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20-07-2017 Notas

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Por Luciano Sáliche

“Hoy la situación de los medios es durísima. Al igual que el año pasado. Hicimos un relevamiento de prensa en Capital Federal y perdimos 1400 puestos de trabajo”. El que habla es Fernando “Tato” Dondero: melena plateada, bandera en mano, cigarrillo de tabaco armado entre los dedos. Es el Secretario General del SIPREBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) y, a diferencia de la dirigencia sindical actual, especialmente el triunvirato de la CGT (Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña), está en la calle con los trabajadores. En esta ocasión, el conflicto que atañe a todo el gremio de prensa es el de Radio Del Plata: la patronal adeuda sueldos y aguinaldos, y como si fuera poco, desde hace meses, suspendió la cobertura médica. Mientras Dondero habla con Polvo, una nueva audiencia se está desarrollando allá arriba, en una habitación del imponente edificio del Ministerio de Trabajo, el que está sobre la avenida Callao. La manifestación comenzó a las diez de la mañana, justo enfrente de un Mc Donald que parece estar a punto de desmoronarse.

Cerca de 40 policías flacos pero grandotes, visiblemente entrenados en algún gimnasio estatal, con boinas azules y chalecos negros, rodearon la movilización. Hay tres o cuatro patrulleros, policías locales con camperas bordó, algunos fosforescentes que ordenan el tránsito y uno grandote, todo de negro, que sobresale por su cresta aplastada a gel, y el sol que le hace brillar la culata del revólver. Entre 200 y 300 activistas aplauden, agitan banderas, golpean redoblantes sobre algunos carriles de la avenida, hasta la mitad. El tránsito se encoge en esa cuadra y continúa con normalidad. Hay cánticos, ruido, y un poco de pirotecnia Tres Tiros. Una camioneta azul con un altoparlante le pide a los trabajadores que no claudiquen en la lucha, que resistan. La voz bien locutada cuenta los pormenores del conflicto que los empleados de Radio Del Plata mantienen hace un año y nueve meses. Hace frío, mucho frío, pero eso es lo de menos.

El fin de la pauta oficial, que cayó a chorro durante el kirchnerismo, fue determinante para Radio Del Plata. Con el cambio de Gobierno y esta política de insensible austeridad, poco a poco las cosas se tornaron turbias y la camarilla empresarial no se quedó a limpiar la fiesta de sus años felices. Los sueldos atrasados y la inestabilidad llevaron a que los conductores deluxe enfrenten la desidia patronal, pero que finalmente partan: Marcelo Zlotogwiazda, Tuny Kollman, Gustavo Sylvestre, Darío Villarruel, Iván Schargrodsky. Los trabajadores aguantaron y siguen aguantando: ceses de actividades, asambleas, paros de 24 horas, quite de firmas. Las audiencias ministeriales dan esperanza pero el panorama coyuntural muestra su cara de perro. Jorge Triaca desvía con eso de que hay “una industria del juicio laboral”, Patricia Bullrich culpa a la izquierda del cierre de las empresas y Mauricio Macri espera a ver qué le dicen las urnas para avanzar con el plan de “modernizar” los convenios colectivos en nombre de una mayor competitividad y productividad. Ni prender la tele ayuda; los medios burgueses no paran de criminalizar la protesta social.

Rubén Schofrin (Secretario Adjunto del SIPREBA), también presente en la manifestación, mete pila al reclamo: “Ha sido una marcha muy importante en el comienzo de una audiencia conciliatoria donde todos los sindicatos presentes venimos a reclamar que la empresa deje de vaciarse y paguen los salarios. Es un conflicto dilatado que lleva más de un año y medio. La última propuesta patronal de pagar un 20% del salario por semana la propia empresa la incumplió. Electroingeniería, que son los dueños de Radio del Plata, es una empresa en expansión que tiene negocios de obra pública en todo el país deben poner la plata y resarcir a los trabajadores.”

Pero, ¿quiénes son los dueños? Según el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), dependiente del Ministerio de Comunicaciones que dirige Oscar Aguad, como propietarios de Radio Del Plata figuran Marcelo Tinelli y Claudio Belocopitt (dueño de Swiss Medical y socio en el Grupo América). Sin embargo, en 2008 Electroingeniería se los compró. La denuncia es también que no aparece realmente acreditado el traspaso de las acciones. Gerardo Ferreyra, su hijo Sebastián, y Osvaldo Acosta son actualmente los dueños de Electroingeniería, los mismos que reciben millonarias licitaciones en obra pública para, por ejemplo, la construcción de los mega gasoductos troncales de la provincia de Córdoba por 9 mil millones de pesos.

“En las audiencias la empresa dice que no tiene plata y el Ministerio no dice absolutamente nada, por eso pensamos que la posibilidad de resolver esta cuestión es en la calle, es movilizándonos, es haciendo cosas entre los compañeros. Esta patronal está mirando para otro lado porque lo puede hacer”, comenta Dondero, y continúa: “No somos ajenos a todo lo que pasa en el movimiento obrero, formamos parte de eso, y necesitamos que haya respuestas colectivas. Nosotros damos las respuestas que podemos dar: en las empresas, organizándonos, haciendo asambleas, tomando medidas, lo que nos da en cada lugar. A veces haciendo paro, otras quitando firmas. Lo que podamos. Pero necesitamos una respuesta colectiva, necesitamos que la CGT se mueva. La CGT hace una movilización dentro de una semana para no hacer un paro, y nosotros como trabajadores necesitamos que haya paro, que haya lucha, porque este plan económico viene por todos nosotros.”

Por su parte, Schofrin, con una reluciente pechera celeste que dice “Prensa”, reflexiona: “Hay una situación de crisis en todos los medios de prensa con vaciamiento, despidos o no pagos de aguinaldo y salarios. Es una situación explosiva a la que el gremio de prensa va a dar una respuesta junto a todos los gremios de la comunicación”. La movilización en Callao 114 sigue firme, haciendo ruido, visibilizando el reclamo en toda la sociedad, intentando sembrar conciencia. El sindicalismo del sector está presente: SUTEP, AATRAC (radiodifusión), ATE y SIPREBA. A media mañana llega una docena de trabajadores con camperones azules que dice Pepsico. Solidaridad de clase de quienes fueron violentamente reprimidos y desalojados mientras resistían el cierre de una de las fábricas más grandes del país. Un morochón con una bandeja en la cabeza llena de panes camina entre los manifestantes intentando vender algo porque, dice, la miseria ya entró en las casas por debajo de la puerta, de arrebato, como si fuera un giro lógico de la democracia, un anunciado revés del capitalismo. Sólo queda resistir. Hay que resistir.

 

 

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