Por Luciano Sáliche

¿Qué puede el arte? Se ha escrito mucho sobre el tema, sin embargo fue el marxismo una de las corrientes que le quitó el manto divinizador para encerrarlo en un callejón de términos concretos. Antonio Gramsci prefería hablar de cultura y la definía como todo lo que el hombre crea en su paso por la vida. Esta relativización estratégica guarda una trampa: si todo es efímero y vale lo mismo, si se pone en equivalencia una escultura sobre mármol y una percha plástica echa en serie, entonces hay que pensar en la calidad de cada cosa producida, en la capacidad de trascendencia y en su relación con la sociedad contemporánea a la que le habla. Hay una frase que se le atribuye a Picasso que dice: el arte es una mentira que nos hace darnos cuenta de la realidad. La pregunta inicial vuelve: ¿qué puede el arte? En principio maravillarnos, luego despertarnos y hacernos ver el artificio artístico, eso que nos devuelve, como un cross en el mentón, al suelo de la realidad, lo que verdaderamente importa.

¿Cómo pensar el arte en un mundo digitalizado? ¿Qué puentes artísticos se tienden hacia lo real para trazar los caminos de la transformación social? Hijo de obreros -padre albañil, madre empleada doméstica-, Juan Paz nació en Neuquén y más tarde se vino a vivir a Buenos Aires. Comenzó dibujando desde chico y con el tiempo fue tomando la profesionalidad que ameritaba. Hoy, con 25 años y sin un solo gramo de actitud comercial, publica sus ilustraciones en Disculpen la molestia, una fan page de Facebook que cuenta con más de 120 mil seguidores que esperan con ansias saber cuál será la interpretación dibujada que el artista haga de la realidad porque, según él mismo lo dice, lo que hace son ilustraciones de coyuntura. En diálogo con Polvo, habló sobre su oficio, el escenario local, la jugada política y la perspectiva de clase.

¿Cómo empezaste a dibujar de forma frecuente? ¿Cómo fueron esos primeros trabajos y en qué momento te diste cuenta que era hora de mostrarlos?

Siempre dibujé de forma frecuente, pero no fue hasta que empecé a ilustrar lo que levantaba la agenda mediática hegemónica que lo empecé a hacer súper frecuente. Mis amigos me presionaron para que hiciese una página de Facebook aunque sea para mostrar lo que hacía. Cedí cuando se me ocurrió como nombre Diculpen la molestia, que me pareció que resumía el espíritu de lo que intentaba hacer. Los primeros laburos sobre lo que hago ahora fueron experimentales. Antes había un contenido social, siempre, pero más general. Eso se transformó en críticas más puntuales sobre temas puntuales con el correr de los meses.

¿Qué complicaciones existen para el dibujante a la hora de editar sus trabajos? ¿Cómo ves el panaroma en la industria cultural de hoy?

El panorama siempre fue difícil, es jodido encontrar una editorial que te edite y saque a la luz, pero siempre se puede hacer de manera artesanal, en menor número de tirada. Pero sin depender de alguien, en el under uno siempre se las ingenia, y de una forma u otra termina publicando. No veo ni un atisbo desde Cambiemos para fomentar la producción cultural, menos si se trata de algo que satirice y ría del status quo.

Viviste el mundo de los dos lados, antes y después de internet, ¿cómo cambió la forma de hacer arte en esta bisagra?

Viví de los dos lados y lo que cambió me parece que, por un lado, tenés la internet que te permite descargar obras de autores que no podés conseguir acá, o no podés pagar e influenciarte de lo que hace. Aprender de otras técnicas. También te permite lograr una visibilidad de vos como artista. Mucha gente empieza a conocerte por la virtualidad, y eso es lo mejor, porque uno ilustra para los otros, mientras más otros se vean interpelados mejor. En otros tiempos era más difícil el acceso a la cultura, internet nos trae todo en pdf o jpg.

Hay una discusión que siempre vuelve que tiene que ver con la forma y el contenido; si el arte tiene que tener una intervención en las estructuras sociales o si solamente debe enfocarse al fin estético, ¿cómo te llevás con estas posturas?

Creo que es un poco de ambas posturas, en mi caso me gusta que la obra tenga tiempo y dedicación para que la experiencia estética guste más allá de si se comparte o no el mensaje. Y el mensaje siempre sigue una línea, que es bastante crítica. También hay que tener en cuenta que trabajar con la agenda coyuntural conlleva tener que ser rápido para explayar una opinión y publicarla porque después cae otra noticia que te tapa la anterior y ya quedaste en el pasado. El arte debe desafiar las estructuras impuestas, hay que combinar un mensaje crítico en la obra con el tiempo y dedicación que haga a la pintura una agradable experiencia estética.

Los temas que trabajás tienen que ver con una perspectiva de clase. ¿Qué es lo que te llevó a tomar este camino, por llamarlo de alguna forma?

La perspectiva de clase en las obras la trajo la conciencia de clase. El percatarme del lugar en el que estoy en la sociedad y ver qué intereses tengo en común con mis pares. El haber concebido una ideología decantó en los pinceles. Sacudir un poco pensamientos para poner en duda ciertas cosas presupuestas y disputarle un poco de sentido común a la idiosincrasia que nos incrustan desde que somos niños.

En el último tiempo ha habido una proliferación de «dibujantes políticos», sin embargo en muy pocos se percibe una clara perspectiva de clase. ¿Lo ves así? ¿Por qué creés que se da esto?

Lo veo algo así. Capaz es porque dentro de esos dibujantes muchos son progresistas, ahí la defensa de intereses de la clase trabajadora depende de qué facción del empresariado esté en el poder, pues si reprime Berni puede estar bien, pero si lo hace Bullrich es la hija de satanás.

Sos crítico con el macrismo, también lo fuiste con el kirchnerismo. ¿Qué nuevas dificultades o facilidades hay -desde tu mirada- en criticar a este Gobierno?

El macrismo, a diferencia del kircherismo, tiene una horda de trolls pagos (con nuestros impuestos) dispuestos a denunciar tanto páginas al punto tal de que te las bajen para siempre. Así que ahí tenés una dificultad. Igual de ambos gobiernos siempre saqué y saco material criticable, esta facilidad la continuaré en pie siempre.

¿Se puede decir que sos un artista militante? ¿Cómo te llevás con esa etiqueta?

Me hace ruido esa etiqueta, pero ponele que sí, si querés. Sobre lo único que ilustro, desde hace tres años es sobre temas de sensibilidad social, criticando siempre a los mismos. Y defendiendo también siempre a los mismos. A veces quedándome hasta muy tarde y yendo a laburar casi sin dormir. Porque hay cosas que se pueden aportar desde el campo en el que uno se desenvuelve mejor.

Por último, ¿cómo ves la escena del dibujo local? ¿Sos optimista con las movidas que puedan llegar a surgir en este escenario?

En la escena de dibujo local hay muchos talentosos que admiro, y otros que no. El abanico de artistas es amplio y seguro de ahí saldría algo piola si se pusiese en marcha algún proyecto. Me veo, sí, optimista al respecto. Okupas, Tumberos, Sol Negro y otras obras más salieron durante grandes crisis que a la sociedad diezmaba. Gramsci escribió cosas re piolas en cana pasándola muy mal. Es una mierda pero mientras peor está el contexto, a la hora de producir mejor material sale. Y ojo, no digo esto desde un pedestal, yo también me cago de hambre.

Etiquetas: Antonio Gramsci, arte, Ilustración, Juan Paz, Kirchnerismo, Macrismo, Pablo Picasso