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07-03-2016 Entrevistas, Notas

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Por Luciano Sáliche

¿Qué es un periodista?

A principios del siglo XX la concepción que se tenía de esta profesión era un híbrido entre objetividad e intelectualidad, una práctica que era llevada a cabo por “iluminados” en pos del triunfo de las ideas. Una visión claramente romántica. Pero con el enriquecimiento de varios empresarios mediáticos en los años 20, una grieta se abrió en el conjunto de los periodistas. Si en 1922 los tipógrafos y los canillitas lograron sindicalizarse, ¿por qué no incluir a los redactores y editores en este movimiento? Ya en 1919 dos periodistas de La Prensa, Octavio Palazzolo y José Gabriel, intentaron formar un sindicato con una gran huelga rompiendo con lo que antes era el Círculo de la Prensa, una suerte de mutual dominada por los directores de La Prensa y La Nación. ¿Qué fue lo que lo impidió? “Por un lado estaban los que hinchados de una enorme vanidad seguían alimentando la leyenda del periodista quijotesco, heroico, que sólo vivía para difundir ideas; por otra parte estábamos los que habíamos superado ese magnífico pretexto, destinado a pagar sueldos de hambre, a enriquecer a las empresas o a solventar los lujos de algún director-propietario”, recordaba Palazzolo en 1949. Como siempre, el fantasma de la división.

Según relató el investigador norteamericano James Cane en su libro Trabajadores de la pluma, la excusa de los empresarios era la misma que la de la mitad de los periodistas: “el carácter económico de un periódico seguía siendo accesorio a la función normativa de la prensa como vehículo de la opinión pública fiscalizadora de los actos del Estado”. Además, querían “desmentir que la relación diario-lector estuviera basada en un intercambio mercantil antes que en una relación de afinidad espiritual”. Los más románticos de todos eran los dueños de los medios que, detrás de la bandera de la cultura, ocultaban la naturaleza capitalista de sus empresas dando, además, bajísimos sueldos a sus empleados.

Fue para fines de la década del 30 cuando avanzó una demanda contra La Prensa por indemnización de dos periodistas donde el juez Eduardo Broquén falló a favor de los trabajadores asegurando que dicho medio era “un establecimiento eminentemente comercial”, con lo cual sus derechos debían protegerse con el Código de Comercio. En 1938, cuando la unidad del gremio estaba más avanzada, se realizó en Córdoba un Congreso Nacional de Periodistas donde exigieron que se realice un estatuto y la fijación de una escala salarial, además de establecer al 7 de junio como el Día del Periodista en homenaje a la Gazeta de Buenos Ayres, primer periódico de la etapa independentista argentina fundado por Mariano Moreno en 1810. Fue recién en 1944, luego de varias discusiones, que llegó el Estatuto del Periodista, una de las primeras medidas elaboradas por la flamante Secretaría de Trabajo y Previsión encabezada por Juan Domingo Perón. En palabras de Cane, “más que un simple intento por ‘cooptar’ a este sector por medio de aumentos salariales” (actores claves en cuanto a circulación de información e ideología), el Estatuto transparentó “la red de relaciones de la prensa masiva”. Ya no había más que discutir: los periodistas son obreros o, como sugiere Cane, trabajadores de la pluma.

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Periodista iluminado / Periodista obrero

¿Cuánta agua corrió bajo este puente? El siglo XXI ha encontrado a los periodistas en una posición cada vez más crucial. No sólo por el avance desbocado de las nuevas tecnologías -dispositivos móviles, internet, redes sociales- sino también por la disputa frente al desquicio de sus propios patrones. Por eso es que se renueva aquella vieja discusión de los años 20: ¿el periodista es un iluminado e intelectual que está por fuera de las relaciones de clases o es, justamente, un trabajador? Si la multitudinaria e histórica marcha del 7 de junio de 2013 fue un indicio, hoy con los despidos masivos en varios medios, producto del cambio de gobierno, la unidad puede empoderarse o desarmarse.

La mayoría de las redacciones cuentan con asambleas organizadas por los trabajadores con delegados elegidos democráticamente, con lo cual esto lleva a ser optimista: un ejemplo fue el masivo Festival por el Grupo 23 que se realizó el domingo 31 de enero en Parque Centenario. La situación de dicho grupo –que según un informe de Jefatura de Gabinete, Poder Ciudadano y Fundación LED, entre 2009 y 2015 recibió pauta oficial por $ 814.961.991- es alarmante porque están en riesgo, entre despidos y sueldos atrasados, más de 800 puestos de trabajo. Los empresarios kirchneristas Matías Garfunkel  y Sergio Szpolski (ex candidato a Intendente de Tigre por el FpV) emprendieron un vaciamiento en el grupo que culminó con la venta de varias de sus empresas. Así fue como Radio América y Tiempo Argentino fue adquirido por el empresario correntino Mariano Martínez del Grupo M Deluxe, el canal CN23 por Cristóbal López y la FM Rock and Pop por el grupo Fénix, entre otras transacciones. Ezequiel Dolber, delegado de Infonews, le dijo a Polvo que “la empresa dice que el portal [Infonews, parte del grupo] es el único medio que va a preservar. Ya se desprendió de la mayoría, sólo quedamos nosotros y Splendid”.

El Grupo 23 es tan sólo un ejemplo ya que los despidos se están propagando por diversas empresas de medios. En BAE y Crónica –cuyo propietario es Raúl Olmos- se anunció la oferta de retiros voluntarios seguido del cierre de ambas redacciones que funcionan en el barrio porteño de Pompeya. “Hay un problema, además, de otro orden y que va mucho más allá de cualquier crisis coyuntural que pueda existir: es el intento de disciplinamiento político y sindical que intentan imponer las patronales con esta política de ajuste, una política que apunta a amedrentar a los trabajadores y hacerlos retroceder de la organización conquistada en los últimos años”, comenta Dolber.

Mientras Nueva York Duerme Cinemelodic periodismo

¿Querés ser famoso o buen periodista?

La profesión de un periodista le implica informarse y saber, quizás mejor que nadie, cómo se manejan los hilos del poder. Tal vez por eso se puede ver tan claramente el despertar de cierta conciencia de clase entre muchos trabajadores de prensa. Sin embargo, hay una grieta que tiene que ver con la popularidad y la exhibición que un medio conlleva. Hay una pregunta que siempre da vueltas  implícitamente en las redacciones: ¿Querés ser famoso o buen periodista? Mientras muchos se pierden en la búsqueda de la fama y se enceguecen con las serpentinas del crecimiento personal (una variante de esos periodistas que en el siglo pasado se creían “iluminados”), otros están seguros que sólo mediante la organización y la unidad se logra obtener mejores condiciones laborales. En este sentido, Juan Pablo Piscetta, delegado de Infobae, en diálogo con Polvo, asegura que “logramos poner en pie una cultura de la solidaridad y de defensa de nuestros derechos como trabajadores que pone en discusión la subjetividad dominante individualista y egocéntrica de nuestra profesión, una de las causas principales por las que hoy nuestros salarios mínimos y derechos están por detrás de otras actividades”. Con este espíritu fue que nació, a mitad del 2015, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA) que, tras la evidente conversión de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) en una burocracia sindical ausente y entorpecedora, ganó apoyo entre las diferentes redacciones.

“Estamos en plena etapa de construcción y aprendiendo a ‘hacer un sindicato’ en un contexto de avanzada de las empresas y del Gobierno contra el salario. El ajuste es nuestro bautismo de fuego como SIPREBA, y el tiempo dirá si estuvimos a la altura de las circunstancias”, agrega Piscetta; mientras que Dolber comenta: “Tenemos por delante la tarea de consolidar el SIPREBA como la organización de los trabajadores de prensa y tender puentes hacia todas las expresiones de lucha en curso para hacer causa común en la derrota del ajuste que se intenta imponer sobre el conjunto de la población trabajadora”.

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Vengo a proponerles una pauta

“Vengo a proponerles un sueño”, dijo Néstor Kirchner ante la Asamblea Legislativa, tras asumir como Presidente, el 25 de mayo de 2003. Trece años después, y luego de tres gobiernos kirchneristas consecutivos, el nuevo mandatario Mauricio Macri ante la misma Asamblea Legislativa, utilizó una metáfora más que elocuente: “Vengo a proponerles una hoja de ruta”. ¿Qué sucedió en estos trece años que pasaron bajo el puente? ¿Cómo se le ocurre a un Presidente, tan ajeno a la chicana tuitera y a las confrontaciones face to face, hacer tal provocación? La metáfora se debe a lo que se denominó la herencia recibida donde el último bastión del peronismo empoderado en la letra K utilizó en abuso -así lo ve el colectivo Cambiemos- las herramientas del Estado. Con esta excusa comenzaron los despidos: por la superpoblación de empleados en los organismos públicos (muchos acusados de “ñoquis”) y por las pautas oficiales desmedidas a los diferentes medios. Si bien se han generado despidos en diversos rubros, la situación del gremio de prensa es alarmante. Y pese a que muchas patronales de medios ejercieron atropellos mafiosos contra varios trabajadores durante estos años (pese a la lucha de las asambleas de cada medio, aún hay muchos periodistas por fuera del Convenio de Prensa Escrita 301/75), con el cambio de gobierno la cuestión se acelera.

Entonces surge una pregunta: ¿El quite de la pauta oficial a los medios de comunicación es el causante real de los miles de periodistas despedidos y de otros tantos cesanteados con salarios impagos o es simplemente una excusa de los empresarios que, con complicidad de la nueva gestión, cuidan sus fortunas y recortan en momentos de crisis? “Si bien muchas de estas empresas ex oficialistas fueron beneficiadas durante años con jugosas sumas de pauta oficial, no es el fin de ese flujo de fondos lo que nos lleva a la crisis, sino la decisión empresaria de convertir a los trabajadores en la variable de ajuste. La mayoría de las patronales que hoy se encuentra a la cabeza de los despidos y los vaciamientos de medios cuentan con espaldas suficientes para absorber cualquier crisis que pueda estar en curso. Los argumentos no resisten análisis, ya que apenas cambió el gobierno comenzaron a ajustar. Y, sin ir más lejos, empresas como Clarín y La Nación también vienen llevando un ajuste en sus términos con retiros «voluntarios», cuyas vacantes luego no reemplazan”, analiza Dolber.

Por su parte, Piscetta reflexiona: “Aunque todo periodismo es político, es cierto que la crisis del Grupo 23 y otros medios alineados con el kirchnerismo solo puede explicarse porque nacieron con un fin propagandístico deformado, sin una planificación a largo plazo. Dueños como Sergio Szpolsky y Cristóbal López demostraron un desprecio total hacia los trabajadores de prensa y la profesión. Una futura regulación del mercado tiene que incorporar la factibilidad de los proyectos mediáticos. Tampoco hay que tener una mirada peyorativa sobre la pauta oficial en los medios. El Estado tiene que garantizar a la sociedad el derecho a la información, a que esta sea plural, libre y democrática, y para ello asignar partidas presupuestarias a los medios estatales, privados y no lucrativos es clave. Ahora bien, sin dudas tiene que haber un punto de equilibrio entre aportes estatales y autonomía privada”.

Como han entendido miles de periodistas que permanecen organizados en asambleas y participan de movilizaciones para defender los puestos de trabajo, quienes ejercen esta profesión pertenecen, por sobre todas las cosas, al pueblo trabajador. Desde ese lugar salen sus reclamos. Con el SIPEBA a la cabeza, el gremio parece hacerse fuerte, sin embargo la avanzada de las empresas la organización se desvanece. Habrá que esperar las respuestas del Gobierno, el desenlace de los conflictos en varias empresas y la forma en que se plantea la discusión por las paritarias de este año. Pero por sobre todas las cosas, la situación del gremio de prensa dependerá de la unidad de los periodistas: la verdadera épica periodística.

 

 

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