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29-07-2020 Notas

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Por Tomás Mark | Portada: Ryohei Hase

I

Para la teoría psicoanalítica lacaniana, el sujeto está atravesado por una barrera de lenguaje, pero existe algo que escapa a toda simbolización: lo Real. El registro de lo Real se presenta como “un vacío traumático”, del cual solo nos llegan atisbos mediante inconsistencias de la realidad, en otras palabras: a través de síntomas.

En Realismo capitalista, el filósofo británico Mark Fisher sostiene que para Lacan, lo Real es todo aquello que la realidad debe suprimir y que esta se constituye gracias a esa represión. Fisher, que se suicidó en el año 2017, y que fue un asiduo escritor en su blog K-punk, explica que el realismo capitalista, surgido con la consolidación de las directrices neoliberales, se sostiene gracias a la naturalización de las lógicas del lucro para toda la realidad social, y por la capacidad de reprimir a las irrupciones de lo Real que atentan contra su equilibrio.

En ese sentido, ejemplificó con tres contundentes sucesos el hecho de cómo lo Real atenta contra el realismo capitalista, estos son: el cambio climático, las enfermedades mentales y la burocracia. El primero se contradice con las lógicas expansivas de la economía capitalista, e incluso vulnera la propia existencia del planeta. El segundo naturaliza a las enfermedades mentales, entendiéndolas como debidas únicamente a “causas biológicas” y negando su realidad política. El tercero es una promesa incumplida que el capitalismo manifestó en su lucha contra el comunismo. Creemos que la irrupción de la pandemia supone añadir un nuevo ítem a los propuestos por Fisher.

II

Si lo Real es un registro que escapa a la simbolización, entonces se entiende la irritación que supone para los sujetos la irrupción de un virus que elude a nuestras percepciones y solo se manifiesta —cuando lo hace— mediante síntomas corporales. En ese sentido, no carecemos de metáforas —o de intentos hasta antropomórficos y bélicos de simbolización— tales como a las que el presidente Alberto Fernández recurre en sus conferencias: “estamos luchando contra un enemigo invisible”, frecuentemente sentencia él, al igual que otros gobernadores y representantes del campo de la salud. Todos estos se atañen a las recomendaciones sanitarias, no sin ir en contradicción con el imperativo de lucro del realismo capitalista, y de lidiar con el peso que eso supone.

Pero peor forma de llevar la irritación es con la redundante —y nada recomendable— vuelta a la represión; un vano intento de neutralización para continuar con el realismo capitalista a toda marcha. Esto se hace más notorio al observar el manejo comunicativo que otros gobiernos han hecho de la crisis, en las publicaciones de algunos medios de comunicación y hasta en concentraciones “anti-cuarentena”.

Aquí las simbolizaciones buscan ser llevadas al terreno de lo conocido, cuando por ejemplo, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, manifiesta que “es una pequeña gripe” el virus que llevó a su país a posicionarse como segundo en cantidad de casos al momento de cerrar esta nota.

Siguiendo las lógicas de la neutralización, otras irritaciones se traducen en formas exasperadas por conceptualizar al virus dentro de la lógica del realismo capitalista. Mencionamos solo algunas: desde contabilizar el costo económico de cada muerte (hay una nota que lo resume muy bien aquí), teorías conspirativas (del orden: “el virus se generó en tal laboratorio con tales fines político económicos”, cosa que es falsa y se explica aquí), hasta reivindicar teorías propias del darwinismo social de Spencer, que incitan a que “sobreviva el que pueda” (por ejemplo, tal como incita un vicegobernador estadounidense).

Por último, otras conceptualizaciones menos sanas intentan darle una identidad subjetiva al virus. La ideología interpela a los individuos en sujetos —dice el filósofo Althusser— dándoles una identidad y un lugar en el orden social, incluso hasta antes de su nacimiento con el nombre que le asignan sus progenitores. El intento por parte del presidente de EEUU, Donald Trump, de identificar al COVID-19 como el china virus remite a un intento ideológico de subjetivización del virus.

Pero no solo eso, también es parte de una de las operaciones ideológicas que el filósofo esloveno, Slavoj Žižek, denomina como “anamorfosis ideológica”, que consiste en tomar a un objeto para representarlo como la “concreción de un vacío” o una “magnitud negativa” y acusarlo de impedir la realización sin turbulencias de la sociedad. Lo que mantiene unida a la ideología es, en el fondo, la encarnación de una falta. Algo así —explica Žižek— hacía Hitler cuando hablaba de “conspiración judía”. Esto lo que hace es reproducir procesos discriminatorios que acusan minorías como responsable de la falta en la sociedad. Hoy Trump y las teorías conspirativas hacen lo mismo al señalar a China como el país que creó deliberadamente al virus.

III

Ninguna de estas explicaciones y simbolizaciones escapa a las lógicas del realismo capitalista. La desesperación por reiniciar la maquinaria del lucro es patente, pero lo Real hoy nos dice: «hay cosas que quizá no significan una ganancia monetaria, pero aún así son necesarias». También nos lo ha dicho antes: voceros de las crisis sanitarias no han faltado y esto se demuestra en todas las advertencias previas que expertos en el tema anunciaron hace ya unos años, y que estos días han reflotado en los medios de comunicación (ver acá, acá, acá o acá). Pero también lo Real hoy nos habla de las vulnerabilidades habitacionales que sufre la gente y que las afecta aún más en situaciones excepcionales como esta; nos referimos a las crisis que están sufriendo los barrios populares por la carencia de agua y por el hacinamiento.

Observando las advertencias que se hicieron años atrás, si se las mira hoy, cabe preguntarse: ¿esta crisis podría haberse evitado? Las preguntas contrafácticas son siempre absurdas, pero creemos que una posible respuesta sería que, si el realismo capitalista previo a la pandemia “oyera” más a lo Real, la sociedad estaría mejor preparada para enfrentarse a este tipo de catástrofes. El problema es que el costo-beneficio de la lógica capitalista le impide invertir en cosas que no den lucro.

Las cuarentenas son prácticas de prevención de contagio que han sido puestas en uso en múltiples ocasiones a lo largo de la historia, la novedad reside en que es la primera vez que estas se viven en el medio del realismo capitalista.

Ahora, que ya estamos en vistas de ir liberando de a poco las medidas de aislamiento que fueron aplicadas, la pregunta será otra: la realidad del realismo capitalista destaca por absorber constantemente todo bajo las lógicas del lucro y, pasadas las crisis, continuar a toda marcha con su expansión ideológica. La experiencia de los ‘80 con el HIV —aunque mayoritariamente distinta a la del COVID-19 por sus características biológicas— demuestra que el realismo capitalista pudo naturalizar al virus y convivir con él. Las promesas por una vacuna en aquel entonces eran tan frecuentes como ahora, aunque menos prolíferas debido a las limitaciones en la comunicación global.

Como dijimos, la realidad existe gracias a la represión de lo Real y el capitalismo realista perdura debido a la naturalización de todas las existencias sociales en una lógica de negocios. Hoy lo Real del virus contradice a la realidad del lucro, que es la esencia del capitalismo. ¿Será el COVID-19 naturalizado por el realismo capitalista como una enfermedad más? ¿Será este naturalizado por haber sido “vencido” con una cura o una vacuna? ¿Será esta solución absorbida por las lógicas del lucro? Más interesa saber: ¿Hasta cuánto puede esta irrupción de lo Real modificar el escenario de nuestra realidad?

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