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26-03-2020 Notas

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Por Vittorina Bodrero | Portada: Carl Warner

Este 2020 trajo una nueva pandemia la cual se ha desplazado sin cesar y ha llegado desde China a América Latina. 

En la actualidad, interpela la paranoia que se ha generado, instituyendo al Otro llamado “Coronavirus” como peligroso y maligno. Un Otro, tal como situó el presidente: “que es un enemigo invisible”; no lo vemos, pero está, actúa, invade y contagia. Esto me recuerda a Lacan y su expresión de “la angustia no es sin objeto”, objeto que no vemos, del cual sabemos y no sabemos nada, al igual que este virus. Está, no sabemos mucho de él, pero es la causa de angustia.

Cuanta más información se recibe sobre el COVID-19, más desinformación hay, lo que ha producido una situación apocalíptica y un desplazamiento sintomático al modo de un contagio por identificación (mecanismo histérico de formación de síntomas).

No se trata de menospreciar lo que está sucediendo. Sin lugar a dudas, es una problemática colectiva que se funda en un “nosotros”, dejando de lado el individualismo. No hay soluciones individuales, sino que como sujetos (sujetados a una cultura, a un otro) están todos implicados allí. Para que no colapse el sistema de salud, es no solo por mí, sino que es por todos. Es decir, es «contra este Otro malvado» pero no sin los otros, mis semejantes. Solo haciendo lazo con los ellos, construyendo un nosotros y cuidándonos podemos prever una catástrofe. 

Más allá de esto, la finalidad de este ensayo es plantear el posible vínculo entre el Coronavirus y la No Relación Sexual. 

La No Relación Sexual es una fórmula que Lacan expone en la década de los 70′, que hace referencia a la no proporción entre los sexos, a lo no complementario, es decir, a la no posibilidad de encajar al modo de una media naranja con el otro. 

Lacan define a la Relación Sexual como un imposible. Es decir, en el acto copulatorio, así como en las relaciones (novios, amantes, amigos, ente otras), los sexos no encastran (y no encastran porque hay Castración). Tienen relaciones, pero no gozan juntos. Hay una disimetría, una hiancia entre ellos. 

En términos lacanianos, la Relación Sexual es imposible, esto quiere decir que se presentifica como un Real: como un agujero que no es susceptible a la simbolización. Por lo tanto, la relación sexual no halla representación, no entra en el esquema del símbolo. Se la intenta pasar por orden de la palabra, pero no se lo logra. Hablamos y hablamos repetitivamente de que las relaciones entre los sexos fallan, y no son más que intentos de nombrar aquello que no es posible de ser nombrado ni escrito. 

Haciendo un paralelismo con respecto a la situación del Coronavirus, se vislumbra algo de este orden. Este virus se presentifica en lo Real y, hasta ahora, se presenta como un Imposible: no hay cura, los sistemas de salud fallan cada vez, mueren centenas de personas a nivel mundial. Asimismo, como todo lo de Orden Real: se repite. Repetición que no solo se expresa en el contagio masivo. Sino que también itera sin cesar en los medios de comunicación, en el discurso corriente y en el curso del pensamiento. Lo Real no es posible de ser puesto en palabras, de allí que todo el mundo habla del coronavirus, postean en sus redes, pero nadie logra decir mucho. Hay más desinformación que información. Se visualiza lo fallido de esto. 

Se deduce de aquí una posible (no) relación entre lo “no proporcional de los sexos” y el COVID-19. Pero también se manifiesta esta pregunta ¿cómo amar en tiempos de coronavirus? Parafraseando a Gabriel García Márquez: el Amor en tiempos de coronavirus pone en escena, figura en la realidad este Real por estructura que es la No relación sexual. 

Es decir, este virus viene a situar aún más la distancia Real con un otro. No solo no hay relación, no solo los sexos no se encuentran en el encuentro sexual, sino que hoy aún más, no hay encuentro ni siquisiera al modo de falla. Ya que la restricción fundamental es mantener todo tipo de contacto suprimido. 

Hay un meme que circula en redes sociales que dice “Vos, yo, la cuarentena. Pensalo”. 

Este meme no refiere tanto a las parejas consolidadas que, en última instancia, podrían transitar el aislamiento juntos, sino en todos aquellos que no están en una relación formal.

Se estableció a nivel país la cuarentena obligatoria, con lo cual, estos encuentros esporádicos entre-dos no se podrían llevar a cabo. Claro está, no se acaba la vida por no verse con un otro, pero ¿hay posibilidad de gestar un lazo sin la posibilidad de estar en contacto? En un mundo digitalizado, plagado de smartphones, cámaras, micrófonos ¿qué implica no verse, no estar en contacto? Los pocos días de cuarentena que van, muestran a todos los sujetos instaurando la necesidad de verse, y no solo de mostrarse (fenómeno expandido por las redes sociales), sino de ver-se (¿asimismos?): hacen videollamadas colectivas, exigen contacto, lazo, piden nudes, comparten su número de celular por historias de instagram, es decir, usan todo aquello que les brinda el internet para poder conectarse con un otro.

En épocas donde se impide el contacto, los sujetos solicitan a gritos conectarse: tanto a nivel virtual, como a nivel de la solidaridad colectiva que refiere a respetar el aislamiento.

Para concluir, la Relación Sexual figura un imposible: no hay posibilidad de hallar complementariedad con un otro, y si bien esto da lugar a desencuentros entre los sexos, al mismo tiempo, es condición de posibilidad para posibles encuentros, aunque sean fallidos. Esto último, es lo que inspira gotas de esperanza cuando se piensa en este virus que se expresa de forma Real, y que no cesa de no inscribirse. Es probable, por su rápida capacidad de reproducción y expansión, que, si se logra a hallar la “cura”, esta no sea total y completa, sino que, tal como sucede con la gripe, el virus retorne en determinadas épocas del año y solo tengamos como paliativo alguna inyección o antídoto, pero que debamos aprender a vivir con lo Real que establece el coronavirus. 

Es del virus de quién hay que defenderse, no del otro. No se trata de situar individualismos, no es Yo o Él, refiere a un “nosotros”, y si la distancia que hoy se exige es Real, que esta no se transforme en simbólica. De modo que, una forma de que esto se sostenga es respetando la Ley del Otro (Estado), estar en cuarentena, sin perder la posibilidad de lo maravilloso del encuentro con un otro, aunque sea, de forma virtual.

De allí que, construir un sentimiento colectivo cuando el mercado y el capitalismo nos impone más el individualismo, es una tarea difícil, pero no imposible. 

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