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Por Florencia García Alegre
En un país donde una pandemia mundial es asociada al temor del populismo por ser patente la necesidad de garantizar la vida de sus ciudadanos, hay una generación millennial que se rindió a los pies de la lírica. Nacidas después del ’80, estas mujeres escriben y leen y comparten la poesía de las rebeldes históricas: Cora Coralina, Hilda Hilst, Cecília Meireles, Clarice Lispector y Ana Cristina César o las portuguesas Adília Lopes e Inês Lourenço y muchas más.
Dependiendo de la poeta, el lenguaje es más o menos crudo y sus obras navegan entre la autobiografía y la ficción. Hoy es el espacio que habitan presintiendo el fin del mundo o con una heladera que ruge de manera intermitente lo que une sus versos… Aunque el amor y el desamor de las generaciones Z e Y, por supuesto, son temas que no suelen quedarse atrás. Mucho menos la sexualidad y sus nuevas retóricas.
De este lado del trópico, ya guardamos la ropa de verano para sacar los largos y la bolsita de agua caliente. Mientras la luz del módem no se apague, podemos pasar por alto la revolución de los que denuncian la vida activa y se acuartelan gritando a viva voz en sus perfiles que no quieren hacer nada en un momento único en el que disponemos de todo el tiempo del mundo y de las dimensiones de nuestras casas como campo de batalla o refugio de la intimidad y del peligro.
Podemos empezar a conocer a estas mujeres que, laptop mediante, también se quedan del lado de adentro manteniendo la distancia necesaria para no empeorar el mal que desde arriba ignoran y te las presentamos en una selección que, una vez más, es completamente arbitraria.
Laura Liuzzi
Carioca categoría ’85. Lleva publicados dos poemarios Calcalhar (2010) y Desalinho (2014). En su poesía mandan las imágenes. Como cualquier foto bien lograda, captura ese momento en el que los ojos se posan y, gracias a la luz plena, se descubren las verdades del mundo en apenas un segundo. “Esperaremos la mañana / el corazón y yo / y los diarios el cartero las niñeras / pondrán las cosas en su lugar: / el corazon en el pecho / a vos a la distancia / las sábanas en el lavarropas”. El movimiento en la imagen varía entre certezas y el desconcierto más primitivo.
Deseo
Entrar en una casa sin que la puerta
ruja, sin que el cachorro
de la vecina festeje mi llegada
sin que el sofá conserve las
formas de mi cuerpo, sin que
yo necesite tomar aquel vaso
de agua que toca el azulejo y emite
un sonido ronco, sin que hubiera
un cuerpo. Entrar en casa como
la música entra en los oídos.
(Desalinho, 2014)
Musicalizamos escenas, cambiamos la temperatura de nuestras luces para lograr la fotografía aparentemente pensada por expertos aunque sea ya momento de arreglar la humedad, limpiar lo olvidado, resolver para dejar de esconder el desorden.
Mesa
Más importante que tener una memoria es tener una mesa
más importante que haber amado un día es tener una mesa sólida
una mesa que es como una cama diurna
con su corazón de árbol, de bosque
es importante en materia de amor no meter la pata
pero más importante es tener una mesa
porque una mesa es una especie de suelo que apoya
a los que aún no se caerán.
Ana Martins Marques, de la serie Arquitetura de interiores de A vida submarina (2009)
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Julia De Souza
Adriana Calcanhotto, mujer emblema de la música popular brasileña, lanzó en el 2017 É agora como nunca, una selección de poetas locales nacidos entre el ’70 y el ‘90 con una única característica en común: hablaban del momento presente, de un ahora como nunca, susceptible de extenderse hasta el ahora pandémico. Dentro de los elegidos está Julia De Souza, una paulista nacida en el ’86 que es tan drummondiana que el mismísimo Carlos Drummond de Andrade se levantaría para dejarle flores en la ventana.
Lleva publicados los poemarios Covil (2013), Gigante vermelha (2016) y As durações da casa (2019), donde es la casa el refugio para el forastero “acá se fuma donde hay / ventanas / se espera donde hay ventanas / y hay bastantes ventanas / (son coloradas) / cuando hay sol / los sábados” y una arena de conflictos y elucubraciones para quien la habita. El exterior de esa casa representa más peligros que una curva de contagio que aumenta exponencialmente hora tras hora.
Poema para vaciar la casa
Imposible fosilizar la casa
mantener los dientes sanos
contarlos uno a uno en su boca
imposible contener la sonrisa
incluso sabiendo que la casa
es otra
Deseo de que la casa anule
el mundo que la casa sea
el propio mundo
Que la casa sea un acuario
sea un museo
(do not disturb)
Si consiguiera atinar
la extensión de su presente
seré una recién llegada crónica
ya es imposible pensar
el mundo sin la mediación
de la casa
(habría sido necesario vaciar el asunto de la casa)
No quiero querer más
quiero de vuelta la imposible
casa auténtica
(la casa me da saudade* de hogar)
Es necesario clausurar la casa
dejar que el matorral la trague
y crezca sin rodeos
dentro de los autos
cubra la mesa de cenar esconda
la insistencia de los remiendos
nuestra casa castillo de cartas
todavía guarda restos de
cualquier cosa que se fue temprano.
*Saudade: sustantivo femenino. Recuerdo, al mismo tiempo triste y suave de personas o cosas alejadas o que dejaron de existir, acompañado del deseo de volver a verlas o tenerlas.
Invasión
Un jardín invade la casa
hay una incisión que se renueva
en su caja torácica con cada
duda del viento o sutil
alteración del clima –
lo que no deja de anunciar
cierto peligro.
Aún así no voy a salir
para no intentar morir
antes de tu regreso
(y ahora llueve, llueve dentro de la casa)
Voy a intentar percibir
lo que es estar en esta casa
donde sólo los dos sillones colorados
señalan cómo es por dentro.
(As durações da casa, 2019)
Sobra el tiempo en la casa como nuevo compañero de cama como si los cuerpos estuvieran pasando de moda en esto que llega a los cincuenta días. A nuestro equipo se suma materia en descomposición o bolsas de nylon. Reducción y reutilización, palabras mágicas para lo único que, a falta de tanto, nos sobra: el plástico.
Creyendo que Netflix pariría la revolución para la que nos tiembla el pulso, la casa se convierte en la trama que no puede consumarse.
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Taís Bravo
Nace en el ’90 en Río de Janeiro. Es escritora, traductora, una de las creadoras de la iniciativa Mulheres que Escrevem y autora del ensayo digital Todos os meus (ex) heróis são machistas y coautora del zine possível (2016).
Sus poemas generan conexiones automáticas, líneas directas a las vivencias de nuestra primera juventud. El camino de la experiencia y el deseo forman una ronda alrededor de objetos tan densos como simples en la enunciación, porque en Taís escribir, pensar, hablar y sentir son operaciones simultáneas. El día a día baila entre la ironía y la melancolía: el amor y el placer nada tienen que ver con sentimentalismos sino con lo imprevisible como perder o subirse antes de lo esperado un colectivo.
Imágenes que traen paz
la distancia entre
casa y todo lo que llaman
mundo
la distancia entre vos y yo
y todo lo que llaman
nosotros
un evento que no se propaga
entre los círculos de oficios y tedios
libres de fotos y testimonios
secretos que quiero dar
apenas tomemos las calles
la distancia que salva el punto en que salto de línea
por donde
hago ese esfuerzo
hablo precisamente
para el regreso
al goce de un suelo
donde el deseo se desvanece
en un camino absuelto
me muevo
entre partidas
para mantener
el silencio
la distancia
donde me arrojo
entre tantos riesgos
todavía intacta.
(Sobre as linhas extintas, 2018)
Acá su diario de cuarentena, donde también propone para quien se atreva una suerte de taller de lectura y escritura.
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No dejo a la gata jugar al nivel del suelo con mis cucarachas porque encuentro que a mis cucarachas no les gusta jugar con ella.
Adília Lopes, Obra (2000)
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Artista visual, poeta, traductora y más nacida en el ’84 en Duque de Caxias (RJ) devenida en Paulista. Además de haber traducido a estrellas como Sylvia Plath o Eileen Myles, publicó Zebrosinha (2013) un libro infantil y las antologías de poesía A fila sem fim dos demônios descontentes (2006), Balés (2009), Rapapés & apupos (2012), Rua da Padaria (2013) y Ladainha (2017).
A su lírica la atraviesa una cadencia tan cercana que suena a un secreto entre amigas y su dicción poética se presenta como una fuerza capaz de hacer de la marcha de la bronca, una canción de cuna para nuestras sobrinas.
ap.
en mi casa podés descubrir a alguien
escondiéndose de la rutina en un cuarto oscuro
y tirando la ceniza del cigarrillo en la vereda
mientras espía la ropa bailando en silencio
en el tendedero
a las tres de la madrugada
vos podés descubrir a alguien preocupado
sosteniendo una taza con vino vagabundo
durmiendo fuera de hora
pensando de más en la vida
y en el tedio que es
esa falta de pasión
(A fila sem fim dos demônios descontentes, 2006)
Buscar el supermatch de Tinder o secretos para formar abdominales o exterminar el sarro del inodoro. Videollamadas pixeladas mediante, poner a germinar garbanzos o zanahorias a echar raíces esperando al conejo de la suerte que haga de nuestra zona de derrumbes un espacio compartido.
2
Planté un guayabo
dentro del baño
y la cigarra vino
a vivir conmigo
Desde entonces tomo baños
de anteojos, una sensación
de melancolía húmeda
que aprecio
Pero no amo, amor es lo que veo
sembrar, romper y brotar
de la panza de la cigarra
una compañera:
El canto
es ancestral, adquirido
a veces pido una canción
ella no
Su ojo saltado
de sapo explosivo
el mío hinchado
de llorar sin motivo
Estoy satisfecha,
pero no debo esperar
nada, es como criar
una sirena.
(Ladainha, 2017).
Bruna, coleccionista de formas y espacios inteligibles. En el poema los desordena y los vuelve a ordenar verso a verso, neologismos mediante, convirtiéndolos en elementos naturales de nuestra lengua sin que podamos percibir esa maquinaria.
Azucarero
Para amargo
basta el amor
Agridulce,
dice ella
Pero a mí
me pareció
amargo.
Ana Martins Marques de la colección Interiores de Da arte das armadilhas (2011)
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Otra carioca nacida en el ’90. Edita la revista digital Oceânica, cuyo fin es la publicación de poetas mujeres. En 2014, lanzó su primer libro de poesía A primeira morte donde los hechos no tienen una doble lectura, sino que son directos y punzantes como imágenes de compañeras asesinadas en una primera plana: “He muerto lentamente / con cada mujer muerta en el diario”. Estas muertes la atraviesan, a quién de nosotras no, pero la devuelven rediseñada : “coso partes que no se pertenecen / estoy clara y aniquilada / pero parece que vine / para quedarme”. Con juego y con deseo, Maíra se convierte en una molotov que arde de terror y de amor y que puede bailar alrededor del fuego para dar batalla cada día, todos los días.
Con Esses dias que estamos vivendo há anos (2019), Maíra se adelantó a la pandemia que nos tiene en vilo: presenta a quien no sale de esa historia sino como sobreviviente. Se inicia desde una supuesta quietud que sólo refleja un pensamiento enorme y conspirativo hasta llegar a un punto cero en el que, tras un chasquido de dedos, se arma en cuerpo y desde ahí define que nació “lista para todos / los incendios”.
Esos días que estamos viviendo hace años
el final pasa tan rápido
a veces pienso que voy a chocar contra la cama
que vamos a volvernos la misma
sustancia
soy las paredes de una casa vieja
un tipo de vieja silenciosa que se olvida
sartenes en el fuego
y no pregunta por nadie
(ni habría quien respondiera)
a veces pienso que ya estoy lejos
que en algún momento fui
demolida y ahora me esparcen
sin que sea posible volver
al punto central (tal vez porque no
haya un centro)
el final es inmediato el final no espera
él acontece antes de acontecer
puedo decir que no voy a ser atrapada
por los tentáculos del tiempo y todavía así
who’s to say
mastico los relojes de la casa hasta que
las horas no estiren más
esos días que estamos viviendo hace años
(dios esos días que estamos viviendo hace años)
no existe palabra
que les impida acontecer.
(Esses dias que estamos vivendo há anos, 2019)
**
La casa como celda, lugar sagrado o nuestra propia sala de fumadores. Entre objetos con valor afectivo y de mercado, nos perseguimos la cola marcando una semana más de aislamiento. Están los afortunados con ventanales, jardines, balcones, huertas o apenas más de veinte metros cuadrados para atravesar tedio, resignación o renacimiento. No sabemos.
Que discuta el que tenga ganas. La era digital, y hoy el tiempo muerto, no están acabando con las formas sino que las están reinventando y estas poetas son la instantánea que las compone: sus versos cargan con tanta rima como poder, canibalizando las experiencias del pasado, haciendo altares al futuro perdido, revelando instantes irreversibles.
Estas poetas hicieron de fotolog o myspace y Twitter, Instagram y Medium, después, su propia ágora de profetas 2.0, lanzando por los aires los obstáculos de las letras on y offline. Su poesía está disponible en Amazon y publicaciones independientes y es viralizada en una red de lectores que se dejan atrapar por ella, formando la familia que puede elegirse en tiempo real y sin movernos de nuestras casas para poder aplanar, al fin, la curva.
Decimos resignación o renacimiento. Prender fuego todo o salvarnos la vida de una vez. No sabemos. Sólo podemos rezar para que no se nos corte wi fi y no terminar de perdernos por completo.
Etiquetas: Bruna Beber, Florencia García Alegre, Julia De Souza, Laura Liuzzi, Maíra Ferreira, Poesía, Poesía brasileña, Taís Bravo