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Por Federico Capobianco
Morirás por Malvinas
Pero no dejes cuentas sin cobrar
Sweet Home Buenos Aires – Javier Calamaro
Cuando a Tommy Shelby le dicen, en Peaky Blinders, que el hombre dulce que solía ser previo a la guerra no regresó, responde: “nadie regresó”. Es el corte furioso de la microhistoria, si uno logra volver ya no es; quién era antes de partir ya no existe. Pero está. Vuelve. Y la pregunta ahora es no cómo es sino si puede, si encaja en ese espacio que dejó, o, mejor dicho, como debería haberse dicho desde el 14 de junio de 1982, si ese espacio es capaz de hacerlo encajar.
Los treinta y seis años que pasaron parecen demostrar que el enfoque fue erróneo: la cascada simbólica que el Estado desparramó sobre la sociedad argentina dejó el sentido común de que aquellos loquitos de la guerra serán ahora eso, unos loquitos, no más los hombres dulces ni los etcéteras; y será la excusa: cuando algún loquito se queje diremos que fue la guerra la causa, que quedó así después de ella, y nos callaremos sin ver que lo único que dejó la guerra sombre los ex combatientes es daño.
A fines del 2017 se editó en Chivilcoy un trabajo realizado por alumnos de 3º año de secundaria del Colegio Crear. Durante un año –cursaban 3º año en el 2016-, dentro de la asignatura Estado y Política, entrevistaron a nueve de los ex combatientes oriundos de la ciudad: Walter Mare (cuadro del ejército, Destructor Seguí); José Luis Risso (conscripto, Portaaviones 25 de Mayo); Hernán Moccia (cuadro del ejército, Destructor Santísima Trinidad); Carlos Cortiana (conscripto, General Belgrano); Marcelo Giuliano (conscripto, Portaaviones 25 de Mayo); Oscar López (conscripto, Portaaviones 25 de Mayo); Ricardo Zapata (conscripto, General Belgrano); Ángel Cejas (conscripto, Cabo San Antonio –desermabarcó en Malvinas el 2 de abril); Javier Carretoni (conscripto, Malvinas); Roberto Maggi (conscripto, Malvinas). Hay dos más: José Luis Rubbo (conscripto, Portaaviones 25 de Mayo) quien falleció y Jorge Luis Tarditti (conscripto, General Belgrano) que eligió no participar.
El libro repasa las historias personales previo a la guerra, durante y después de ella. Microhistoria pura con las ventajas de seguir contando con las fuentes orales. Están los límites obvios que pueden tener investigadores adolescentes pero eso no le quita riqueza al contenido. De todas formas, los ex combatientes dan sus respuestas según quién pregunte, dicen que los chicos no pueden saber ciertas cosas porque no merecen conocer, de tan chicos, tanto horror. Las demás respuestas, aseguran, se las llevarán a la tumba. Sin embargo, en esas respuestas dejan entrever la deuda que como Estado y sociedad le debemos a los caídos y los ex combatientes de la guerra de Malvinas. Los chicos no profundizan en eso porque no está en sus planes, además, mejor conocer lo primero.
Coco, la película de animación que obtuvo el Oscar en este 2018, retoma del tradicional Día de los muertos mexicano la idea de honrar a quién ya no está porque la verdadera muerte es el olvido. Uno se muere una vez pero vuelve a morirse, ya definitivamente, cuando es olvidado. ¿Qué pasa cuando esa segunda muerte parece llegar antes de la primera, cuándo esa segunda muerte se refleja en la indiferencia de un Estado durante varios años? Se debe pelear, aunque el desencanto haya achacado 36 años seguidos, se debe pelear para que no suceda. Por tal razón, Polvo se reunió con Oscar López, Carlos Cortiana, Ricardo Zapata y Héctor Moccia para conocer su situación hoy en día, sus reclamos, las deudas y la batalla constante contra el olvido.
¿Cómo es el reconocimiento para con Malvinas, sus caídos y sus ex combatientes, tanto a niveles simbólicos como económicos, hoy en día?
López: a nivel local sacá al municipio que te cita para las fechas importantes, después nada.
Cortiana: vos andás en la calle y nadie sabe si sos ex combatiente. Tampoco vamos a andar con un cartel que diga que somos veteranos pero sí nos gustaría que seamos reconocidos por el pueblo chivilcoyano porque somos de acá.
López: Tarditti dice que la gente no puede andar todo el día a los gritos abrazándote, pero él no va a las charlas ni a los actos porque se acuerdan de nosotros cuando falta una semana para el 2 de abril. Y eso pasa en la calle, los medios y las escuelas. Todos arrancan una semana antes al 2 de abril y nosotros somos veteranos de guerra desde el ‘82.
Cortiana: todos te llaman para el 2 de abril, el 2 de mayo o el 14 de junio.
López: el 2 de mayo ni existe, del hundimiento del Belgrano apenas se empezó a hablar el año pasado.
Cortiana: sí, pero nunca se habló del 2 de mayo. No hay ni un acto en memoria de los 323 caídos del Belgrano y acá somos tres los que estuvimos: Zapata, Tarditti y yo.
López: ahora cambió mucho, antes no estábamos ni reconocidos, ahora estamos más insertados en la sociedad pero falta mucho. Un veterano de guerra en otro país tiene mucha importancia, haber peleado por su bandera y por su patria le da reconocimientos políticos y económicos. A nosotros no nos dieron nunca nada. La primera jubilación la sacó Menem el ‘96 y era de 136 pesos, como si fuera la mitad de una mínima hoy. Así vinimos cobrando miserias, migajas, hasta que entró Kirchner. Y no te lo digo por política, esto es una realidad, nosotros no podemos negar a quién nos dio una mano. Kirchner vio que lo que pasaba con nosotros era una barbaridad y en apenas unos meses nos llevó la jubilación a mil y pico de pesos. Era una pensión muy buena, con PAMI, y ahí nos empezamos a reinsertar en la sociedad. Hoy, por ejemplo, hay un tema bastante áspero con Anses, con la causa de que somos veteranos desde el año ’82 y nosotros cobramos desde el ‘96, todos esos años no están. La Anses lo rechaza pero es algo que nos deben. Pero hoy falta el reconocimiento de la comunidad, no de todos porque hay gente a la que le interesa, se te acerca, va a los actos, pero la mayoría no le da importancia.
Ese reconocimiento de la sociedad que surge días antes de un nuevo 2 de abril, ¿consideran que es consecuencia de un Estado ausente desde el ‘82 hasta acá o que la sociedad también es responsable?
López: hay falla en ambos lados.
Cortiana: es el Estado el que tiene la responsabilidad de reconocer a sus veteranos, el Estado no habla de nosotros. Nadie se acuerda de los 649 caídos, nosotros nada más.
López: Nosotros no hablamos de política, hablamos de la realidad. ¿Escuchaste alguna vez a hablar a este gobierno de los veteranos de Malvinas? No te digo ahora, desde que entró, ¿escuchaste a algún ministro hablar de los veteranos de Malvinas? No, nada, cuando otros gobiernos sí hablaban y se sentaban en mesas diplomáticas por Malvinas. Ahora este gobierno parece que se sienta a negociar para dejarle a los ingleses más de los que nos robaron. Hay un montón de temas a tratar a nivel nacional, pedidos nuestros que se dilatan, se dilatan, y los veteranos se están muriendo.
Zapata: En el último de los análisis psicológicos que nos hacemos todos los veteranos, a mí me plantearon la siguiente imagen, ¿qué pasaría si a un Ford 40 le ponés un motor Falcón ‘74, qué se rompe primero? La carrocería. A nosotros nos pasa al revés, tenemos bien la carrocería, tenemos mal el motor. El desgaste psicológico va 10 años adelante que cualquiera.
López: Y a eso nosotros lo vemos. Yo tengo un grupo del ARA 25 de Mayo donde somos como 200 de todos lados y cada un par de día comparten las noticias de que fallecen compañeros. Tenemos 55 años, somos jóvenes, pero estamos muriendo. Y mientras más prorroguen nuestra lucha, más compañeros se mueren. Acá hay algo claro, nosotros estuvimos en una guerra, yo no fui porque quise, a mí me llevaron. Lo mínimo que nos merecemos es un reconocimiento digno. Hace 36 años que la venimos peleando y eso que estuvimos unos cuantos años que no pudimos pelear nada porque estábamos escondidos, que no podíamos ni hablar porque éramos veteranos de Malvinas. Nos trajeron de noche en un tren donde no podíamos ni abrir la ventana. Yo me vine al campo donde me crié, miraba para todos lados, no sabía para dónde salir, estaba seco, con hambre, no sabía ni dónde estaba, y no podíamos ni decir de dónde veníamos.
Cortiana: a Zapata, Tarditti y a mí nos dejaron en 9 de Julio y nos tuvimos que venir a dedo, vinimos escondidos cuando tendríamos que haber sido despedidos y recibidos como debe ser. Nosotros de Ushuaia fuimos a Puerto Belgrano donde no hicieron los documentos por licencia de 15 días y después de eso tuvimos que volver a la ESMA, donde en vez de decirnos que nos vayamos a nuestras casas nos hicieron completar los 14 meses de la Marina.
Zapata: 14 largos meses. A nosotros nos corrieron. La noche de la rendición estábamos en la ESMA y habíamos ido al centro vestidos como colimbas, y en el momento de la rendición no nos alcanzaban los trenes para venirnos, la gente nos quería matar, no reconocía quién era de la fuerza ni quién el colimba que había ido porque lo habían llevado. Te veían vestido y se indignaban, pero eso pasó porque la gente dio lo que no tenían, acá en Chivilcoy la gente se sacaban las alianzas para nosotros y a eso nunca lo vimos.
López: la gente nos sigue preguntando por eso, o por la comida que mandaban y nosotros nunca vimos nada, ni enterados.
En el libro cuenta Mare que al volver lo echaron de un trabajo porque pensaban que como venía de la guerra le iba a dar un ataque de locura y hacer un desastre. ¿Cómo vivieron esos años?
López: yo tuve la suerte de que tenía trabajo antes de irme y me lo guardaron, pero a compañeros ni los atendían porque éramos los locos de la guerra.
Moccia: desde que volví estuve trabajando en una empresa sin decir que era veterano, me mantuve callado pero sin esconderlo. Ellos no preguntaban y yo no decía.
Cortiana: es que en ese momento, si decías que eras veterano inmediatamente eras el loquito de la guerra. En la fábrica que yo trabajaba ellos sabían porque yo ya era empleado, me habían guardado el trabajo, pero después, en la calle, jamás dije que estuve en la guerra ni en el hundimiento del crucero. No hace mucho que empecé a hablarlo. Yo, como la mayoría, empezamos a hablar hace poco. Es más, ni a mis padres, que sabían que había estado en la guerra, me animé a contarles mi situación, recién ahora se atreven a preguntarme algunas cosas que nunca me preguntaron. Cómo pueden pasar tantos años sin poder contarle a mis padres, no sé si porque uno estaba cerrado o no quería remover la historia, pero hasta hace poco tiempo no sabían quién era yo.
¿Cómo conviven con esa ambivalencia de que el Estado, las escuelas, los medios se acercan para el 2 de abril con su pedido de que el reconocimiento debe ser todo el año?
Moccia: lo tenés que analizar muy profundamente pero todo se maneja así. La política se maneja intentando solucionar las cosas una vez sucedidas. No te digo que estamos acostumbrados pero son años que nos caen encima y lo vamos tomando así.
López: cuando se empieza a acercar la fecha es algo natural que cambie tu sensación, uno está más sensible, con más recuerdos. Aun así, cuando nos llaman las escuelas o los chicos nosotros vamos porque no son culpables de todo lo demás, de hecho en las escuelas trabajan sobre el tema, por eso no podemos decirles que no vamos por equis motivo, nosotros queremos estar presentes con los chicos porque nos hace bien.
Moccia: estar con la gente, que te llamen para un charla, es parte de la ayuda psicológica que recibimos, uno se siente útil, y darle a la sociedad un granito de arena para el futuro de los chicos, en buena hora.
López: el 2 de abril es la fecha que tiene la sociedad para reconocer a los veteranos pero a mí, lo primero que se me viene a la cabeza son los 649 fallecidos que hubo en Malvinas y uno se pregunta por qué tuvieron que pasar 36 años para que pudieran identificar los cuerpos que los familiares no sabían dónde estaba el hijo, por qué no se hizo antes. Tuvieron que ir ahora, una semana antes del 2 de abril. Eso también te lleva a la sensibilidad del 2 de abril. Mientras tenemos esta charla yo me acuerdo hasta los colores de la cama, hasta los sitios donde andaba arriba del barco, del compañerismo, de mi labor.
¿Con esto del reconocimiento de los cuerpos se da esta misma sensación, de recibir un resarcimiento simbólico pero preguntarse por qué ahora y no antes?
Cortiana: es todo política, quieren politizar la guerra de Malvinas. Al poco tiempo del 2 de abril hacen el reconocimiento de los cuerpos, ¿qué quieren?
López: nos gustaría que alguien nos explique por qué tiene que pasar tanto tiempo para que una madre con 80 años pueda ir a arrodillarse a la tumba de su hijo. Qué pasa con el daño emocional de la familia, que no sabe dónde está su hijo de 18 años que murió en la guerra dando la vida por nuestro país. Eso te demuestra la dejadez hacia el veterano, hacia Malvinas. Nosotros no pretendemos que por haber estado en guerra nos pongan encima como un dios pero hay ciertas circunstancias donde podríamos estar mucho mejor y eso es lo que reclamamos, y reclamamos porque se nos va la vida. Hay muchachos que están falleciendo y el gobierno dilata.
Zapata: Ni en los reclamos válidos te prestan atención. Por ejemplo, hace cuatro años, en un revisación médica, me dieron un 35% de discapacidad y todavía no lo cobré. Cuando llamás te dicen que falta una firma. Y no soy yo solo, sabés la cantidad que hay.
¿Qué deseo tienen para estos cuatro años camino al 40º aniversario de Malvinas? ¿Cómo esperan que sea el futuro para ustedes?
Moccia: esto se trata de gestionar para que podamos lograr un mejor bienestar en todo aspecto y esperamos que los gobiernos sean más absorbentes para poder lograr lo reclamado; y a la espera de cosas sencillas como esas que aguardan una firma y que no lo otorgan porque no quieren o no les conviene o esperan el momento clave, para darte tal cosa en el 2 de abril y anotarse el poroto.
López: que los últimos años que nos quedan poder pasarlos como corresponde. Por eso peleamos y vamos a seguir peleando. Los cuarenta años están ahí no más, no es tanto cuatro años pero para nosotros es muchísimo.
Cortiana: uno no sabe si mañana se te va a dar vuelta la cabeza, hay muchos que se quitaron la vida.
Etiquetas: Chivilcoy, ex combatientes, Malvinas, reconocimiento