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Por Luciano Sáliche
I
La vida de Aleksandr Deineka grafica y explica muy bien lo que significó ese gran fenómeno político y cultural del siglo XX que algunos miran con nostalgia y otros con asco: la Unión Soviética. Nacido en Kursk en 1899, Deineka tenía 18 años cuando ocurrió la Revolución de Octubre. No militó ni estuvo en las filas del Ejército Rojo, lo que le interesaba era el arte y, una vez establecido el socialismo, se dedicó a poner en el lienzo las sensaciones revolucionarias que le brotaban en el cuerpo.
Estudió en la Facultad de Arte de Járkov, fue alumno de Aleksandr Lubímov, luego en la Vjutemás de Moscú, pero cuestionó su pedagogía y junto a otros artistas fundó el grupo OST primero, y más tarde el Oktyabr. Eran tiempos donde se permitía la disidencia. Sus primeros trabajos mantienen la épica del período postrevolucionario. La socialización de los medios de producción y la importante mejora de las condiciones laborales fueron algunas de las inspiraciones.
El trabajo como modo de dignidad fue el concepto que más representó en sus primeras obras, así como también el deporte y algunas postales históricas, como La defensa de Petrogrado (1928). Lo que le interesaba a Deineka era retratar el espíritu de eso que el Che Guevara llamó algunos años después hombre nuevo. Con el socialismo, se abría la posibilidad de construir una nueva sociedad y era eso, o el deseo de eso, lo que Deineka quería mostrar.

II
Con la muerte de Lenin y el exilio de Trotsky, el rumbo socialista quedó en manos de Stalin y comenzó un lento pero intenso período de burocratización que, entre otras cosas, impuso una cultura oficial. En el arte, se llamó realismo socialista. Si hay que poner una fecha, el realismo socialista empieza en 1923, cuando Stalin firma el decreto que desmantela las organizaciones de artistas y crea un organismo unificador: la Unión de Escritores y Artistas Soviéticos.
Quien presidía el comité era Máximo Gorki. Era el gran escritor soviético que apoyó la revolución pero luego criticó a Lenin y se exilió en Italia. Para muchos era un gran traidor, para la mayoría un excelente escritor que fue nominado cinco veces al Premio Nobel. A Stalin le convenía tenerlo para confrontar con el fascismo de Mussolini. Lo recibió con honores. La función de Gorki, como dijo un periodista español, fue “servir como hombre de paja para un genocidio cultural sin precedentes”.
El creador del término realismo socialista es Ivan Gronski, un astuto periodista oficial. Fue en un artículo en Pravda. Días después, la Unión de Escritores y Artistas Soviéticos lo define en su estatuto como un “método artístico que exige una representación verídica, históricamente concreta de la realidad en su desarrollo revolucionario y orientada hacia la transformación ideológica y educativa de los trabajadores en el espíritu del socialismo”.

Dicho así no parece presentar problema alguno, sin embargo esto dio lugar a un gran debate en el mundo respecto de la función del arte. ¿La expresión artística tiene un rol social? ¿Debe estar en función de ciertos intereses o debe, por el contrario, fluir libre y permitirse cuestionar absolutamente todo, incluso al arte mismo y a quienes intentan darle un rumbo? En 1938 Trotsky y André Breton escriben el Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente y esbozan una respuesta.
Allí se oponen no sólo a lo que consideraban el “arte burgués decadente” sino también al realismo socialista. La apuesta teórica es una defensa cerrada de la autonomía del artista. Hay una anécdota sobre la redacción final del manifiesto. A la frase “toda libertad en el arte”, Breton quiere agregarle: “siempre y cuando no atente contra la revolución”. Trotsky se niega rotundamente a esa modificación. El estalinismo perseguía artistas. Era necesario dejar las cosas claras.
III
Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Deineka realizó pinturas monumentales exaltando el tono patriótico y épico. Algunos ejemplos son Noviembre (1941), La ciudad quemada (1942) y La defensa de Sebastopol (1942). Son los años de un “conformismo y conservadurismo extremos en la cultura”, explica el crítico de arte Manuel Fontán. Deineka seguía al pie de la letra la dirección oficial del Kremlin: recordar los años de la revolución y enaltecer el modo de vida soviético.

En pocas de sus pinturas existe el conflicto, por el contrario, lo que se construye en la mayoría es la escena superadora, el después, la victoria, la posrevolución. Como escribió el pintor Pável Korin, en las obras de Deineka están «los jóvenes de nuestro mundo con su porvenir». Así se leían estas pinturas, con los ojos brillosos por lo logrado y por todo lo que se está construyendo. Así las leían los burócratas soviéticos y aquellos que no podían ver que el sueño socialista ya estaba roto.
“Sin la obra pictórica de Deineka —escribe Juan Alberto Kurz Muñoz en El arte en Rusia: la era soviética— la pintura del realismo socialista no habría llegado a ser lo que es. Cualquiera que haya sido el género de arte tratado, la pintura, el cartel político, la ilustración de libros y revistas, Daineka ha permanecido fiel a su estilo inconfundible que lo ha elevado por encima de la vulgaridad que ha caracterizado, y caracteriza, a muchos artistas soviéticos seguidores del realismo socialista”.
“El Hopper ruso”, como lo llaman algunos, fue un héroe en su patria: le dieron el Premio Lenin, el título de Artista Meritorio de la RSFS, el de Artista del Pueblo de la URSS y el de Héroe del Trabajo Socialista. Murió en 1969 en Moscú a los 70 años y lo despidieron con un gran funeral nacional.

IV
¿Era Aleksandr Deineka un mal artista o un artista mediocre? Para nada. Los trazos, la elección de los colores, las escenas, la forma en que diseña cuerpos contrastados con paisajes es realmente impactante. “Las severas limitaciones que imponía el realismo socialista durante el apogeo del estalinismo le hicieron diluir su antiguo estilo, pero una forma inesperadamente soberbia de realismo moderno ocupó su lugar”, sostiene Manuel Fontán.
Es decir, si bien sigue los gustos del Kremlin y se erige como el gran representante del realismo socialista en el arte en general y en la pintura en particular, Deineka expone en su obra una subjetividad que lo vuelven un ilustrador, pintor y escultor notable “al servicio de la utopía comunista”, como escribió Ángeles García. Respecto a sus posicionamientos políticos, esa ya es otra historia. Lo cierto es que la política y la belleza no suelen funcionar como un espejo.
* La ilustración de portada se titula «Deporte soviético» y es de 1935.
Etiquetas: Aleksandr Deineka, León Trotsky, Máximo Gorki, Realismo soviético, Stalin, Unión Soviética