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Por Nazareno Petrone
“Un hombre (artista o deportista, no importa) con talento y con carácter, cuando ya no tiene con qué tirar, tira con el corazón. Cuando ya no tiene más nada, se arranca el corazón y lo tira”. Esta cita de Osvaldo Soriano que elgió el autor para darle comienzo a su obra, tal vez hablé más de su persona que del libro en sí.
Santiago Garat, se da a conocer en el mundo literario con su pimer libro de cuentos, El sol era la pelota. Con prólogo de Ariel Scher y una prosa comprometida y veloz, el corazón de este periodista rosarino, por momentos es arrancado, como dice Soriano, y arrojado en el medio de los textos, los dibujos y los temas que Santiago no puede ni quiere evitar. Pero mejor salgamos de la abstracción y pasemos a la parte impresa. Me resultó conveniente armar una especie de analisis dividido en tres: prosa, formas y contenidos. Para ser conciso y no extenderme en retóricas intrascendentes.
> Prosa: Santiago tiene una prosa sencilla, directa, sin vueltas. Se le nota que tiene cancha encima y mucha lectura sobre fútbol. Usa frases bien futboleras, de gente que sabe del tema, que conoce el paño. En el medio puede meter la frase: ‘lo seguía como el 3 al 7’ y así lograr con el lector una identificación instantánea. Responde a los códigos del deporte con facilidad. Con un par de oraiciones te das cuenta que sabe, como cuando ves a alguien parar la pelota y con ese pequeño gesto ya sabés que juega un montón. En ese sentido, Santiago cumple y está bien, porque uno cuando lee de fútbol no busca el deleite gramatical, la prosa rebuscada, pretensiosa, sino que quiere acción. Y ahí sí es donde más se destaca.
> Formas: no se termina de saber bien si son cuentos, relatos, poesías, dibujos o un poco de todo. En realidad sí, El sol era la pelota es un poco de todo. Y eso me parece un gran acierto. Siempre es bueno leer a alguien que se corre un poco de las estructuras y escribe cómo le parece. En este libro Santiago no hace lo que quiere el técnico sino lo que le pide la jugada. Y ahondando un poco más en la metáfora futbolera, Santiago no es un 5 ordenado y disciplinado, sino, más bien, un enganche, que puede hacer jugar a sus compañeros pero también te sorprende con un caño o un pase en cortada que nadie vió. Entonces pasamos de dibujos a cuentos, de poesías a relatos, de historias que no tienen nada que ver una con otra pero que al final logran armar una gran obra. Es, en cuanto a formas, un libro cambiante pero amable.
> Contenido: Sin dudas lo más destacable. El sol era la pelota son textos tan futboleros como rosarinos, están llenos de guiños a la ciudad y al equipo de sus amores: Rosario Central. Y como todo buen canalla, Santiago, también es peronista. Tal vez por eso, el fútbol se transforma en la excusa perfecta para hablar de otras cosas. Porque a Santiago Garat no le gusta hacerse el boludo sino que prefiere hablar sobre lo que muchos tratan de esconder, sobre todo en estos días. En sus textos habla de marginalidad. Entonces, entre relato y relato, podemos encontrarnos con muertes, desaparecidos, con historias sobre la dictadura chilena, boxeadores que pasan hambre, pobreza, mujeres golpeadas, presos, ciegos, maltratos, en fin, todo tipo de historias crudas y oscuras. Porque como tipo que va a la cancha, como buen hincha que siente este deporte, no se olvida que el fútbol, es, entre otras cosas, una suerte de alivio para tanta gente golpeada. Un paleativo para vidas arrasadas, una distracción, un descanso, un punto de encuentro con la felicidad. Y ahí, en esa felicidad, es donde aparece su segundo tema en cuestión. Porque más allá de contar toda esta marginalidad, Santiago también reinvidica su amor por la pelota, por el fútbol y por el juego. Nos hace dar cuenta que el fútbol es la infancia feliz, es el abuelo relatando los goles, es el amor de la primaria. Es, como dice en un relato, enganchar la pelota de volea aunque estés de traje a punto de entrar al casamiento de tu hija y la pelota esté embarrada. El fútbol representa momentos felices. Por eso escribe poesía entre sus textos. Pero no solo poesía en verso, sino también en sus historias, en sus ideas, en sus giros. Como el día que llovieron pelotas del cielo y salieron todos a tirar chilenas. O como el perro que se comía el amague y no podía sacarle la pelota a su dueño. O como ese preso brasilero, tuquinho, que lleva la pelota dominada en su pie y cuando un rival sale a barrerlo, lo salta para esquivarlo y el segundo ya lo pasa directamente por arriba de los hombros y empieza a levantar cada vez más altura. Entonces se da cuenta de que pasó las paredes de la cárcel y lo único que tiene que hacer es encarar para un costado para ser libre. Pero decide agachar la cabeza y encarar hacia el arco para seguir con la jugada. Y es tanta la poesía y tanto el amor por el fútbol que ni siquiera nos cuenta que termina haciendo el gol. Porque al final es lo que menos importa. Porque lo único que Santiago y todos los que amamos el fútbol queremos hacer es seguir jugando.
El Sol era la pelota
Cooperativa La Masa, 2019
Santiago Garat
* Ilustración de portada: Julio Arriaga
Etiquetas: El sol era la pelota, Fútbol, Nazareno Petrone, Santiago Garat