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Por Rocío Cortina
I
¿Cuál es la fina línea entre la carcajada y el mal gusto? ¿Dónde queda el límite entre hacer reír y atacar de forma solapada?
En una época caracterizada por la susceptibilidad y en la que se afirma con soltura que “no se puede hacer chistes con nada”, el primer libro de relatos de Delfina Korn invita a pensar sobre los usos del humor. Aguas compartidas, recién publicado por Griselda García Editora, contiene diez relatos que apuestan al tono humorístico para construir historias poco felices.
Donde podría generar angustia, Korn provoca carcajadas. El mismo aura tiñe su novela Decir mi nombre, publicada por la editorial digital La colección (2016).
“Si un texto no me hace reír, me cuesta mucho interesarme. La risa es el único antídoto ante el dolor. No hay otro, salvo el amor, pero es muy doloroso también”, le dice a Polvo, la autora nacida en Buenos Aires en 1988 y formada en los talleres de Hebe Uhart, entre otros espacios. Sin dudas, le hace honor a esa huella.
II
La otredad y la diferencia son los dos grandes temas que Aguas compartidas explora. Los personajes de Korn vienen de Senegal, Alemania, Perú, Paraguay, Estados Unidos. Son judíos, musulmanes, católicos. Las narradoras son mujeres que despliegan voces muy propias y se valen de la primera persona. En la experiencia de lectura se llega a tal comunión con ellas que es posible hacerlas parte -a todas- de una insólita y poco tradicional familia.
El libro abre con el relato Arriba los corazones, donde una abuela nacida en Alemania y llegada a Argentina escapando del nazismo agoniza en la cama de una clínica. Korn hace posible reirse de la muerte cercana de la mano de Edda, un personaje tan fundamental en la vida de su nieta como de sus mucamas.
Aguas compartidas cierra con el gran Hasta que sangren los pies, donde una estudiante de danzas africanas es poseída por su maestra senegalesa. Katila deja a su hija en el otro continente y llega a Argentina para escapar de la pobreza, al igual que aquella abuela pero con cien años de diferencia. El desafío de la narradora de esta historia es trascender -y traicionar- las enseñanzas de su maestra para hacer un camino propio. Otra vez, es posible reírse de la marginalidad y la soledad en la que vive Katila, de su búsqueda desesperada de aceptación en las alumnas.
El trabajo con la cultura africana está presente a lo largo de distintos relatos del libro de Korn. Surge tanto de los viajes de su autora por Sudáfrica y Angola como de la propia experiencia al ponerle el cuerpo a la danza.
“Aprendí cosas que plasmé en mis personajes. No fue una investigación específica sobre esta cultura; la vida misma es una investigación. Me mueve la curiosidad, me lleva a lugares inesperados. Siempre hay que seguir la intuición al escribir, ir por lo que más llama la atención. Ahí hay algo que viene a revelarse”, asegura Korn.
III
El amor romántico también pasa por el tamiz de las diferencias en estos cuentos. Clase social, religión y creencias culturales son elementos constitutivos de las relaciones que establecen sus personajes.
Así sucede en Procesos, donde Joelsa, narradora protagonista de Nueva Guinea, se centra en el significado de los romances en su tierra. Joelsa tiene un “proceso”, un hombre que no es su novio, pero la pretende. Sin embargo, en una suerte de inauguración de amor libre, ella superpone sus “procesos” y duda de las consecuencias que eso le puede traer con su “proceso principal”: “Dalton puede que me quiera como puede que no. Y sino me quiere, tengo mis procesos, no me quedo solita”, dice Joelsa.
En claro contrapunto, en Ciudad del Este una joven periodista de Buenos Aires mantiene un amor a distancia con un paraguayo. Durante una Navidad, descubre que él espera un hijo de otra mujer y corta la relación. “Él no terminaba de entender por qué yo me había enojado tanto, en Paraguay es común que el hombre tenga más de una mujer”, expresa la narradora, llamada Delfina, igual que la autora.
De refilón, el dinero y el concepto de “ganarse la vida” también se destacan en los relatos de Korn. Como cuando la abuela de Arriba los corazones se obsesiona con conseguir ofertas de corpiños para sus nietas y mucamas. O cuando la profesora de danzas Katila aparece vendiendo pantuflas y anteojos y siendo peluquera sobre una manta en la calle Rivadavia.
“El dinero es un elemento más que muestra cómo un personaje se relaciona con el mundo. Hay prejuicios en torno al tema, como si estuviera mal o fuera tabú hablar de dinero, pero es solo una parte más de la vida”, expresa Korn.
IV
A pesar de sus diferencias, la lucha o la pelea no es tan frecuente en los personajes de estos relatos. A estas mujeres y hombres les queda mejor rebelarse mediante la risa, emitir una carcajada sonora como venganza e irse por la tangente. En cierto modo, aceptan el lugar que les toca y desde ahí, actúan.
El título del libro, Aguas compartidas, sale de un relato donde la narradora pasa unas vacaciones con una familia peruana. Durante un confuso episodio se niega a meterse en un jacuzzi con muchas personas porque recuerda que un tío suyo tuvo una experiencia desagradable al respecto: se metió en la pileta equivocada, contrajo meningitis y quedó sordo. Hasta acá he llegado en la convivencia con lo distinto, parecería plantear la narradora de esta historia.
En tiempos donde el discurso del odio es validado por la ciudadanía y resurgen nacionalismos salvajes, Korn se pone al hombro la incómoda tarea de narrar lo diferente sin escandalizarse, con estilo y gracia, sabiéndolo parte de un todo universal. Logra entonces voces propias para una comunidad de narradoras que saben elegir entre las opciones que el mundo les deja disponibles.
Aguas compartidas
Delfina Korn
Griselda García Editora, 2018
140 páginas
Etiquetas: Delfina Korn, Literatura, Otredad, risa, Rocío Cortina