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Por Federico Capobianco
En uno de los capítulos de la serie Mindhunter, mientras viajan en avión, los agentes del FBI Holden Ford y Bill Tench discuten sobre las formas correctas de entrevistar violadores y asesinos seriales. Tench no está de acuerdo con la estrategia de Ford, cree que es demasiado. Pero Ford se muestra firme, alega que son solo palabras que sirven para lograr que el investigado inicie una conversación. “¿Qué aprendemos con eso?”, pregunta Tench. “Que algunos no tienen idea de qué hay detrás de sus horrendos actos”.
“En septiembre de 1982 tuvo lugar en la ciudad autónoma de Buenos Aires una extraña, breve y a su manera sobria serie de asesinatos”. Así inicia Magnetizado, el nuevo libro de Carlos Busqued. En realidad, así comienza su segundo apartado. El primero, a forma de carta de presentación, introduce las formas en que leeremos la historia.
Con apenas veinte años, y en apenas unos días, Raúl Melogno asesina a cuatro taxistas. Todos de la misma forma: de noche, de un disparo calibre 22 y llevándose solo la documentación de los choferes. Tres de los cuatro fueron cometidos en Capital Federal, el restante –el primero en la serie–, del otro lado de la General Paz. Sobre el cometido en provincia de Buenos Aires se enteran de boca del propio Melogno. La policía no logra dar con ninguna pista ni con nada que permita capturarlo. Es su propia familia, su padre y hermano, quienes lo entregan. Declara desconocer, de forma sincera, los motivos: no sabe qué lo llevo a cometerlos, solo sabe que debía hacerlo. Se lo condena, pero la confusión de jurisdicciones lleva a la confusión de las penas y hoy, a pesar de haber cumplido la totalidad de su condena, Melogno continúa detenido en las instalaciones de Salud Mental de Ezeiza. Los psiquiatras forenses en Capital Federal declaran que Melogno ya está en condiciones de salir, pero en provincia alegan que posee una peligrosidad potencial que puede llevarlo a matar nuevamente una vez afuera. “El problema central, mi gran problema a nivel judicial, es la falta de motivo para mis hechos. Si yo hubiera dicho que maté para robar estaría en libertad hace quince años”, cuenta.
Los agentes de Mindhunter son especialistas en Ciencia de la Conducta. El agente Ford se dedicaba anteriormente a negociar en toma de rehenes y formaba a otros agentes en la materia. En una de sus clases explica: “si nuestra actitud es decirles ‘lo que haces está mal’, estamos suponiendo que él es racional. Debemos establecer comunicación. Una comunicación no amenazante. No conceder ni rechazar nada. Escuchar. Intentar entenderlo más que dominarlo”.
Busqued entrevistó durante noventa horas a Melogno, leyó diarios de la época, expedientes forenses y habló con psiquiatras involucrados. El resultado no es un diagnóstico ni una toma de declaración, es una conversación con el grado de empatía necesario para que la historia se cuente sin omisiones, de forma clara y sincera. Este es el mayor logro de Busqued: si no es él quien va a narrar la historia, al menos debe asegurarse de que se narre bien. “Son muy pocos los que conocen mi historia de religión. O sea, los que me conocen de hace mucho sí saben, pero por los demás lo tengo bastante tapado al tema. Estoy acostumbrado a hablar con psiquiatras y psicólogos que toman mi religión como ‘ideación religiosa bizarra’, algo más como para clasificarme, pero para clasificarme mal”, cuenta Melogno para incluir a Busqued, e incluirnos a través de él, en ese grupo de pocos.
Cuando apareció Bajo este sol tremendo, su primera novela, lo que se metió en la boca de todos, atragantándolos, fue la oscuridad del clima que el texto presenta y aplasta a quien lo lea. Es algo que Busqued sabe narrar; en una entrevista a Infobae declaró que de ese clima proviene él. Y aunque uno así lo pretenda, a veces es imposible alejarse. Por eso, aunque el protagonista de Magnetizado cuente su propia historia, también es una historia de oscuridad. El clima está inmerso en esa realidad y aunque Busqued dijo que decidió dejar el texto autista, se convierte en un montajista certero, eligiendo qué mostrar para que la oscuridad absorba a cada lector que se disponga. Sabe, además, que si así lo quisiera, podría narrarla con eficacia. Lo hace, de hecho, como para despuntar el vicio, en el capítulo Electricidad y magnetismo, contando lo que páginas antes le cuenta Melogno a él.
“La realidad irrumpe por donde no querés”, expresó Busqued en la misma entrevista para explicar que la mierda, aunque se intente taparla, siempre se deja ver. Es así que no solo los actos de Melogno son siniestros, sino también su vida previa y posterior. Pero lo que lo siniestro transforma en desesperante al leer la historia de Melogno, no es su infancia ni juventud: es su vida penitenciaria; que no lo afecta solo a él, sino a miles de personas que caen ahí.
Cuando Enrique Medina escribió Las Tumbas, en 1972, lo que expuso al mostrar ese universo oculto de los internados fue pura miseria. Hoy, en 2018, como si fuera un upgrade¸ Magnetizado expone la misma miseria pero de las cárceles comunes llenas de pobres y las penitenciaras psiquiátricas llenas de locos. “Aceptás la miseria y seguís adelante” escribe Medina; Melogno parece aceptarlo también: “Cuando rezo, más que nada agradezco. Aunque vivo en esta mierda, tengo un eje que me ayuda a sostener el día a día, me da la fuerza, la tranquilidad y la serenidad para seguir, y agradezco eso”.
“Tengo, o tuve, algo que me enseñaron los psiquiatras que es la parafrenia, que es la capacidad de estar en este mundo y en otro a la vez”, explica Melogno entre tantos diagnósticos recibidos y cantidades industriales de mediación psiquiátricas suministradas en consecuencia. Lo cierto es que, narre el mundo que narre, toda la historia de Melogno absorbe e incómoda. Y eso es más que suficiente. ¿No es acaso ese el objetivo de la literatura?
Magnetizado
Carlos Busqued
Anagrama, 152 páginas
Etiquetas: Carlos Busqued, Enrique Medina, Literatura, Magnetizado, Mindhunter, Raúl Melogno