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Por Luciano Sáliche
¿Qué es un periodista? ¿Un iluminado, un intelectual, un punto arquimédico que mira desde afuera el mundo y lo analiza, lo interroga, lo expone y lo devela o es, por el contrario, una pieza más del cambalache social? ¿Acaso el periodista, los periodistas, no forman parte de la clase obrera? ¿Acaso un periodista no es un trabajador de prensa? ¿Y cuál es su función en la sociedad, en esta sociedad, la de la hiperconexión y de la sobreinformación? ¿Fortalecer y acelerar el caudal de datos que desfilan frente a lectores, oyentes y espectadores con el fin de multiplicar las perspectivas de eso que llamamos realidad? ¿Esa es la línea que impera, sobre todo en internet, la de la multiplicidad de voces que tiende a una permanente democratización? ¿O será que lo que ocurre en las redes y en los medios digitales es que las voces que sobresalen y se masifican son siempre las mismas? ¿Lo que se ve en el periodismo digital es una traspolación de la concentración que ya ocurría y ocurre en el periodismo tradicional, el analógico? ¿Por qué, durante la pandemia, el periodismo fue declarado actividad esencial? ¿Para qué? ¿Para que la sociedad permanezca informada? ¿El periodismo de hoy informa? ¿Esa es su esencialidad? ¿O lo que vemos es otra cosa: una sobreeditorialización de los acontecimientos que distorsiona la realidad hasta el punto tal de acrecentar prejuicios y jugar a la más llana polarización? ¿Es el periodista el enemigo por antonomasia del poder y, por consiguiente, su contrafigura? ¿Dónde está el poder? ¿El periodismo es ajeno al poder? ¿La esencia del periodismo es cuestionar al poder y develar sus hilos políticos y económicos? ¿Acaso no vivimos en una época donde ese poder se oculta mucho mejor que antes? ¿Puede el periodismo detectarlo, enfrentarlo, señalarlo, desnudarlo, denunciarlo? ¿Qué periodismo? ¿Existe la ética periodística? ¿El periodismo puede cambiar el mundo o debe limitarse a narrarlo? ¿Qué se pierde y qué se gana en esa narración? ¿Qué tan libre es el periodista?
¿Para qué sirve el periodismo? ¿Cómo sería el mundo sin periodistas? ¿La postal podría ser —como imagina Lionel Hutz en Los Simpsons en referencia a los abogados— la de mandatarios y referentes de distintos países y culturas tomados de la mano, bailando en ronda, sonriendo, bajo un cielo limpio y un sol brillante? ¿Cómo evolucionarían las compañías tecnológicas, sobre todo las de extracción de datos, los buscadores, las plataformas y las redes sociales, sin periodismo? ¿Y los Estados? ¿Cómo se enteraría la población de las medidas que los poderes estatales deciden? ¿La ausencia de la prensa habilita la posibilidad del autoritarismo? ¿De qué prensa? ¿Alcanzan las instituciones civiles, los sindicatos, las organizaciones sociales para dar cuenta de lo que ocurre en el Estado? ¿Alcanza con el periodismo? ¿Qué ocurre con esa porción mayoritaria de la sociedad que se encuentra despolitizada, desorganizada, atomizada —todo lo que el capitalismo necesita— y que reduce su praxis política al voto en las elecciones? ¿El periodismo puede tener, aún hoy, el poder de “despertar mentes”, como dicen algunos románticos? ¿O acaso el periodismo, el de los grandes medios, el concentrado, el hegemónico, lejos de despertar mentes, las adormece? ¿Hay periodismo por fuera de esa unilateralidad? ¿Cómo lucha en esa batalla por el sentido común el periodismo disidente, el de frontera, el comunitario, el marginal, el contracultural? ¿Cuántas formas de hacer periodismo existen? ¿Por qué la sociedad, cuando habla de periodismo, sólo se refiere a los grandes medios? ¿Tanto han acaparado la profesión los periodistas “figurones” que la mancha la tienen todos? ¿Qué ocurre cuando los periodistas reclaman mejores condiciones laborales? ¿Por qué los grandes medios no informan a la sociedad sobre estos reclamos como sí lo hacen con otros gremios? ¿El periodismo se narra a sí mismo? ¿De qué forma?
¿Qué periodismo se necesita? ¿Uno que defienda al mercado y a los patrones o que se inmole por los gobiernos? ¿Uno que encubra a los propios y persiga a los ajenos? ¿Se puede hacer periodismo por fuera de la polarización y de este bipartidismo que se profundizó en la Argentina de los últimos años? ¿La lucha de clases es una forma de la polarización? ¿Existe la objetividad periodística? ¿Habría que seguir buscando esa objetividad, aunque no sea más que una ilusión, pero tal vez sí un horizonte posible? ¿Y el periodismo militante? ¿Es un equívoco o, como dijo Fernando Rosso, “periodistas militantes somos todos, sólo que para distintas causas”? ¿Cuáles son las grandes causas del periodismo mainstream? ¿Representar los intereses de sus dueños, de las grandes empresas, de la burguesía? ¿Y qué ocurre en su interior donde la precarización laboral se ha instalado con fuerza y los trabajadores de prensa han perdido un tercio de su salario solamente durante la gestión de Cambiemos? ¿Los trabajadores de prensa comulgan ideológicamente con sus patrones? ¿Es el periodismo un negocio? ¿Sigue teniendo el mismo valor que antes la noticia? ¿O será que ahora, luego de décadas de periodismo televisivo y de años intensos de periodismo digital, el rating y la viralización han modificado a la noticia? ¿El periodismo informa o, además y por sobre todas las cosas, entretiene? ¿Necesitamos un periodismo que con entretenimiento nos saque de la intensa coyuntura que en tiempos de pandemia nos agobia todavía más que antes? ¿O lo que necesitamos es un periodismo que choque de frente con la coyuntura, con la agenda, pero que lo haga de forma inteligente y creativa, evitando los lugares comunes, con análisis honestos, genuinos y mucha veracidad y provoque en el lector, en el oyente y en el espectador una reflexión y una toma de conciencia?
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