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13-11-2019 Notas

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Por Carla Chapetto y Martín Barrionuevo

Perón, Cristina y el Goce del Otro

“Perón se hizo fabricar por unos ingenieros alemanes una cámara de rayos X para ver a Gina Lollobrigida desnuda”. La mitología anti-peronista construyó en torno a Perón la figura del apropiador del goce ajeno. Gina Lollobrigida, la actriz italiana que había llegado a la Argentina con motivo del festival de cine de Mar del Plata organizado por el peronismo en 1954 y cuya figura formaba parte del deseo de todos, había sido apropiada por el patriarca. Este mosaico está articulado por un componente imaginario que ubica a Perón como el padre de la horda primitiva que roba el goce colectivo en “Tótem y Tabú” de Freud, el padre tiránico que goza de todas las mujeres. “Perón se escapó con los lingotes de oro” o “ Perón tenía relaciones con las chicas de la UES”. La denuncia constituye al mismo tiempo la develación misma del deseo. No se denuncia una falta moral, por caso: ver a una mujer desnuda a través de una cámara de rayos X esta mal, sino que bajo el barniz de una pretendida posición moral se imputa el acceso a un goce vedado, una castración: “Yo quiero tener relaciones con las chicas de la UES pero no puedo, y Perón sí”.

El caso de Cristina Fernández sigue la misma estructura constitutiva, Cristina es una voraz apropiadora del goce ajeno y la representante de un sector social que muestra la misma voracidad que su líder. El ejemplo más claro lo brinda la tapa de la revista Noticias de septiembre de 2012, bajo el título “El goce de Cristina” y una ilustración que la muestra en un clímax, podríamos decir que la ilustración intenta mostrar cierto exceso satisfactorio.

Ese mismo año, mas precisamente en junio, comienza el andar opositor del camionero Hugo Moyano convocando a su primer paro general cuya máxima reivindicación giraba en torno al reclamo de ganancias. No tiene sentido analizar en términos objetivos, tanto materiales como económicos, la incidencia del impuesto a las ganancias sobre el total del universo de trabajadores, equivalente al 10%. La magnitud de la cruzada era desproporcionadamente más grande que la causa que se intentaba reivindicar, y esto se debía a que la pelea no estaba planteada en el campo de las estadísticas económicas sino que había echado raíces en el campo de la fantasía ideológica. Hugo Moyano ganaba terreno posicionándose como el límite necesario a las ambiciones de Cristina, y el impuesto a las ganancias quedaba anudado como el mecanismo de la apropiación del esfuerzo de los trabajadores argentinos.

Pensar el “esfuerzo” es entrar a la trama de nuestra propia interpretación, narrativa y metáfora que nutre la fantasía inconsciente, es ni más ni menos que la interpelación del espíritu de Facundo; la búsqueda del develamiento de un secreto que nos muestre tal cual somos, esa fantasía que necesitamos proyectar, a veces con jactancia, en un movimiento tan automático como el de los insectos hacia los faroles. Sin dudas fue Domingo Faustino Sarmiento uno de los primeros y grandes enunciantes de esta fantasía: “la fusión de estas tres familias ha resultado un todo homogéneo, que se distingue por su amor a la ociosidad e incapacidad industrial, cuando la educación y las exigencias de una posición social no vienen a ponerle espuela y sacarla de su paso habitual. Mucho debe haber contribuido a producir este resultado desgraciado la incorporación de indígenas que hizo la colonización. Las razas americanas viven en la ociosidad y se muestran incapaces, aun por medio de la compulsión, para dedicarse a un trabajo duro y seguido.”

Los argentinos no quieren trabajar, son refractarios al esfuerzo arduo, y el rosismo/peronismo son su manifestación política; “el peronismo entregó pescado pero no enseño a pescar” es una expresión acabada de la fantasía inconsciente que asegura que hay un importante sector que se apropia del esfuerzo de aquel a quien “nadie le regaló nada” pero que a su vez, se ve mortificado ya que en esa épica del esfuerzo debe “mantener vagos”, léase, “amor a la ociosidad” de Sarmiento.

La Patria es el Otro”, dijo y se complicó

El 29 de abril de 2013, la entonces presidenta Cristina Fernández, manifestó en un acto en Casa de Gobierno: “Es importante que cada vez seamos más los que pensemos que lo más importante es el país y que la patria es el otro”. Más allá del sentido común en relación a sus políticas distributivas y de derechos conocidas por todos los argentinos, pronunció un fatal equívoco. Ese enunciado que puede ubicarse dentro del “saber hacer”, no hizo más que despertar (en cierta parte de la ciudadanía) el fantasma social e histórico que anuncia una serie de asociaciones del tipo “nos quieren sacar todo”, “yo no mantengo vagos”, “que vayan a laburar”.

Ese “otro” que emerge, tal como Lacan enseña, otro con minúscula, es el semejante. Aquel que se presenta en frente, o del otro lado, en el espejo y que porta el estigma de ser amenazante, peligroso, por la ilusión especular genuina en la instauración del registro que llamamos realidad, y que Lacan explica a partir del estadío del espejo: “El yo nunca se manifiesta tanto como cuando sirve a la ley de otro, muy precisamente sufriéndola por defenderse de ella, a partir de desconocerla”. Este “sufrir el otro” podemos analizarlo como rechazo ante la activación de sus interpretaciones y devenir discursivos de aquellos que están “del otro lado de la grieta”.

En la constitución del psiquismo el mundo en un primer momento es caótico, sin sentido, sin significación. Requiere del otro materno y de su bagaje de palabras, que Lacan llamará después lalengua, para bordear ese vacío ontológico, característico de los individuos, que en su devenir y a partir de varias operaciones significantes pasan a formar aquello que esta más allá de una mera presencia o ausencia: el Ideal, representado por el gran Otro en el plano simbólico. Ese Otro con mayúsculas que Zizek describe como aquella “compleja red de reglas y presuposiciones, reglas que sigo y habito, sin saberlo y que se pero no debería saber (…) El gran Otro es la causa que compromete al sujeto, por lo que esta dispuesto a dar la vida”.

Teniendo en cuenta que este campo ideológico ubica al gaucho, vago, negro, bolita, cabecita como en perfecta oposición, en relación imaginaria, con el propio yo por la relación especular que esto propone, es que se presenta amenazante para la integridad del yo.

El sujeto no sabe que lo que comanda su “amenaza” es lo que Zizek llama fantasía ideológica. El filósofo esloveno intenta desprenderse de la corriente tradicional marxista que sostiene que la ideología es una «falsa conciencia» para complejizarla a partir de sus lecturas psicoanalíticas. Según Zizek, la fantasía ideológica viene a ocupar el lugar de soporte de la realidad, que en crudo se presenta como traumática, insoportable, Real. Aquí podemos analizar doblemente este concepto: por un lado la ideología como el lente por el cual se mira al mundo, hegemónica, tal es el discurso del Amo. Por otro, la construcción fantasmática, como creencia, desprendida de ese significante primordial, que se presenta a los individuos como ilusoria para soportar el Real.

La expresión «yo no mantengo vagos» se explica en ese sentido. Cuando el mal se presenta desde afuera hay paranoia, en cambio cuando el mal se presenta desde adentro hay historia. La emancipación viene a romper con este esquema, sólo reconociendo los surcos de la propia historia, de los significantes amos provenientes del Otro, es posible dar origen a los propios. Así se da lugar a trabajar el mal en cada uno y que la amenaza del otro semejante pierda consistencia.

En los tiempos que corren registramos un discurso que al revés de los otros, no produce lazo social. El discurso capitalista es comandado por el objeto, discurso donde el sujeto cae en una doble trampa: cree que poseer es ser, por un lado y por el otro cree que decide qué poseer. Ante esta coyuntura donde hay un objeto para cada nueva necesidad (falsa), que el otro lo logre se torna insoportable.

La fórmula

BOMBA POLÍTICA: El sábado 18 de mayo pasado, Cristina Fernández de Kirchner sacudió el tablero político al anunciar en redes sociales su decisión de postularse como candidata a vice presidente de la nación en una fórmula encabezada por Fernández, su ex jefe de gabinete” (Portales de medios, mayo 2019).

La palabra bomba proviene del latín Bombus, que significa (entre otras acepciones) ruido. Así lo expresaron los medios de comunicación entendiendo que la figura de CFK siempre estuvo ubicada en un lugar de centralidad, de mando. Aquel lugar donde todo es posible, donde ella es todo y su palabra.

Lacan nos dice que la política es el dominio de la estrategia y la táctica, dejando de lado el propio ser. Ante una posición de no–libertad (de ser). El ruido de la bomba es justamente el corrimiento de aquella imagen, el movimiento que realiza CFK desde una lógica de NO–presidenta, en favor de lograr consenso popular, unidad. Nos preguntamos si esta posición (la de un segundo lugar) no puede pensarse en estos términos.

La lógica emancipatoria se propone a partir de estos corrimientos que, aunque sean por el momento imaginarios, permiten pensar en eso que se denomina «común», el vacío, el lugar donde no alcanza el significante, el Real, el agujero. Será a partir del reconocimiento de este imposible que se abran las posibilidades de emancipación desde construcciones de otros significantes que bordeen este vacío sin intentar llenarlo o borrarlo. Si esto no ocurre, si no contamos con estos registros, corremos el riesgo de que ese rodeo se confunda con la nada, dice Lacan, la «nulidad». Consecuencia de esto es que la nulidad esté al comando de las instituciones. El «sí se puede» macrista es un claro ejemplo de este poder de la nulidad. Ante la lógica de «todo es posible», encantadora, que incita al lo abusivo y adicto, del objeto. La creencia de sostener la infinita libertad de los hombres no hace más que estrangular su deseo. La lógica emancipatoria va de la mano del todo-no se puede.

El absoluto acierto de Cristina en la fórmula presidencial participando como vice es, precisamente, correrse del lugar de apropiación. El acierto es, en primer lugar, por aquello que logra bloquear. Sostener la construcción de la “Cristina soberbia” es muy difícil en relación al gesto que da, con el agravante (agravante para quienes desarrollan esta estrategia) que ha resignado su lugar a manos de un dirigente que no ahorró críticas a sus últimos años de gobierno. La primer reacción de los operadores mediáticos fue buscar archivos en los cuales Alberto Fernández se mostraba mordaz con la figura de Cristina y donde una de sus más fuertes críticas eran, ni más ni menos, sobre la soberbia de la ex presidenta. Lo que no calibraron estos operadores era que aquella pretendida contradicción en las declaraciones de Alberto Fernández en el pasado solo servían para elevar el gesto de “renunciamiento”, y porque no de humildad de CFK, haciendo aún más difícil sostener la estrategia en torno de la soberbia.

Pensar la emancipación

«Habría que extraer el término Voluntad de la metafísica que lo dominó en el siglo XX, interrogarse sobre si es posible la emergencia de una voluntad colectiva, contingente, no programada a priori ni exaltada por los ideales, pero que esté en condiciones de alterar el circuito de la servidumbre.» (Jorge Alemán, Soledad: Común. Políticas en Lacan).

Pensar la emancipación desde el andar contingente a diferencia de la teleología revolucionaria del siglo XX. Estos atisbos emancipatorios, siempre estuvieron latentes en nuestra propia historia pero la metafísica izquierdista solo se ha dedicado a bastardearlos, y no solo eso, en muchos casos se han puesto codo a codo con los poderes reaccionarios para tallarlos de bárbaros o populistas. Tal vez, repugne a las izquierdas el carácter incompleto y contradictorio de estos procesos, contra el «luminoso» sendero de las experiencias revolucionarias; pero si algo caracteriza estos procesos populares es lo contingente. Cuando hablamos de pueblo lejos de nombrar una entidad monolítica, nos referimos a su vacío. «El pueblo que falta» de Deleuze, o «el pueblo a construir» de Simón Rodríguez. Esto es porque lo social se presenta siempre fracturado, sin posibilidad de sutura). La fantasía ideológica opera sobre esta fractura en relación a un estado idílico de «ausencia de grieta» pero con el claro objetivo de mantener la atención sobre ella. Cuando la sociedad se distrae de la calamidad de la “grieta” corre el riesgo de que tome decisiones en la dirección de su emancipación.

Lejos de concluir estas reflexiones, nos preguntamos si es posible que las sociedades caminen en dirección a la emancipación. Apostamos a continuar estudiando estos conceptos y con el convencimiento de que la fórmula «no-todo» lacaniana permite pensar en términos de Igualdad. Muy distinta es aquella donde impera la lógica fálica (masculina), dónde todo es medible y cuantificable, donde el «para todos» siempre termina dejando a la excepción por fuera. En la lógica femenina del «no-todo», al no haber excepción, no excluye nada.

Expresa Alemán: «Esta función central, del vacío del no saber y la posibilidad del conjunto abierto e indecidible de los no identificados, podría ser un posible punto de partida que puede ofrecer el psicoanálisis como propuesta para pensar la lógica interna de una transformación política, si la misma ya no está dominada enteramente por la metafísica de una totalidad homogeneizante».

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