Por Luciano Sáliche

Todo nace en Twitter y se replica incasablemente. ¿Síntoma de época? Este martes 16 de agosto volvió a sonar la alarma entre los periodistas. Juan Agosto, panelista de La Quinta Pata de la Noticia, contó en las redes sociales que fue despedido. El programa, que desembarcó en la televisión estatal con la intención de brindar un espacio para nuclear «distintas perspectivas» -en oposición a la unilateralidad política de 678-, desvinculó no solo a Agosto sino también a dos periodistas más, la conductora Marcela Pagano y el especialista en finanzas Ignacio Olivera Doll.

Fuentes allegadas a la TV Pública le manifestaron a Polvo que «la decisión fue de la producción del programa», y que «el canal no va a sacar ninguna declaración ni comunicado» que esclarezca este hecho ya que lo consideran ajenos a su órbita. A diferencia de otros programas, que suelen estar a cargo del gerente de noticias Néstor Sclauzero, esta propuesta televisiva recae sobre el director general Horacio Levin.

La pregunta sobre la orientación ideológica de los despedidos quedó resonando, sobre todo cuando Olivera Doll explicó que «nos convocaron para hacer un Intratables prolijo y terminamos haciendo un Desde el llano«. Sin embargo, esta vez, el foco de la cuestión debe ponerse en otro lugar. Agosto le narró a Polvo lo sucedido: «Primero me avisaron, no desde el canal sino uno de los productores -eso no cuenta como aviso del canal- que la decisión era que no estuviera ni yo ni otros dos compañeros. Luego llegó una carta documento a mi casa. No hubo un comunicado del canal para explicarme por qué».

«Contesté esa carta documento con un telegrama rechazándola», dijo el periodista que, además, recordó las dudas que él y sus compañeros tuvieron al momento de firmar el contrato laboral ya que incluía dos cláusulas que podrían calificarse, como mínimo, de polémicas. Una era que el canal no se hacía cargo si alguien le realizaba juicio por lo que se dijera en el programa. Esto abre una situación de desamparo hacia al trabajador ante una posible cruzada legal a raíz de una investigación periodística. Y la otra tenía que ver con lo que terminó argumentando el despido: entre el 30 de mayo y el 31 de diciembre en que duraba la contratación, el canal podría prescindir de sus servicios sin que ellos puedan protestar al respecto. Este parece ser el quid de la cuestión, la contratación estatal, una forma sofisticada de precarización laboral, algo que permitió el despido masivo en varias oficinas gubernamentales tras el cambio presidencial.

«Era eso o no estar en el programa. Nosotros teníamos buena fe para que empezara el programa. Nos dijeron que era una modalidad frecuente en los contratos y que, además, de esta forma se iba a cobrar antes», agregó haciendo alusión a su situación, ya que venía de trabajar en el Grupo 23, lugar donde llevaba tres meses sin cobrar su sueldo, una de las tantas irregularidades en el multimedio de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel.

Andrea Rodríguez, una de los tres productores de La Quinta Pata… (además están Esteban Talpone y Guillermo Alfieri), le aseguró a Polvo que estos despidos «no tienen que ver con una cuestión ideológica» sino que, por el contrario, obedecen a una «reestructuración del programa». Según expuso Rodríguez, el ciclo va a tener cambios de escenografía, todo en función de «hacer crecer el programa» ya que tuvieron un parate de quince días por las Olimpíadas. Para Juan Agosto tampoco hay una situación estrictamente ideológica. «No tengo ninguna sospecha de ninguna persecución política. Las especulaciones las pueden hacer ya que el programa no explicó nada», dijo concluyendo que su intención no es generar un escándalo al respecto y que la cuestión circule por el terreno del diálogo. Esperemos que así sea. Lo cierto es que aquí debería abrirse un debate sobre, no a la cuestión ideológica en el periodismo -de eso se encargarán los alarmistas-, sino la forma de contratación, una lógica estatal que perjudica a los trabajadores.

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