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Por Luciano Sáliche
I
Nublado, arriba, el cielo de los lamentos, pero no abajo: los colores tratan de hacerle frente a la sensación de derrota que intenta impregnar para siempre a la clase trabajadora durante los últimos años del gobierno de Cambiemos. Los puños en alto, aplausos, cánticos, bombos, trompetas y banderas forman parte de la postal de la resistencia que se hace presente ahora, en este jueves al mediodía, un día antes del Día del Periodista. Estamos frente a las cámaras empresariales, en la esquina de Chacabuco y Diagonal Sur, microcentro de la Ciudad de Buenos Aires. Somos un grupo numeroso de trabajadores de prensa nucleados bajo la dirección del Sindicato de Prensa de Buenos Aires, mejor conocido como Sipreba. Lo que aquí se exige es concreto: el periodismo está siendo arrasado por la lógica empresarial y la crisis económica. Las paritarias aún no se cierran y el poder adquisitivo de los salarios se devalúa año a año.
Según el último informe de Sipreba presentado ayer mismo, en lo que va del año —estamos llegando a la mitad del 2019—, se registraron 288 puestos de trabajo perdidos, sin contar los que no trascendieron públicamente, es decir, casi dos (1,8) por día. ¿No es acaso una verdadera emergencia, como sugiere la campaña #PeriodismoEnEmergencia, en el sector? “El ajuste no es solo un problema económico”, sostienen en este informe que revela una gran cantidad de cifras: por ejemplo, que en las empresas periodísticas de la Ciudad de Buenos Aires el porcentaje promedio de mujeres no llega al 35%, y que, desde 2016, 55 trabajadores de prensa fueron heridos por balas de goma y 28 fueron detenidos por mostrar la represión institucional.
Otro dato que quizás todos sospechen: el reparto de pauta oficial también es desmedido y desigual. Los medios más beneficiados son Clarín y La Nación. Solo en 2018 recibieron $89.362.123 y $51.345.783, respectivamente. Ambos realizaron este año despidos de una parte significativa de su planta: a los 65 despidos en Clarín, se suman los más de 70 despidos de trabajadores gráficos de la planta impresora de La Nación. Para concluir con la fría numerología, el relevamiento sobre la situación laboral de los trabajadores de prensa arroja lo siguiente: desde 2016 se perdieron por lo menos 3127 puestos de trabajo registrados, solo en la Ciudad de Buenos Aires. Además de la lucha por tener sueldos dignos —en Ámbito están pagando los salarios en cuotas y en Página/12 les adeudan dinero—, está la batalla por no seguir perdiendo la fuente de trabajo.
II
Ahora, en este mediodía nublado de junio, dentro de la manifestación se lleva a cabo el Noticiero de los Trabajadores de la TV Pública, conducido por Laura Mayocchi y Diego Pietrafesa. Frente a ellos, una pantalla gigante transmite en vivo. Luego de un informe realizado por Barricada TV, un video homenaje al periodista y dirigente emblemático Rubén Schofrin —injustamente perseguido por la Editorial Perfil, empresa donde era delegado por Sipreba—, recientemente fallecido, conmueve a todos los presentes. No es para menos, quienes lo conocieron, quienes marcharon junto a él, quienes tomaron vino en la terraza de su casa, saben perfectamente la clase de militante que era. Del Partido Obrero, de La Naranja de Prensa y del Spireba, pero también de los Derechos Humanos y del Socialismo. Sus banderas aún viven aquí, en esta movilización, pero también en cada redacción y, como se suele decir, en cada compañero.
“Esto es una lucha larga”, dice Tato Dondero, secretario general de Sipreba, al tomar el micrófono. Su discurso cierra este acto. Como siempre, sus palabras son escuetas pero potentes, llenas de optimismo pero sin desconocer la angustiosa realidad. “Hace tiempo que vienen por nosotros, pero también por los medios alternativos”, dice. “Luchamos todo el año pasado y este año contra el vaciamiento de los medios públicos que impulsa la política de Hernán Lombardi”, comenta sobre los 357 trabajadores que el titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos decidió despedir. “Estamos en la calle, hoy, en nuestro día, un día de lucha, de memoria, porque recordamos a todos los compañeros y compañeras que nos precedieron y aprendemos de ellos”, agrega.
III
El 27 de junio de 1969, hace cincuenta años, el Estado asesinó a Emilio Jáuregui. Fue el Estado, sí, porque los agresores se bajaron de un patrullero y abrieron fuego mirándolo a los ojos. Tenía 29 años y era el Secretario General de la Federación Argentina de los Trabajadores de Prensa (FATPREN). Aquel día, cuando lo mataron, estaba encabezando la manifestación de repudio a la visita de Nelson Rockefeller, gobernador del Estado de Nueva York, enviado de Richard Nixon en una gira latinoamericana. Todos los partidos políticos apoyaron la marcha: el radicalismo, el peronismo, los partidos de izquierda. Hubo una fuerte represión, pero el asesinato de Jáuregui fue premeditado. Le cruzaron el auto en Tucumán y Anchorena y dispararon. El único muerto de aquella tarde fatal. Mientras tanto, la mayoría de los medios encubría el crimen diciendo que el sindicalista estaba armado.
“Un compañero que luchó en una movilización porque llegaba al país Rockefeller, y ahora tenemos al Fondo Monetario Internacional, y hoy tenemos al presidente de Brasil, el fascista Bolsonaro. Y la lucha sigue”, dice ahora Tato Dondero en referencia a Jáuregui. Hoy el Sipreba está dentro de la FATPREN. “Estos cincuenta años tienen que demostrar que tenemos que seguir luchando. Las luchas no empiezan cuando uno llega. Las luchas son una continuidad histórica. Este fue un año de resistencia y no de triunfos, pero no vamos a bajar los brazos”, comenta. “Reivindiquemos cada una de nuestras luchas y nuestra presencia en las asambleas, desde abajo, en las redacciones. Viva la lucha de los trabajadores y trabajadoras de prensa”, concluye el Secretario General de Sipreba mientras los manifestantes no paran de cantar, pese a la crisis, pese a los despidos, pese a la angustia: “¡sindicato / de los trabajadores / ni de los gobiernos / ni de los patrones!” Y luego, con la misma convicción: “¡unidad / de los trabajadores / y al que no le guste / se jode, se jode!”.
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