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27-02-2020 Notas

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Por José Luis Juresa y Cristian Rodríguez | Portada: Agostino Arivabene

El cuerpo

El cuerpo no habla. En el cuerpo vibran, resuenan las voces que lo marcaron y lo convierten en el soporte de ese efecto que el psicoanálisis coloca al frente de la orientación de la cura: el sujeto del deseo. El cuerpo delimita de esa forma una lógica de órgano que no tiene nada que ver con las funciones biológicas, en tanto éstas no determinan lo que se llama “vida”, sino solo eso: el soporte material de la misma.

Tal vez aquí nos encontremos con una cuestión que se aclara de entrada: no alcanza con una visión materialista de la vida para dar testimonio acerca de qué se trata ésta. De todos modos, tampoco podemos decir que algo a nivel de la idea esté fuera de la materia. De eso se trata este artículo, de aclarar de qué tipo de qué aspecto de la materia tenemos que comenzar a hablar para situar los fenómenos que el psicoanálisis aísla y aborda con su método de cura.

Para el descubrimiento freudiano, plasmado anticipatoriamente en el “Proyecto de Psicología para Neurólogos”, y más tarde en las formalizaciones de Lacan, hay que dar cuenta del descubrimiento de un nuevo tipo de “órgano”, inexistente a la vista de la ciencia médica clásica, y es el “órgano libidinal”, desplazable en cantidad y en cualidad, y que le da a ese “conjunto de órganos” del bios puro el carácter humano. Freud denominó a este órgano invisible y desplazable “apremio de la vida”, lo cual hay que ubicar en relación a lo que significa la vida para la existencia humana, algo que va un poquito más allá de lo simple nutricio proteico y vitamínico.

Al ser un órgano completamente invisible, además, hace a las “delicias” de los hipocondríacos que se enferman “imaginariamente”, aunque este órgano tal vez sea, para la vida humana, lo más Real a lo que se puede aproximar la existencia.

Lo Ello (fundamento del materialismo espiritual)

También Freud, y después Lacan, profundizaron en el carácter simbólico de este nuevo órgano, “descubierto” por el psicoanálisis, hecho de lenguaje y de lo que de ésta decanta: una escritura.

Se trataría de una escritura no representacional, una escritura que es marca en el cuerpo, y que por necesidad de cierta practicidad denominamos “letra”, pero no necesariamente letra de la que se escribe en un papel o en una pantalla. Es la letra como decantado de lo que Freud situó como “vivencia de satisfacción” en el recién nacido, primera marca que hace nacer la vida humana más allá de los ciclos celulares –otra forma de decirlo podría ser “de los ciclos reproductivos” y de la identidad de percepción. Esto significa que la diferencia es lo que se satisface con la vivencia de satisfacción, y es lo que sostiene la vida. La identificación jamás será idéntica a su objeto, y en el vacío que se abre, en esa “grieta” entre lo nutricio del cual el ciclo reproductivo se alimenta, y la identificación, fundamentada en el amor – que es tal porque reconoce el abismo que se abre entre el sujeto y su causa – nace la poética del sujeto, y con ésta, la “irrealidad” con la que construirá su vida, mucho más Real y sentida como tal, que cualquier pretenciosa intención perversa de sostenerse en la ilusión del fetiche, o sea, de lo idéntico a sí mismo. Esta lógica de lo constitutivo de la vida es el germen de lo que podríamos llamar “materialismo espiritual”, la de un órgano que se desplaza sobre el soporte material del bios pero por gracia de la palabra.

Si ello habla, será como una entonación del vacío, y no de otra forma.

Método inductivo experimental.

Toda nuestra práctica psicoanalítica es microcósmica.

Un descubrimiento de esa partícula negativa que nombramos “lo inconsciente” -para diferenciarla del campo de fenómenos que circunscribe “el” inconsciente como instancia psíquica y metapsicológica- y de esa otra partícula llamada pulsión, que es lo que Jaques Lacan retoma como uno de los conceptos fundamentales, otorgándole al psicoanálisis el estatuto de ciencia conjetural.

Ya que el psicoanálisis, en su relación dialéctica y también clínica entre teoría y praxis, propone el método hipotético deductivo en la configuración de su cuerpo teórico y en los desarrollos permanentes que en el interior de éste se producen, y la inducción experimental en el abordaje clínico especifico de la intervención -en el dispositivo llamado transferencia- sobre los emergentes clínicos psicopatológicos y metapsicológicos de lo inconsciente.

El psicoanálisis, de fundamentación científica y experimental, ligada a la experiencia clínica directa en la relación con los pacientes, y en particular con el lenguaje allí puesto en situación, sienta las bases de esta serie de campos de la ciencia que nombramos ciencias de la realidad y ciencias de la naturaleza.

Toda nuestra práctica se produce en sus efectos a nivel de las partículas subatómicas. Y a nivel de lo que la física contemporánea propuso alrededor de la fisión del átomo, a nivel de las partículas subatómicas, es una práctica experimental sobre la transformación de la materia y sobre el atravesamiento multidimensional. El aparato conceptual del psicoanálisis confirmaría esta hipótesis:  el psicoanálisis, en el estado de debate actual de la ciencia, podrá constatar experimentalmente la existencia de esta posibilidad de atravesar universos, de transdimensiionalizarlos.

La clínica psicoanalítica constata la existencia de las partículas subatómicas en el microcosmos particular de la cual está hecha la psiquis, que es el mismo que el de las estrellas, y la invención psicoanalítica es en realidad el descubrimiento y el paso forzado de las ciencias positivas a las ciencias conjeturales, y de esta a la ciencia de la realidad en un retorno a una redefinición de lo que entendemos por ciencias de la naturaleza, y que es lo que en realidad va a la par de los descubrimientos de la física contemporánea.

El inconsciente es un portal. Los sueños y otros fenómenos inconscientes, como el deja vu, hay que abordarlos, para su esclarecimiento teórico y clínico, con otra física y otras matemáticas.

Esto concierne no sólo a las ciencias que históricamente se ocuparon de los objetos científicos tradicionales, sino a las nuevas aportaciones contemporáneas, entre las que se encuentra el psicoanálisis como práctica de los sucesos de lo humano en diversos campos de incumbencia: en la formalización científica, respecto al método y a los alcances de las derivaciones de la investigación en la clínica, como así también a los alcances de estos campos de fenómenos no convencionales, ligados al plano de la singularidad y el acontecimiento.

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