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Por Leticia Martin
Ana corre. Está siempre apurada. Es una trabajadora que se mezcla con el paisaje gélido y gris de una ciudad que antes era otra, y que ella también puede adivinar. Lo que nos hace pensar que, también, Ana sabe. Porque considera a la historia un continuo de pequeños acontecimientos. No líneas centrales de tramas ajenas, sino una serie de eventos propios, sucesivos, interminables y también ominosos. Ana toma notas, reflexiona sobre su escritura y sobre sus lecturas, sobre cómo se deforman las anécdotas, cómo se cuentan las historias, en definitiva. Su pesadumbre se hace a la medida de la ciudad que recorre por obligación. Avenidas, barrios, apariencias. Buenos Aires es Ana y Ana es, de alguna forma, Buenos Aires. Una educadora educada por los mensajes que la ciudad replica. Gente apurada, tacheros sin paciencia, manteros, puteadas, monumentos grises, árboles mal podados, avenidas como ríos prostibularios. ¿Podría ser otra Buenos Aires? ¿Sería Ana la misma sin esta ciudad como telón de fondo? Desmarcada de embanderamientos políticos de trazo grueso, Ianina Lois narra una ciudad determinada, tomada por su época, atravesada por ciertos cánones. Y lo que intenta, sin dejar de poner el foco en la historia sobre la que esa ciudad se despliega, es desvelar ciertos mecanismos discursivos. ¿Está buena la ciudad? ¿Es más verde? ¿Luce más limpia que antes? ¿Antes de qué? ¿De quién? ¿Está buena Buenos Aires? Ana vive. Su lugar es un pequeño ph de la calle Terrada, cerca del punto donde limitan los barrios de Flores, Paternal y Villa del Parque. Ana piensa demasiado. Se neurotiza, pone en tensión, desdobla, argumenta y disecciona su vida para analizarla. Su voz no es un grito, pero es una voz potente, que se sabe escuchada y que, también, puede dañar o confundirse con la soberbia. Ana no es ingenua. Fantasea maldades y violencias a modo de pequeñas venganzas cotidianas. Observa detalles mínimos, se mueve entre escritorios grises e intenta escapar a los tentáculos opresivos de la administración pública.
Ana es la agilidad en la escritura del diario que narra Ianina Lois –comunicadora social, profesora e investigadora de la UBA y la UMET–. Ana es veloz, precisa, quirúrgica, como esta breve novela fragmentaria que escribe y presenta en público, por primera vez, Ianina Lois. ¿Estamos frente a un intento de autobiografía? ¿Se trata de una lista de anécdotas personales inconexas?
La protagonista de este trabajo literario intenta rearmar el rompecabezas de su propia vida a través de la escritura y la reflexión atenta de lo que la rodea. ¿No son esos, acaso, los escenarios que recorre Ianina Lois cada día? ¿Coinciden autora y narradora? No lo sabemos. Sí podemos sospechar que la ciudad de Buenos Aires, como telón de fondo, reúne a ambas mujeres y le hace de marco a ese andar veloz que, de todos modos, se permite un tipo de observación silenciosa y atenta de cada detalle.
La escritura apretada y sintética de Plano de evacuación no da vueltas ni dilata las acciones, no se pierde en una retórica vaga ni nos deja afuera. Por el contrario, como por efecto de un impulso fuerte por decir algo concreto –que se expresa desde el título– nos lleva a la salida de este mundo con un dejo de melancolía en el alma.
Marginal y distinta. Anticuada. Demodé. Ana no corre tras la normalidad. Ella es deseo y destino propio. No es tendencia. No es vidriera. Su existencia –aún cuando solo se trate de un dispositivo narrado– encarna un modo no publicitario de ser mujer, trabajadora y poeta. Uno desfasado de su época y que, de modo táctico y silencioso, la subvierte. Porque la historia de Ana no es solamente un friso colorido, bien descrito y edificado, sino que es una historia que crece a zancadas espaciosas, dejando agujeros para que el lector complete la trama, y sumiéndolo –cada vez con más astucia– en un devenir que se complejiza y lo atrapa como a moscas entre los hilos de una telaraña. Así el amor, la locura y la muerte, se hacen presentes, a su modo y sin estridencias, en un relato que bordea la autobiografía pero que, a la vez, se esconde con tino y buena prosa en nombres falsos de espacio reales, o que eso nos hacen creer.
Plano de evacuación
Ianina Lois
Modesto Rimba, 2016
Etiquetas: Ianina Lois, Leticia Martin