esta posibilidad extraordinaria que es descubrir la poesía ahora cuando tengo libros publicados de cuentos, de nouvelle y el último, La imprecisa voz que me sueña, que es un libro de sueños, de temas oníricos, y ese libro me abrió la puerta hacia la poesía. Yo no llegué a ese camino que vos decís. Cada género tiene un peso determinado para el escritor. En cuanto a la complejidad, como vos dijiste, una poesía. Cuando uno piensa el mundo lo piensa en verso. Si vos tenés que definir una cosa decís: “porque como dice el poeta”. Uno no dice “como dice el cuentista” o “como dice el novelista”. En la síntesis que logra el poeta están concentradas la sensibilidad, la visión de mundo, las ideas. Yo creo que es muy complejo el género pero en mí se fue dando al revés. Vos habías escrito libros de poesía antes, ¿no?
Jorge Consiglio: Sí, yo pienso como vos: la poesía condensa sentidos y significados. Y uno siempre está escribiendo poesías por más que no las escriba, por lo menos en mi caso. De todas maneras yo empecé escribiendo poesía por esto que decís vos: por el tema de pensar que en realidad se trata de cosas mucho más sencillas, parece ser. Lo que sí, tiene que ver con las condiciones de producción. Es decir, qué tiempo tiene uno para escribir. Por lo general estás atravesado de actividades, uno tiene que laburar, estudiar, dedicarse a la familia, etcétera. Por lo general, cuando yo empiezo formalmente a escribir tengo muy poco tiempo, entonces ese fragmento -30 minutos, 45 minutos, una hora y media- tenía que ser realmente productivo. Y si me ponía a escribir una novela, que es un proyecto que tiene tres o cinco años de escritura, me mataba la ansiedad y no me daba la vida, sentía yo. Pero si vos empezás a escribir poesía que son textos cortos podés hacer un trabajo que es fundamental para la escritura que es escribir y reescribir. Es decir, volver una y otra vez al texto. En una novela no pasa eso, y en un relato también son otros tiempos. Entonces por ese lado empecé por la poesía. Pero estoy completamente de acuerdo con Inés que la literatura podría ser considerada por la poesía porque es la expresión más pura pensando en términos de connotación. Es la idea última de la literatura: poder significar mucho con poco, con la mínima unidad indispensable. Desde ese sentido, la poesía es el lugar adonde llegás, no desde donde partís.
¿Cómo ha modificado internet y las nuevas tecnologías a su forma de escribir literatura?
Inés Legarreta: Dos aspectos. Por un lado, en mi caso muy poco, pero hay muchos escritores que han incorporado el nuevo lenguaje que produce Internet. Voy a hablar de Internet como una cosa muy general: lo que uno lee en Facebook o los mensajitos de texto. Ustedes se acuerdan que era muy criticado ese lenguaje donde las palabras se cortaban. El “porque” era “pq” y ese tipo de cosas. Hay muchos escritores que ya incorporaron esa especie de jerga -que se produjo y que existe y que para ustedes es un lenguaje común- a su literatura. Eso es una cosa técnica que ya está incorporada. Eso por un lado, y por otro lado está la posibilidad que genera Internet. Una posibilidad inmediata de la escritura. Por ejemplo, yo escribo un poema a la mañana en mi Facebook o en mi blog e inmediatamente es probable que tenga una respuesta. Esa posibilidad de la inmediatez y la difusión al mismo tiempo es inédita para los que venimos escribiendo en la forma tradicional y publicando en libros de papel. Esta cosa inmediata me produjo una fascinación que me hizo una adicta. Ahora, ¿si eso cambió mi manera de escribir? Quizás, porque yo escribo directamente en Internet. Lo que estoy escribiendo ahora. Una novela no se podría, un cuento tampoco. Pero mi libro, La imprecisa voz que me sueña, empecé a escribir los sueños directamente en Facebook y como vi la respuesta que tenía… A mí me parecía algo ilógico y surrealista pero eso que para mí no tenía sentido tuvo mucho sentido para mucha gente. Entonces me fue muy estimulante y seguí e hizo un libro.
Jorge Consiglio: Es cierto el tema de la modificación del léxico. Segundo, el tema de la circulación. En la web te encontrás con muchos textos clásicos. Y para seguir pensando en bisagra, tiene lados muy jodidos. Por ejemplo, el nuevo tipo de receptor que somos nosotros a partir de la nueva atención, esta cuestión de la disrupción constante. Estás en un bar hablando con un amigo y estás pendiente del celular. Eso tiene que ver con la atención que tienen frente a un texto. Supongo que es una atención muy lábil. Leen una página y por ahí ya están pensando en otra cosa, porque estamos trabajando constantemente en una simultaneidad de planos. Esta cosa de la dispersión constante, y me parece que eso también establece un cambio en la narrativa y en la respiración del texto. Es decir, empezás a laburar con oraciones más cortas porque sabés que la gente que está leyendo, si escribís una oración con una subordinada lo perdés al tipo. Entonces hay algo de ese feedback…
Inés Legarreta: Yo he subido algunos cuentos largos míos y me di cuenta que no los leían. Es demasiado largo para la atención que se le presta a una hoja, un Facebook, un blog. Tiene que ser algo corto. Y ahí viene lo interesante: el libro en papel te da ese tiempo de reflexión, ese tiempo necesario de lectura y de no dispersión que por ahí Internet no te da. El libro, la hoja, el objeto se lo lleva, como el Che que lo tenía en una mochilita y lo metía en un árbol. Eso es impagable para mí y por eso creo que siempre va a seguir existiendo el objeto libro porque tiene una utilidad que no tiene Internet.
Jorge Consiglio: Si ustedes abren una novela de alguien que escribió en el siglo XIX, Balzac por ejemplo, hay oraciones largas, que duran un párrafo. Y en la actualidad hay gente que lo sigue haciendo porque es una decisión estética, pensemos en Saer, pero me da la impresión que esa cuestión agitada de la dispersión de la atención dispone un ritmo más hipado. Me parece que hay algo de eso que uno podría empezar a pensar.
Y esas formas que dan las nuevas tecnologías modifican de cierta forma al público lector y también las tensiones para con el escritor. ¿Hasta qué punto el escritor puede ir agiornándose a la época y cuál es el límite en el que dice: esto no lo negocio, esto es mío?
Inés Legarreta: Yo no negocio nada. Siempre escribí lo que quise, lo que tuve ganas y de la manera que quise. Para mí eso no cambia. Si tiene cierto rebote en la sección de los lectores o de los críticos… si tiene salida mediática o no la tiene… bueno, mirá, yo estoy jugada con eso, yo no cambio. Nunca trancé. Una cosa es esto que te digo que es largo y no lo van a leer y otra cosa es no escribirlo. No, yo lo escribo y le doy el largo que tiene que tener. Si tiene que tener 25 páginas, tendrá 25 páginas. Si después no lo leen, no lo subiré y subiré un cuento de tres páginas. Esto es una cuestión de estrategia, pero no de cambio con lo que yo tengo que escribir o quiero escribir.
Jorge Consiglio: Los espacios de libertad y de decisión son cada vez más chiquitos, y si ya estás jugado siendo escritor… De todas formas hay gente que escribe para el mercado pero una cosa es que vos escribas para el mercado, que se sabe qué es lo que el mercado exige y vos producís, y otra cosa es que vos estés intervenido por la época. Este choque que genera la web y esa ansiedad es algo que padecés. Como sujeto escribís, no estratégicamente, sino porque te sale así. No hay otra forma. Y si decidiste vivir de la escritura ya tomaste un montón de decisiones mucho más jodidas antes. Si vos hubieses pensado por dónde pasa la cosa hubieses estudiado Administración de Empresas -sin menoscabar esta disciplina- que ya sabés que más o menos era un éxito asegurado. Si vos vas a la escritura sabés que estás medio jugueta. De modo tal que siempre tenés tironeos. Pero el campo de la literatura es el campo de la libertad: vos ahí estás con vos mismo.
Vivimos un momento donde la crítica literaria ha sido reemplazada por las reseñas positivas quitándole lugar al debate entre el escritor y el crítico cuando este último tiene un rol específico e importante en el campo literario. Seguramente Internet sea uno de los factores determinantes que favorecieron este nuevo escenario. ¿Qué lugar le dan ustedes al crítico y qué opinión tienen al respecto?
Inés Legarreta: Coincido con vos, en los últimos años se hace más reseña que crítica. Se describe un libro y bla bla bla. Eso responde al mercado porque la mayoría de las críticas que salen en los medios de gran circulación son los que son editados por los grandes grupos editoriales que están enganchados. Por lo tanto es todo un círculo. De todas maneras hay críticos serios y, en el caso de la literatura, ha habido críticos insignes que eran otros escritores. Como Baudelaire haciendo la crítica de Poe, por ejemplo. Y ellos marcaron camino. Cuando un escritor toma a otro escritor y lo critica bien haciendo un análisis de su obra está haciendo otra obra de arte y también nos iluminan. Esas obras son maravillosas y hay que leerlas. Hay un poco de todo. Y en cuanto a mí, las veces que mi hicieron críticas en los diarios fueron positivas. ¿Qué puedo decir? He estado charlando también con críticos y me han marcado falencias y fue interesante. El crítico tiene una función interesante si la hace como debe ser. Pero es muy difícil porque te ganás enemigos.
Jorge Consiglio: Pensaba en la segunda o tercer pregunta que hiciste vos que tiene que ver con la web. Es cierto que lo que es la reseña, en algunos casos es mejor que otra pero generalmente es bastante pobre y responde a un eco editorial. Pero lo bueno, a partir de la web, es que hay un montón de páginas que empiezan a hacer circular otro tipo de crítica. Porque la crítica no es decir esto es bueno o esto es malo sino hacer sistema con eso. Es decir, que el texto funcione, como decía Inés, como disparador de una reflexión ulterior. El texto B que toma el texto A de base es tan poderoso o tan sabroso como el texto mismo. Ahora bien, hay pocos espacios en los diarios para eso. Hay algunos reseñistas que son más lúcidos que otros. Pero sí, lo que está bueno es esta instancia de los blogs donde se genera un espacio de independencia y además con gente muy joven, con pibes de 20, 22 años que tienen esa energía bien puesta y con una enciclopedia interesante en la cabeza vos podés ver que hay un caldo de cultivo que es muy piola y que hay una verdadera reflexión sobe el texto.
¿Qué le recomiendan hacer a alguien que nunca leyó un libro?
Jorge Consiglio: Decirles una vez más que es una forma de felicidad. Y es en serio, no es joda. Si vos descubrís un texto que te gusta y hay como cierta empatía entre eso que estás leyendo y algo que vos pensaste te puede cambiar la vida. Ni más, ni menos, es definitivamente así. Por eso no hay recetas, no hay rumbos porque probablemente cada uno de ustedes tenga un rumbo propio de lectura. Pero tampoco crear falsas expectativas porque por ahí uno rápidamente se mete con un libro y no te pasa nada y decís; “uy, qué cagada”. Lo abandonás y decís: “yo no soy un lector”. Y acá la segunda instancia importante: no desalentarse porque vale la pena. Si no era ese libro que tiene que caber en ese momento quizás sea otro. Pero definitivamente hay otro. Vale la pena. Son rumbos absolutamente propios. La onda sería leer y la segunda sería no desalentarse si hay algo que queda fuera de foco porque resulta pesado, porque te aburre, porque no hay un diálogo entre vos y el texto. Pero si llegan al texto, se van a acordar lo que les estoy diciendo ahora, lo van a disfrutar mucho y les va a cambiar la vida. Posta.
Inés Legarreta: Coincido con Jorge y siempre recuerdo lo que decía Borges. Que hay que leer por placer y si un libro no te gustaba hay que dejarlo y buscar otro. Y así vas a encontrar el que te gusta, el que es para vos y a partir de ahí se generará el placer de la lectura. Así que hagan eso. Yo leí durante mucho tiempo por obligación así que ahora leo por placer. Si no me gusta lo dejo. Hagan eso.
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