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19-09-2019 Notas

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Por Sofía Rutenberg | Escultura: Maria Rubinke

“La violación es lo propio del hombre;
ni la guerra, ni la caza, ni el deseo crudo,
ni la violencia o la barbarie, la violación
es lo único que las mujeres -hasta ahora-
no se han reapropiado”
Virginie Despentes, Teoría King Kong, 2006

I.

El caso Katharina trabajado por Freud en Estudios sobre la histeria (1893-5) muestra todas las características del abuso sexual; cómo opera el abusador sobre una adolescente y cómo se construye una escena en la cual la víctima cree tener la culpa. Es un antecedente para situar al abuso en dos tiempos: uno en el que ocurre el abuso, y el otro en el que es descubierto por la víctima.

La fantasía de seducción existe, pero se origina sobre una realidad: sobre los padres, abuelos, tíos, hermanos que miran y tocan a las mujeres, siempre exculpados en el mito de que existe una pulsión viril incontrolable que se descarga en cualquier parte, incluyendo el cuerpo de sus hijas.

Katharina no es una paciente de Freud sino una joven con la que él se encuentra casualmente mientras se hallaba de vacaciones. Le pide ayuda y Freud accede a analizarla. Le faltaba el aire, sentía que se ahogaba, tenía mareos y vómitos, presión en los ojos y en el pecho, se le apretaba la garganta y tenía una sensación de martillar en la cabeza. Andaba por la vida con pánico a morir y un terror de que alguien la agarrara sorpresivamente por atrás. Estas sensaciones estaban acompañadas de la visión de un rostro horripilante que no podía determinar de quién era, que la atormentaba y le generaba miedo.

II.

Para Freud la angustia de Katharina es típica en muchachas jóvenes como consecuencia del horror que invade al “ánimo virginal”, el mundo de la sexualidad por primera vez. El abuso no produciría efectos en la niña por hallarse en una época pre-sexual; por la “ignorancia del yo” ante la experiencia sexual prematura el trauma acontecería con posterioridad. El abuso cobra como recuerdo, la violencia traumática.

Sin embargo, resulta obsceno suponer que el abuso sexual no produce efectos en las niñas. Darse cuenta en un segundo tiempo de un abuso no se trata, como planteaba Freud, de que en el momento en que sucedió no fue comprendido por la prematuridad en el desarrollo sexual. No niego que esto sea parte, pero si escuchamos a una niña abusada, observamos sus dibujos, sus juegos y sus síntomas nos daremos cuenta rápidamente de que se trata de un abuso.

El asunto es al revés. Es por la precocidad del desarrollo que las marcas del abuso son más visibles en el momento en que sucede. No hace falta esperar a que el trauma se resignifique como sexual en un segundo tiempo.

III.

En un primer tiempo, a sus catorce años, el padre de Katharina la atacó sexualmente. Se metió en su cama, pero no se sabe qué fue lo que le hizo porque está omitido en el caso. Sólo se señala que Katharina “sintió su cuerpo” esa noche. En un segundo tiempo algo le llamó la atención entre su padre y su prima. Estas dos series de recuerdos son las que producen síntomas conversivos en Katharina, quien los discernió, tiempo después de acontecidos, como ataques sexuales.

La “escena del descubrimiento” en la cual Katharina ve y escucha al padre teniendo sexo con su prima produce los síntomas conversivos del asco. Lo traumático de la escena no es “ver sexo” sino el recuerdo que esa visión evocó: cuando el padre se metió en su cama. Lo que descubrió Katharina no es simplemente que el padre puede hacerle a ella lo mismo que hace con la prima. El descubrimiento es que el padre estaba violando a la prima. Ni descubrió el sexo, ni los genitales, ni la infidelidad del padre: ¡descubrió una violación! Y se enfermó.

Freud llama “ataque sexual” a lo que el padre había hecho con Katharina, pero lo que permanece oculto a lo largo del caso y que verdaderamente produce los síntomas es que ella es testigo de que el padre violaba a la prima. ¿Sino por qué el caso está escrito como si el abusador fuera el tío de Katharina y recién treinta años después de su publicación Freud aclaró en un pie de página que no había sido el tío sino el padre?

Para Freud, Katharina se había enfermado a raíz de unas “tentaciones sexuales” que partían de su propio padre. Llamar “tentaciones” al abuso de Katharina y no mencionar la violación de la prima confunde el abuso y la violación con otras agresiones. Desvía lo más importante del caso. Freud aclara que la desfiguración del dato (padre por tío) debería evitarse si se tratara de un historial clínico. Entonces, ¿para qué lo modificó? Porque el abuso sexual es un diálogo privado entre hombres. Se respeta más la identidad del abusador que el hecho de que violó a su sobrina y abusó a su propia hija. Tampoco se puede reducir la cuestión al “contexto” porque abusar a las niñas no es reciente. El abuso existe desde siempre y es igualmente grave si el abusador es el padre o el tío.

Sigmund Freud y su hija Anne

IV.

El primer tiempo del abuso no supone únicamente que la niña no entiende que está siendo abusada por estar en un momento del desarrollo pre-sexual en el que no significa como sexual un ataque. La violación es la representación directa del ejercicio del poder de los hombres sobre las mujeres, de los padres sobre sus hijas. Anularla, robarle su niñez, violarla sistemáticamente adentro de su casa ante la presencia de las madres y de las hermanas sin que la niña pueda resistirse, se logra porque las mujeres son educadas como culpables, como responsables de “provocar” el deseo del otro. Culpables de la agresión del hombre. No se trata de que una niña no entiende que la están violando, sino de que su palabra siempre pueda ser puesta en duda. Es una palabra amenazada.

Existe todo un dispositivo de vigilancia entre mujeres, la transmisión de permanecer en silencio, de la violación como tabú porque si te violaron estás arruinada, rota, y nadie te va a querer. Es mejor no contarlo para que otros hombres no te desprecien.

V.

Están los “hombres buenos” que pueden controlarse, y los “hombres malos” -patológicos- que no. Como a las mujeres no se las educa para que se defiendan, los hombres son los que cuidan a las mujeres de los hombres. ¡Qué paradoja! Se constituye un modo de dependencia y control: las mujeres deben ir acompañadas o avisar dónde están y cuándo llegan a los lugares. Deben mantener una comunicación constante con el hombre bueno para estar a salvo del hombre malo.

La violación sexual no se nos presenta como un hecho cultural, como parte de la constitución subjetiva de los hombres, sino como enfermedad mental que circunscribe las dos clases de hombres: los buenos y los malos. Los buenos están adentro de la casa, los malos están afuera. La violación está en el corazón de la sexualidad masculina. No es algo que sucede a unas pocas por unos pocos psicópatas y desconocidos. Sucede en las mejores familias, sucedía a las pacientes de Freud.

Mujeres responsables del deseo que suscitan en el otro, responsables de la agresión del otro, responsables de lo que hacen los otros. Responsables de la violación. Algo habrás hecho. Si te excitaste entonces no fue una violación. Si dijiste que sí por miedo a que te maten, entonces consentiste.

VI.

La Educación Sexual Integral únicamente ligada a que los niños y las niñas conozcan su cuerpo, a qué está bien o qué está mal, no es suficiente si no se visibiliza que la castración es un dispositivo que requiere que las mujeres asuman a una temprana edad que tienen la culpa y son inferiores para luego sentirse a lo largo de toda la vida amenazadas de ser violadas. El corazón del abuso sexual infantil es la amenaza, que a veces se presenta de forma cariñosa, sutil: “Tu mamá se va a poner muy triste si le contás”.

Katharina devela, a partir del análisis de Freud, que el rostro que veía siempre era el del padre cuando estaba furioso. Lo que operó como silenciamiento fue el terror de hablar y que esta furia tenga consecuencias sobre ella, que la viole a ella. El padre le decía que ella era la culpable de todo, principalmente de la separación con su madre. Katharina estaba profundamente angustiada porque pensaba que sus padres se habían separado por su culpa, porque ella había contado a la madre que había visto a su padre con su prima. La respuesta de la madre fue mudarse y dejar al marido con la sobrina que, además, estaba embarazada.

VII.

El caso Katharina sirve como antecedente y brújula al momento de atender niñas y adolescentes. Es fundamental porque los abusos sexuales siguen siendo “cosas naturales” y, a la vez, un tabú que hay que silenciar. El segundo tiempo del abuso no es únicamente el que resignifica al primer tiempo, sino el que instaura en las mujeres el sentimiento de culpa y de estar arruinadas, rotas para siempre. Establece que la violación no tiene solución y que el único destino es la violencia contra sí misma, sustraerse del campo del deseo por estar contaminadas.

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