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Por Mariano Cervini
En Plástico Cruel, el novelista argentino José Sbarra cuenta cómo un personaje se decepciona al conocer el mar porque de lejos parece de un azul muy bello pero en el cuenco de su mano es sólo agua transparente. Cámara Gesell (Planeta, 2012) -séptima novela de Guillermo Saccomanno- narra desde ese lugar de una aparente brillantez diluida en lo minucioso de la cercanía.
El relato -que ganó el prestigioso Premio Hammett el mismo año de su publicación- acerca al lector a un mundo que en apariencia resulta amable pero que, visto en la proximidad, es otra cosa. Ambientada en una ciudad balnearia argentina fuera de temporada, el narrador pone la lupa en el trasfondo de ese mar que parece brillante pero es una trampa mortal.
Las familias de La Villa son atravesadas por las palabras de Dante, el periodista del diario local, que avanza sobre sus secretos. Las aguas se vuelven turbias demasiado pronto: asesinatos, violaciones, suicidios, complots entre políticos y policías que ocultan trata de personas, narcotráfico y negociados de grueso calibre.
Saccomanno cumple con aquella máxima de Fontanarrosa de dar el golpe desde el inicio de la narración para dejar al lector inmovilizado y que no pueda soltar el libro. Las primeras páginas noquean y paralizan con una declaración de principios sobre los habitantes de La Villa que podría leerse en clave de poema en prosa a lo Aullido de Allen Ginsberg.
Si el poeta beat se sentía encantado de haber visto a las mejores mentes de su generación destruidas por la locura, el Dante de Saccomanno retoma ese canto y lo resignifica al nombrar a sus propios vecinos como destinatarios de cualquiera de los círculos del Infierno.
El cronista invita al lector a espiar como un voyeur atento a ese mundo en apariencia hippie y festivo que de mayo a septiembre muestra su otra cara: la de un agrimensor progre que viola a su hijo, la de un peón que acogota a otro después de una partida de truco o la de un sida que se ahorca en una tapera del sur.
¿Quiénes son en el fondo esos 40 mil habitantes que parecen encarnar -a modo de Leviatán- un Doctor Jekyll-Mr. Hyde?
La respuesta no parece clara, ni siquiera al avanzar en el relato. La falta de compasión de una sociedad que podría pensarse como más siniestra que hipócrita agobia en un círculo narrativo planteado desde el lugar del que lo ve todo pero nada puede hacer para cambiarlo.
Cámara Gesell
Guillermo Saccomanno
Planeta, 2012
552 páginas
Etiquetas: Allen Ginsberg, Guillermo Saccomanno, José Sbarra, Literatura, Mariano Cervini