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Por Leticia Martin
Para hablar de la Biblioteca Popular Bernardo Monteagudo, antes hay que hablar de Beguerie y ubicarlo en el mapa. Beguerie es una localidad rural de tan solo 399 habitantes. Un pueblo de forma triangular, una sola Avenida en diagonal y que, pese a ello, ha logrado configurar una cuadrícula en la que no cruzan más de siete calles con otras siete calles. Fundado el 2 de agosto de 1912 y lindero con las vías del Ferrocarril Belgrano, Beguerie sobrevive a las dificultades de comunicación a fuerza de la belleza de sus tranqueras, intactos almacenes antiguos, fabricación de chacinados y abundantes arboledas. Parece un pueblo detenido en el tiempo. Pero no lo está. Sus vecinos son muy buenos anfitriones y su pequeña Biblioteca Popular, la Bernardo Monteagudo, se ha convertido en un puente con otras personas y comunidades, colaborando con el objetivo de sus habitantes por torcer ese aparente destino prefijado: el aislamiento.
¿Pero quién es Carlos Beguerie? Nacido en Entre Ríos, este hombre se destacó por haber participado en la Guerra del Paraguay. Fue bastante amigo de políticos de talla nacional como Roca y Sáenz Peña, lo que le dio roce y contactos. Radicado luego en la Provincia de Buenos Aires, se dedicó de lleno a las tareas rurales. Su gran aporte fue donar parte de sus tierras para la realización de actividades públicas. Facilitador del crecimiento de otros, Beguerie fraccionó sus tierras y dio buenas condiciones de compra a los interesados, posibilitando así la creación del pueblo que hoy lleva su nombre. Estos hechos coinciden con los años de expansión del ferrocarril que se instaló entre 1904 y 1914, y que tanto impulso le dio a la localidad. La localidad de Beguerie llegó a ser nombrada como: “La Perla del Provincial”. Pero con los años y el desguace del ferrocarril, sus 2200 habitantes de entonces pasaron a ser los apenas 390 de la actualidad.
Pero vayamos a lo que nos convoca: la Biblioteca de Beguerie. Por esas cadenas de favores que tiene la existencia humana, el escritor y aviador Alejandro Covello –a quien llegué a conocer a través del escritor y amigo Christian Ferrer– me contacta hace unos pocos días con Samantha Krause. “Samantha es de Roque Pérez, pero está juntando libros para la Biblioteca de la localidad vecina de Beguerie”. Así comenzó el intercambio. Conversando virtualmente comencé a conocerla. Ella es técnica en política, gestión y comunicación de la Universidad Nacional de Avellaneda, tiene 35, una hijita de seis, y se fue a vivir al interior de la provincia siguiendo a su amor. Ardiente detentora del género, milita en el Movimiento Feminista de Roque Pérez, lo que mecha con las tareas de la maternidad, el trabajo y el tramo de Formación docente de la Universidad del Este. Su causa me convoca. Mujeres. Hijos. Trabajo. Libros. ¿Por qué alguien ocupa su poco tiempo libre en que otros lean, en editar libros, en el gasto improductivo, como diría Bataille? Samantha es una piba común. Una de las tantas. Estudiante eterna, siente que nunca va a terminan de formarse. Le pregunto por la música y dice que escucha de todo: “folclore, rock nacional, murga uruguaya, trova cubana y cuuuuumbiaaaaa”. Lo escribe así, usando muchas letras como si para mí fuera raro o difícil de creer. Gracias a ella me entero algunas cosas más de esta Biblioteca recuperada. No está tan lejos de la Capital. Serán tres horas y media de viaje en auto. “Beguerie queda a 26 km de Roque, por camino de tierra. Es relativamente cerca, con la dificultad de que el transporte público sale y vuelve a la localidad, impidiéndome utilizarlo. Además, el camino de tierra no permite el paso en días de lluvia”.
En una nota del portal de noticias de Roque Pérez leo que la Municipalidad y las cooperativas «Roque Pérez Cambia y Crece» y «Roque Pérez entre Todos» fueron las que en 2013 trabajaron en la recuperación de la vieja y devastada Biblioteca Popular del vecino pueblo de Carlos Beguerie. Las fotos que encuentro dan testimonio del estado patético de esas salas, techos, persianas y paredes. Todo arrumbado y gris. Nada de libros. Humedad y deterioro en todos los rincones… La noticia explica los trabajos que se hicieron en el lugar: desinfección, arreglo de pisos, techos y paredes, pintura y posterior restauración de detalles.
Samantha me manda por whatsapp imágenes del lugar en la actualidad y me cuenta de la necesidad de renovar los materiales, traer literaturas más jóvenes, nuevas tendencias, autores para intercambiar experiencias con los escritores de la zona…
La Biblioteca Bernardo Monteagudo había prestado su último libro en el año 1968. Desde entonces no pudo seguir funcionando. De quién es esa herencia nefasta poco importa a esta altura. Sí es un dato que fueron dos agrupaciones con intereses políticos y culturales las que en 2013 se pusieron al hombro la reapertura. Todo lo logrado es impactante y hermoso. Pero además, habla de la importancia del trabajo cultural de la última década en nuestro país. Reabrir una Biblioteca Popular va contra la corriente, contra el interés abrasivo del mercado y la eficiencia. Tiene el sello de una batalla que es cultural y que pareciera que no somos pocos los que queremos seguir dándola.
Pero lo más interesante de aquel trabajo de reapertura de la Biblioteca es que en el intento de adaptarla a los tiempos que corren se le agregó una videoteca, una sala de computación y una ludoteca para potenciar las habilidades de los niños del pueblo y las zonas rurales de los alrededores, además de fomentar la integración.
Desde entonces, la Biblioteca está abierta y recibe material bibliográfico y juegos didácticos de la comunidad, además de ser apadrinada por personas particulares, editoriales e instituciones que colaboran con ella.
Conversé con Samantha un poco por chat, un poco por whatsapp y otro poco por escrito:
¿Desde cuándo trabajás en la Biblioteca Popular Bernardo Monteagudo de Berigue? ¿Qué te movió a ese acto altruista?
Hace poco tiempo colaboro en la biblioteca, que es Municipal. Mi aporte es pequeño y los verdaderos protagonistas son las y los talleristas, además de Karina que es la encargada. No creo en el altruismo. Todo lo contrario. Siempre hay un interés que no tiene porqué ser egoísta. Particularmente, me siento una privilegiada: me crié en una casa donde siempre abundaban los libros, donde pese a que a veces faltaba el manguito para llegar a fin de mes, siempre se destinaba dinero al material de lectura, donde las bibliotecas (porque teníamos más de una) tenían un espacio protagónico en comparación de la tele. Saberme privilegiada me hace responsable. Y apoyar los espacios de igualación no debería ser un privilegio. Porque las bibliotecas son el lugar específico para la democratización de la lectura. Si alguien no puede comprar un libro tiene que tener una biblioteca que se lo provea.
¿De dónde creés que nace tu interés por los libros?
Soy una gran lectora desde la infancia. Todavía conservo el primer libro que pude leer sola y los libros de la colección Mis animalitos que me leían cada noche. Me acuerdo que se compraban en los kioscos de diarios y todavía tengo una gran empatía por los libros que se compran en los kioscos. (Suelo comprarle a mi hija las colecciones como las de Antiprincesas, que son excelentes.) Con cada etapa de la vida los libros fueron tomando una impronta diferente; como las canciones que marcan una época, hay también libros que lo hacen. Algunos de ellos lo atraviesan todo; como El Principito. Ser lectora para mí es un estilo de vida.
¿Cómo fue la recuperación de la Biblioteca Bernardo Monteagudo en 2013 y en qué estado se encontraban los libros y el resto del patrimonio?
La recuperación fue sin duda una decisión política de la Municipalidad de Roque Pérez, Partido del que depende Beguerie. El edificio original no funcionaba desde hacía 60 años y el material había sido mudado a la Delegación Municipal. La biblioteca apenas perduraba en la memoria popular de los vecinos más adultos que la habían visitado. La municipalidad alquiló una antigua casona frente a la plaza principal y por medio del trabajo de municipales, cooperativistas y apoyo de la Provincia de Buenos Aires se acondicionó. Gracias al cuidado del personal de la delegación los libros estaban en muy buen estado y se conservan otros documentos patrimoniales importantes. La población la recibió con alegría, algunos nunca habían visto una biblioteca y este fue el primer espacio físico del Proyecto Envión, con una ludoteca y un aula tecnológica. Luego, con el crecimiento de ambas propuestas, Envión se mudó a una instalación propia.
¿Qué sentido tiene una Biblioteca Popular en el siglo XXI? ¿Cuáles creés que son sus desafíos en relación al mundo digital y el surgimiento del ebook?
Yo creo que estamos en un mundo complejo que necesita respuestas múltiples y diversas. Una biblioteca popular, valga la redundancia, debe ser sobre todas las cosas «popular». No puede perder la proximidad con los gustos y preferencias de la población. Sino se transforma en un mero archivo. Tampoco puede imponer un modo único de acercarse a la lectura. Una biblioteca popular del siglo XXI debería entender que leer no es sólo decodificar cómo se agrupan las letras del alfabeto y darle espacio a los audiolibros, las dramatizaciones, las mesas de discusión e importancia a las TICS. Desde la biblioteca municipal Bernardo Monteagudo promovemos la lectura de los e-books; entendemos que ha añadido nuevos lectores y democratizado el acceso al material bibliográfico, sobre todo en los espacios más alejados de las grandes ciudades, como es nuestro caso. Y volviendo un poco a la primera pregunta, no dejo de ver un aire elitista en la resistencia a los e-books, como fueron las fotocopias y demás. Pareciera que nos desentendemos de que el acceso al libro y la continuidad o solvento de las editoriales y autores lo debiera garantizar el Estado y no «aquellos que pueden pagar los libros».
¿Cómo ves al público de la biblioteca? ¿Van? ¿Para qué la utilizan en general?
La biblioteca tiene un público diverso, dentro de la homogeneidad de la población rural. Los vecinos se reúnen a hacer talleres de costura, alfabetización digital, peluquería… Se priorizan las actividades que incluyen a las y los más pequeños como hacer la tarea, taller de artes visuales, dramatización, cuidado del medio ambiente, entre otras. Las chicas y los chicos son el alma de la biblio.
¿Y en cuanto al préstamo de libros?
Hay muchísima demanda de bibliografía infantil y novelas cortas. Es por eso que estamos tratando de aumentar el material de esas características.
¿Cómo funciona el padrinazgo de la Biblioteca Bernardo Monteagudo? ¿Sabés si cuenta a la fecha con subsidios o algún tipo de colaboración estatal o de cultura?
El padrinazgo empezó en primera instancia con las y los vecinos de la localidad y del casco urbano, luego se fueron sumando turistas, personas de otros puntos de la Provincia, escritores y algunas editoriales. En este momento con la ayuda del autor Alejandro Covelo estamos profundizando lazos con editoriales que, más allá de las donaciones, participan de las propuestas de la Biblioteca y generan nuevas. Teniendo en cuenta que la localidad perdió mucho con el cese del paso del tren, hace casi 60 años, lo que coincidió con el cierre de la biblioteca original, en el padrinazgo agradecemos ante todo la participación. Así quienes nos quieran acompañar nos pueden escribir por Facebook, o acercarse a la biblioteca. También podemos viajar a buscar donaciones.
¿Cuentan con algún subsidio?
El municipio de Roque Pérez solventa todos los gastos de la biblioteca: los propios del edificio, libros, personal, talleristas, la merienda para las y los chicos y demás gastos que surgen. Destacando que la biblioteca no tiene cuota social, quien venga tiene la posibilidad de participar y llevarse libros. A nivel nacional o provincial no se recibe ningún subsidio, estamos en proceso de registrarnos como Biblioteca “oficial”, sabiendo la dificultad de que hay más de 300 bibliotecas entre públicas y populares en espera para el registro provincial.
Etiquetas: Beguerie, Biblioteca Bernardo Monteagudo, Leticia Martin, Samantha Krause