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Por Luciano Sáliche | Foto: Susana Hidalgo
I
La noche no es noche si se escuchan disparos. Es otra cosa. Sin embargo, cuando en las calles de Santiago de Chile se congelan en un silencio momentáneo —un silencio tenebroso y expectante, de segundos apenas—, de pronto, se oye una voz femenina que entona con la fuerza del canto unas palabras vibrantes, clavadas en la memoria.
Te recuerdo, Amanda,
la calle mojada,
corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel.
Un celular filma desde el balcón de un edificio sin saber de dónde proviene la voz. “Una vecina”, dirán después. La ciudad entera parece oírla cantar, agradecida, en un contexto que sólo muestra violencia y represión. Entonces el canto termina y se escuchan aplausos y vitoreos de todo el barrio. Ver el video colgado en las redes sociales es realmente emocionante. Te conmueve.
La canción no es cualquier canción. La compuso Víctor Jara para su disco Pongo en tus manos abiertas de 1969. Cuatro años después, con el Golpe de Estado contra Salvador Allende, la Junta Militar lo detuvo en la Universidad Técnica del Estado junto a otros profesores y alumnos y lo llevó al Estadio Nacional—hoy es el Estadio Víctor Jara—, entonces convertido en centro clandestino de detención.
Allí fue salvajemente torturado durante cuatro días —lo quemaron con cigarrillos, le rompieron los dedos, le cortaron la lengua y lo sometieron a simulacros de fusilamiento— hasta que finalmente, el 16 de septiembre de 1973, fue asesinado. Su cuerpo tenía 44 balazos cuando lo encontraron, casi tres semanas después.
Compuso muchas canciones. Otra, por ejemplo, es “El derecho de vivir en paz”, de 1971. La escribió contra la intervención estadounidense en la Guerra de Vietnam. Hoy, en el Chile de 2019, resurge con fuerza innovadora. Se reinventa. La cantan los manifestantes en las movilizaciones a lo largo de todo el país, así como sonó el lunes pasado en los altoparlantes del Teatro Municipal de Santiago, cuando comenzó el toque de queda.
Tío Ho, nuestra canción
es fuego de puro amor,
es palomo palomar,
olivo del olivar.
Es el canto universal,
cadena que hará triunfar,
el derecho de vivir en paz.
Ahora, como protesta contra el gobierno de Sebastián Piñera, todos los días a las ocho de la noche, los chilenos prenden sus minicomponentes, computadoras o celulares y le dan play a “El derecho de vivir en paz”. Ya no es sólo una canción. Quizás nunca lo fue. Pero ahora, en medio de esta oleada de violencia institucional, se ha convertido en el himno de la resistencia.
II
En Chile, el presidente Piñera decretó el estado de emergencia y puso a las fuerzas de seguridad a patrullar las calles. Fue un grito de guerra frente a la escala de protestas ciudadanas. El Presidente se paró frente a las cámaras y dijo lo siguiente: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”. Días después pidió perdón por no haber comprendido la magnitud del reclamo y anunció medidas para calmar la insatisfacción.
Sin embargo, las movilizaciones no se detienen y aquel reclamo originario —frenar el aumento del precio del metro de Santiago— se convirtió en una protesta generalizada por una desigualdad estructural que el propio Piñera terminó reconociendo. Habló de “legítimas demandas sociales” a “problemas que se acumulaban desde hace décadas”, con lo cual terminó pidiendo “perdón por esa falta de visión”.
Mientras tanto, el estallido social no se detiene —hace unos días, hubo una movilización donde se concentró cerca de un millón de personas en Santiago y cientos de miles más en el resto de las grandes ciudades—; tampoco la represión, que es la respuesta inmediata del Estado.
Al cierre de este texto, las últimas cifras recopiladas por el el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) son las siguientes: hay 1305 heridos, 4271 detenidos y 167 acciones judiciales, entre ellas 18 por violencia sexual. En cuanto a muertos, el Gobierno confirmó que 19 personas perdieron la vida en el marco de las manifestaciones, pero en las calles se habla de más, mucho más.
Pero detrás de esos fríos datos hay personas que, en pleno siglo XXI, fueron filmados cuando eran víctimas de la “salvaje y cobarde” represión, como la llamó la Asamblea Autoconvocada de Escritoras y Escritores de Argentina. Por eso, frente al hermetismo oficial, las redes sociales funcionan como grietas por donde se filtra la realidad. La más cruda realidad.
III
Frente a este escenario desesperante, el arte ensaya su respuesta. Diferentes manifestaciones culturales en medio de las protestas funcionan como catalizadores de una sociedad que le exige al Gobierno un nuevo horizonte para sus políticas públicas. En tiempos de cultura viral, sobre todo en un contexto de desesperación —hay denuncias serias contra las fuerzas de seguridad por desaparición de personas, torturas y abusos sexuales—, todo se sube a las redes sociales.
Así, se puede ver, por ejemplo, a un muchacho bailando frente a los uniformados “Sissy That Walk”, la famosa canción de la drag queen RuPaul. Lo subió a su cuenta de Insgtagram, @kevinvdes, y rápidamente se viralizó. O también algo más bizarro: alguien disfrazado de dinosaurio corriendo en una manifestación en Viña del Mar mientras todos lo celebran divertidos. Así como también una canción que condensa el estado de situación: “Cacerolazo”, de Ana Tijoux.
Cuchara de palo
frente a tus balazos
y al toque de queda
cacerolazo.
Por otro lado, un grupo de más de 170 músicos chilenos escribieron una carta dirigida a Piñera. “Nos mueve el profundo deseo de colaborar en detener esta escalada de violencia y descalificaciones”, dicen, y agregan que “en estas horas de angustia, dolor, violencia, represión y, hay que decirlo, muerte, los artistas tenemos un compromiso con Chile”.
“El dolor de Chile es algo que no se puede seguir ocultando. A Chile le duele la desigualdad, la injusticia, el abuso de unos pocos, la ineptitud del Estado para hacerse cargo, la eterna discusión sobre las causas, sin pasar nunca a las soluciones”, se lee más adelante. Y también exigen unas “disculpas a todo el país por esta falta de oportuna conducción política, que ha llevado a los días más tristes desde que recuperamos la democracia. Demasiado costó recuperarla como para permitir dilapidarla sin luchar”.
Entre los firmantes están Gepe, Quique Neira, C-Funk, Francisca Valenzuela, Gonzalo Yáñez, Angelo Pierattini, Mon Laferte, Camila Moreno, Drefquila, Pablo Ilabaca, Augusto Schuster, el pianista Valentín Trujillo, Princesa Alba, Benjamín Walker, Camila Gallardo, Banda Conmoción, Guachupé, Supernova, Inti-Illimani Histórico, Sonora Barón, Lucybell, Moral Distraída, Quilapayún, Javiera y Los Imposibles y Saiko.
Además, muchos de ellos aparecen en un video que recorrió los distintos portales. “Le decimos al gobierno de Chile: no estamos con ustedes, estamos con la gente y que, por favor, saquen a los milicos de las calles”, expresan más de veinte artistas en el clip que no supera los cinco minutos.
IV
Si el freestyle es el gran movimiento juvenil que sacude a los países de habla hispana, en el Chile de hoy se hizo presente con un video viral. Mientras que la FMS y Urban Roosters hicieron circular un comunicado donde expresan su “repulsa hacia todos los actos de violencia” —como si la violencia fuera una lluvia que nadie la provoca—, Kaiser publicó un video con un claro posicionamiento político.
“Quiero que mi hijo tenga un buen futuro. Parece que Piñera es hermano de Maduro”, improvisa sobre el instrumental este destacado rapero de las batallas de gallos. Y más adelante: “Un aplauso para toda mi gente, y ahora formemos asambleas constituyentes”. Pero se puede destacar también el siguiente fragmento.
Eso es lo que este pueblo necesita:
una buena salud, la educación gratuita.
¿Que por qué te explico ese detalle?
¿Qué hacen los policías y militares en la calle?
No es el único: en las redes sociales se puede ver cómo Teorema y Nitro, sólo por nombrar algunos de los tantos freestylers, se manifiestan constantemente sobre la situación que vive su país. También circuló otro video por las redes sociales de un rapero de 16 años. Se llama Maycol Cortés pero se lo conoce como Flash. “El pueblo está despierto, no te miento. Si al final son ellos los que causaron todo este descontento”, canta este muchacho en las calles de la ciudad portuaria de Antofagasta.
Son canciones de protesta que surgen al calor de un grito generalizado contra la opresión del Estado que, apoyado en la democracia, izó la bandera del capitalismo con una vehemencia que asquea. Entonces, la clase trabajadora —y más precisamente los jóvenes— salió a la calle a cambiar Chile para siempre.
Al fin de cuentas, no exigen demasiado. Ni más ni menos que aquello que cantaba Víctor Jara con dulzura y determinación: el derecho de vivir en paz.
Etiquetas: Ana Tijoux, Chile, Kaiser, Sebastián Piñera, Susana Hidalgo, Víctor Jara