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20-02-2020 Notas

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Por Luciano Sáliche

Hace diez años se publicaba Afuera, uno de los discos más interesantes que parió en el siglo XXI eso que llamamos rock argentino. Con esa placa y luego de algunos recitales, Sancamaleón se despidió de la escena. Pero, ¿qué fue Sancamaleón? “El recuerdo es ese: un super monstruo gigante”, dice Fede Cabral, ahora, en este intercambio vía mail que mantiene con Polvo, al hablar de la banda que se disolvió en 2011, luego de doce años de vida y tres discos fabulosos. Fede Cabral era su cantante. Hoy ya hizo una carrera interesante alejada de las fotocopias de la música mainstream como solista —Sí, Disfraz de mí, Plexo solar, Kanpai y Wu son sus cinco discos— y como productor. 

En esta nota, conversamos con él acerca de ese mito furioso, lúcido y undergorund llamado Sancamaleón; puntualmente de Afuera, su última creación, la que sintetiza sus dos trabajos anteriores y pone de relieve el fin de una época: ya estaban asomando masivamente las redes sociales y el rock aún no se podía recuperar de la tragedia de Cromañón. En ese contexto, sólo quedaba hacer un buen disco que sea poderoso pero a la vez honesto. Y eso hizo Sanca. 

La banda

Mi anécdota personal originaria es de 2004 o 2005, por ahí. Conocí a la banda a través de la la web rock.com.ar cuando postearon como una de las novedades del mes “La patada”, tema que abre el disco debut: Cancionero para niños sin fe. Ese batería me cautivó de inmediato construyendo la sombra de una banda enigmática y original por descubrir. Escuché el tema cientos de veces en esa computadora que mis viejos compraron usada en un negocio de computación. Tengo la vaga sospecha que no era el único en todo Chivilcoy que contaba con ese hallazgo musical, aunque en aquel entonces creía que sí. Prendía el CPU, luego el monitor, después los parlantes —ese era el procedimiento— para matizar las tardes de aburrimiento en el pueblo dormido.

Fede Cabral, ya solista (Foto: por Philippe Caillon)

Fede Cabral, ya solista (Foto: por Philippe Caillon)

Cancionero para niños sin fe tiene joyas sonoras y poéticas que funcionan como manifiesto generacional. Podría poner el playlist del disco completo pero mencionaré apenas cuatro: “La venganza de la Pachamama”, “El camino”, “¡Arriba!” y “Sambódromo”. Tres años después, en 2007, llegó Polenta, un disco mucho más sofisticado en el sentido vanguardista del término. Hay algo de surrealismo en sus temas, también algunos toques de futurismo, podríamos decir. Mucho sintetizador, canciones más breves y una onda más punk. Desde la tapa, el rosa estridente, casi fucsia, da cuenta de que para esta banda cada disco era una nueva etapa. Por nombrar algunas canciones: “No te detengas”, “Adiós”, “Iggy Pop de San Telmo” y “Esa melodía”.

El origen está en 1999. Al año siguiente grabaron un demo con un puñado de canciones —incorporados luego en Cancionero para niños sin fe— que llegó a manos de Zeta Bosio, quien los eligió para participar de un compilado. Luego, en 2001, publicaron su primer EP y filmaron el video de “El Camino” donde un grupo de niños de no más de 7 años asalta un banco a punta de pistola. Así, entre la furia y la frescura, se fueron haciendo un nombre que resonaba en las revistas de música y en los círculos rockeros. ¿Quiénes son estos locos? “Somos la bala que va entrar en la cabeza, en la raíz de tu conciencia, en medio de tu vida gris”, cantaba Fede Cabral en, justamente, “El camino”.

—Viéndolo a casi nueve años de la disolución de la banda, ¿cómo describirías ese monstruo llamado Sancamaleón?

—Creo que el recuerdo es ese, un super monstruo gigante. Una banda diferente, con mística y con calidad. Si bien podés relacionarla con otras bandas de la época, ésta banda era única. Los shows, las canciones, las tapas de los discos y videos, todo estaba muy bien. Creo que fue una banda un poco incomprendida.

El disco

Producido por El Chávez en 2010, hace exactamente diez años, la banda editó Afuera. No tenía portada. En internet, donde se publicó para que cualquier pudiera descargarlo sin tener que pagar, la imagen era la lista de temas sobre un fondo color salmón. Nada más. En el formato físico, la tapa del compact disc era transparente y no había librito ni papel que funcionara como portada. Eso fue toda una declaración de principios. Lo que se ve, destrás del plástico, es el disco. ¿Qué más necesitás?

—Este año se cumplen diez de Afuera, el último disco de Sancamaleón, ¿cómo recordás esos momentos: la época, la composición de los temas, la grabación del disco?

—Fue un proceso totalmente diferente a los dos discos anteriores, ya que formalmente comenzó a maquetearse sin banda estable, un par de meses antes nos habíamos quedado sin bajista y baterista. Se sentía que toda la columna vertebral de la banda había sido mutilada de alguna manera. Los discos anteriores tuvieron un trabajo muy orgánico, una banda ensayando todos juntos en una sala de ensayo. En este disco comenzamos a programar instrumentos, tiene algo más de laboratorio en la composición. Y luego fueron llegando nuevos músicos que refrescaron y aportaron lo suyo. La escena musical en la que habíamos crecido había cambiado mucho y el mundo también. 

—Los tres discos de estudio de Sancamaleón son todos muy particulares y se puede trazar un recorrido, ¿qué etapa creés que representa Afuera?

—Para mí es la etapa de madurez de la banda. Es un disco muy sólido en muchas cosas, y sigue sonando muy bien. Es real. Estábamos un poco enojados y se escucha. Es cortante el concepto, pocas palabras y filosas, producción minimal y rockera, suena como una piña grave. Y sintetiza a los tres discos anteriores, le da esa cosa de trilogía. A la vez, el concepto de Afuera es justamente sentirte así, no perteneciendo a cierto orden establecido, y también es salir a buscar lo que no está cerca ni accesible, salir a explorar.

Show de Sancamaleón en 2011, foto de GImena Herrera

Show de Sancamaleón en 2011, foto de GImena Herrera

Las canciones

Una percusión rápida pero simple, un sonido con distorsión y la voz de Fede Cabral irrumpe rápido, enseguida, sobre el primer tema, el que le da nombre al disco. No hay nada feliz en sus palabras, o sí, pero no hay una sonrisa boba careteando este mundo raro que se cae pedazos, sino un grito, un pedido, el de parar la pelota y pensar. “Ey, campeón, pará, no es sólo la actitud, es algo más, y no vas a conseguirlo levantando la voz”, dice. También: “No olvides desde dónde venís y dónde vas”. Un alerta: “Detrás también existe lo peor de vos y yo”. ¿No era el rock un teen spirit rebelde que dice todo lo que piensa? Bueno, sí, pero también es necesario frenar la locura de la boludez.

En las letras está claro que se venía un final. Allí se lee una fuerza propia de los epitafios. Fede Cabral baja data, le habla al público y a toda una generación en las canciones. Pide mirar arriba, “sobre las señales de los celulares”, pide salir de la inmediatez constante del propio ego. “El barrio ya fue, no va a volver y ahora ya sos un hombre, tenés que aprender a hablar, aprender a agradar, ir creando tu estilo y dejar de llorar como un niño”, canta en “Paranoia del fin del mundo”. Es la paliza de la madurez y su mensaje es claro: afrontarla. Es optimista, pero crudo y realista.

La despedida se oye, por ejemplo, en “Tómalo o déjalo”: “Vas a dejar tu huella fresca en mí y eso que das no me alcanza más; y si te vas cerrá la puerta y espero haber sido una influencia”. Hasta se anima a dar consejos y decir cuál es el sentido de la vida: “descubrir de qué estás hecho”, canta en “Tropa”. El camino de la libertad y de la redención no es fácil. Sancamaleón no vende espejitos de colores. “Nada de esto puede fallar, todo esto puede fallar”, dice en “Todos los caminos”. Después de “Sandro”, la canción poética-erótica-romántica del disco, llega “Tormenta africana”: “No viniste al mundo para acatar, no viniste al mundo para ser uno más”, grita. 

 

Después, la que cierra el disco, “La última canción” que efectivamente es la última. “Niño kamikaze, ¿cuando vas a aprender a no entregar tu alma, a no rifar tu corazón? Voy a decirte algo, voy a entregar mi juventud y voy a estar contento, es lo que puedo darte hoy”. El estribillo —escucharlo con la banda ya disuelta te mata— es este: “Creo en vos y en el reflejo del espíritu que alguna vez supo elevarme y ahora es la ultima cancion”.

Hasta luego

Fue en diciembre de 2011 cuando Sancamaleón, ya pasado un año de la publicación de Afuera y habiendo recorrido el país presentándolo, dijo adiós. “Vamos a parar por un tiempo que no podemos precisar, pero lo hacemos con alegría y orgullo”, anunciaron. El último show fue en La Trastienda. Parte de ese recital quedó registrado en un documental de 34 minutos producido por Francisco Cauterucci y el propio Fede Cabral que se titula Un momento verdadero, frase de “Tropa”.

Siete años antes, la noche del 30 de diciembre de 2004, cuando en Cromañón murieron 194 personas, Sancamaleón tocó en Cemento. Fue el último día que aquel mítico lugar abrió sus puertas. Sancamaleón vivió de cerca la implosión del rock. A partir de entonces nada sería igual. En Afuera se nota cierta reflexión al respecto; no es directa ni explícita, pero ahí está, gritando, quizá en medio de sordos, que el mundo había cambiado, que era necesario volver a mirarnos a los ojos, que la revolución que hizo el rock estaba volviéndose una caricatura idiota. Si es como canta Fede Cabral en “1988”, que “el futuro también mira hacia atrás”, ¿cómo se ve ese ayer desde el hoy?

Sancamaleón, año 2008

Sancamaleón, año 2008

“De alguna manera sabíamos que era el último disco —cuenta en diálogo con Polvo—, o estaba esa fantasía, y terminó siendo el concepto poético de todo el álbum. Queríamos que tuviese esa mística. La última canción se llama ‘La última canción’. El productor del disco es Chávez, que tuvo su influencia en las canciones y todo el audio, un gran aporte, y él sabía que el disco venía por ahí así que ofició de una especie de pastor que nos ayudaba a curar este último legado musical. En lo personal estaba un poco triste pero a la vez muy orgulloso de la música, del power de estar haciendo algo bueno y valiente. Y estaba aprendiendo mucho. Fué muy lindo de hacer y la pasamos muy bien”.

—La última, ahora sí: ¿hay posibilidades de un regreso de Sanca?

—Sí, ¿por qué no? Pero como siempre, son varias personas que tienen que coincidir en el tiempo y espacio para juntarse, ensayar y preparar algo realmente bueno. Si no es así no tendría ningún sentido.

 

 

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