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Por Luciano Sáliche
En los años noventa apareció un resurgir del feminismo que intentaba insertarse en un nuevo contexto y de esta forma romper con las tradiciones y concepciones añejas en torno a la igualdad de género. A esta corriente se la llamó tercera ola y su postulado esencial radicaba en suprimir el modelo unívoco de mujer para pensarla a partir de una multiplicidad de prototipos determinados por cuestiones sociales, étnicas, religiosas y territoriales. Pero con la aparición de las nuevas tecnologías, la nueva concepción de plaza pública que ofrecía internet, la renovación del populismo en toda América Latina y el inconmensurable avance del progresismo y la corrección política este panorama se potenció. ¿Qué lugar ocupa hoy el feminismo? ¿Cómo pensar la figura de la mujer del siglo XXI?
Natalia Gauna nació en el 85 en Tres Arroyos, una ciudad de la provincia de Buenos Aires, y vivió todos estos cambios de época. Workaholic, o la rebelión de los mediocres (Milena Caserola, 2015) es su primera novela y como toda primera novela es precoz, ansiosa, filosa, destellante. El personaje principal es una mujer que se encuentra sumergida en los nuevos centros de explotación silenciosa: las oficinas administrativas. “A veces me pregunto por qué me someto. Casi nunca me respondo. Me convence saber que trabajando pertenezco a un mundo, al laboral, al de mis padres y amigos. Ése que enorgullece, que hace sentir útil y capaz pero que es frágil, mentiroso, perverso y arrogante”, dice la protagonista.
Lo interesante aquí es que el ser mujer no la perjudica a la hora de relacionarse con sus superiores, entablar conversaciones con sus pares y sobrevivir en el oscuro mundo laboral. Al contrario, ella tiene un arma que, a lo largo del libro, va a ser determinante para salir ilesa: un combo explosivo entre belleza, juventud e inteligencia. “Es más fácil progresar cuando un hombre te desea”, dice y de esta forma anticipa que el sexo aparecerá como el elemento vibrante que descontractura las tensiones. Guiada por el intenso deseo de escapar de la mediocridad, la protagonista narrada por Natalia Gauna nos habla -desde su femenidad- de los lugares más apesadumbrados del trabajo cotidiano.
Llevás unos cuantos años trabajando como periodista y como crítica cultural, ¿en qué te favorecieron esos mundos a la hora de introducirte en la narrativa?
Me parece que toda formación favorece la narrativa. En realidad, creo que toda experiencia favorece la posibilidad de un hecho artístico. Pero, si algo debo en especial al periodismo y a la crítica es la capacidad de observación, de análisis de una situación en la estoy inmersa. Sobre todo teniendo en cuenta que la novela comienza en una clínica como la que yo trabajé tiempo atrás, con personajes muy parecidos y la capacidad de distanciarme, de extrañarme para hacer algún tipo de análisis quizás tenga relación con la crítica.
El personaje principal de Workaholic no tiene nombre, o al menos no se le da uno. Y sus características identitarias, a grandes rasgos, son muy similares a las tuyas. ¿Te interesa la separación entre autor y personaje o te divierte la idea de que los lectores fantaseen con que te estás narrando a vos misma?
Algo de esto empecé a contestar en la pregunta anterior. Me parece que toda primera obra siempre tiene una cuota de autobiográfica, casi que es inexorable que esto pase. Al menos, lo he visto muchas veces en novelas tanto como en obras de teatro, etc. Uno intenta plasmar allí el mundo que lo rodea, es la primera gran oportunidad de mostrar lo que uno lleva adentro. Los personajes de Workaholic no tienen nombre porque casi nunca pongo nombre a mis personajes. Creo que ellos son lo que hacen, lo que cuentan. Por eso, suelo identificarlos con rasgos de su personalidad o, en la novela, de sus trabajos.
Es cierto que la protagonista puede parecerse a mí. Es inevitable que los lectores lo asocien aunque las historias no las viví jamás. Ese es el poder de la inventiva, de la ficción, nunca se sabe dónde empieza ni dónde termina.
En un momento, la protagonista dice que tiene miedo a morirse, a no trascender. ¿Creés que es un temor de época?
El miedo a morir creo que trasciende cualquier época. Yo tengo miedo a morirme y a enfermarme. Son mis grandes miedos y los canalizo como puedo, en terapia o en el arte. Trascender tiene que ver con otra cosa y, quizás sí sea un temor de época. Todos queremos que nos miren, perdurar jóvenes, eternos… Para mi trascender es fundamental. Al menos yo quiero que me recuerden siempre, que en mi obra sea eterna.
En su forma de afrontar el mundo, imagino que la protagonista no es feminista. ¿Esto es así? ¿Por qué?
No lo es en absoluto. En la novela mi voz personal se cuela cuando la protagonista dice qué piensa sobre algunos temas como: la muerte (volviendo a la pregunta anterior), la maternidad, la belleza y el feminismo. Por eso, no es feminista porque yo no lo soy.
No creo en el feminismo porque me parece un equívoco de época. Hoy las mujeres caemos, forzosamente, en decirnos feministas como si fuera una especie de “deber de género”. No estoy de acuerdo con esto porque creo que en la historia el feminismo fue otra cosa. Hoy, decirse feminista es retrógrado y casi un absurdo. Es levantar una bandera que ya no debería levantarse y, en tal caso, los espacios de desigualdad -que no dudo que persisten- hay que ganarlos pero… proclamando la igualdad. Con esto quiero decir que creo que a veces el feminismo o el nuevo feminismo -el de nuestros días- cae en defender la igualdad autoproclamándose desiguales e intentando conquistar un lugar despotricando al hombre como una especie de adversario. Ahí hay un equívoco. Sobre todo, preso de las malas interpretaciones de quienes se dicen feministas sin jamás haber estudiado el tema. El feminismo quedó preso de ese equívoco y todavía no logró redefinirse, cosa que me parece necesaria. No es lo mismo ser feminista hoy que ayer. Algunas no lo han entendido.
Como en la vida, en la novela la sexualidad ocupa un lugar transversal. ¿Por qué creés que el sexo modela de una forma determinante nuestra identidad?
Si la literatura aborda los temas de la vida, ¿por qué esquivaría el sexo? La protagonista de la novela dice que “cuando gime es real”. Quizás eso resuma un poco porqué la sexualidad es determinante. Más que la sexualidad, diría el placer. Después de todo, vivimos buscando un orgasmo más. El arte nos lo produce de algún modo. Por eso es tan inexplicable como placentero.
Borges dijo que cualquiera que lea su primer libro puede encontrar pistas de todo lo que escribió después. ¿Cuáles creés que serán los elementos de esta novela que estarán en las siguientes?
Es difícil. A veces pienso si puedo escribir algo más, si ya no he dicho todo lo que tenía que decir. Me invade un poco el miedo a repetirme. Pero, si Borges dijo que en el primer libro están todas las pistas, me tranquiliza. No hay duda que los conflictos universales son pocos y que todo ya fue escrito. La cuestión está en el cómo. La sexualidad, la muerte y el trabajo seguramente serán siempre los temas que me convoquen o me inspiren. Resta saber cómo volverán a aparecer y a través de quiénes los narraré.
¿Disfrutás más de leer o de escribir?
Me parece que leer y escribir no son dos cosas distintas sino una misma. Es imposible escribir sin leer. Y viceversa. Primero, porque la lectura abre la mente a un mundo posible y ayuda a comprender el real. Al menos, para mí. Y, para leer necesito escribir, acomodar las reflexiones, las apreciaciones que cada página abre. No siempre se escribe en papel, a veces en el aire, las palabras se dibujan y desaparecen. Pero, es probable que alguna vez vuelvan. El proceso creativo es inexplicable.
¿Qué le recomendás hacer a alguien que nunca leyó un libro?
No sé bien qué le recomendaría. Primero le preguntaría ¡qué mierda estuvo haciendo! Después que comience a leer lo que sea, lo que pueda. No creo en las reglas y prácticas de las buenas lecturas ni en los libros ineludibles para todas las personas por igual. La literatura convoca a cada uno de un modo particular. Esto no quiere decir que no tenga mis libros predilectos y mis autores favoritos pero no por eso los recomendaría a alguien que nunca leyó un libro. Para comenzar a leer, basta con que comience.
Etiquetas: Feminismo, Libros, Literatura, milena Caserola, Natalia Gauna, Novela, sexualidad, Workaholic
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