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Por Enrique Balbo Falivene
El estado debe indemnizar anunciaba el titular de Página/12 en su edición digital de septiembre pasado; el texto aclaraba que le correspondía el 70 por ciento al estado por el abandono de la carretera y el otro 30 al conductor por no tener los neumáticos en condiciones. Primero intenté valorar cómo los jueces establecerían estos porcentuales, y segundo, antes de sumergirme en los antecedentes de la noticia, con qué vara se miden los tiempos de las causas: desde el accidente al fallo judicial habían pasado once años.
La noticia me conmovió: leí todo lo que encontré al respecto en internet; por momentos me pareció un mal sueño, después comprobé cómo la ficción, con un argumento inverosímil más el amarillismo de algunos medios, se puede colar por una rendija para esconder una realidad aterradora: el caso Pomar.
La familia Pomar estaba compuesta por Fernando (40), Gabriela Viagrán (37) y sus dos hijas Candelaria (6) y Pilar (3). Desde José Mármol, partido de Almirante Brown, donde residían, deciden viajar en coche hacia Pergamino a escasos trescientos kilómetros. Fernando está desocupado y alguien en Pergamino le ofrece una entrevista de trabajo. Tiene una tecnicatura en química y allí viven los padres de su mujer y algunos amigos. A mitad de trayecto desaparecen.
I- ¿Cuándo empiezan las historias y cuándo terminan? ¿A quién le ocurren las cosas y por qué? Alfred Hitchcock en casi todos sus films nos da una pista pero vamos a centrarnos en uno: North by Northwest de 1959 (Con la Muerte en los Talones para España, Intriga Internacional para Latinoamérica). Roger Thornhill (Cary Grant) es un publicista algo mundano y torpe que se ve envuelto en una trama de espionaje; no es un héroe pero según avanza el metraje va adquiriendo ese rol empujado por el amor de Eve Kendall (Eva Marie Saint) a la que cree que ha conocido por un golpe de azar. Al final y tratándose de un melodrama clásico en nuestra concepción judeocristiana de la historia, el bien triunfa y el mal debe ser castigado. A lo que Hitchcock apunta es que los villanos siempre son los villanos y no necesitan más registros que ladear un poco la cabeza, mantener un cigarro en la comisura de los labios o mirar con expresión maligna en un plano medio, pero el héroe necesita mucho más, el héroe tiene que evolucionar y forjarse porque siempre es un hombre común, un ciudadano de a pie.
Desde Pergamino María Cristina Robert, madre de Gabriela Viagrán, al ver que la familia no llega hace la denuncia a la policía. También llama a bomberos y hospitales pero no se ha registrado ningún accidente en la carretera. Pasan varios días y como sigue sin haber noticias la policía pide la ayuda ciudadana. Se empiezan a registrar llamadas que dicen haber visto a la familia en Neuquén, Chivilcoy, Mendoza, Santiago de Chile. El caso recorre todo el país y la incertidumbre continúa; la policía publica en los medios una foto donde se ve a Pomar en su coche en un peaje cerca de Luján. Esta imagen va a desatar la ficción, el afán sensacionalista de los medios, el desconcierto.
II- Philip K. Dick publica la novela El hombre del Castillo en 1962; la sinopsis: los nazis han ganado la guerra y han ocupado una parte de Estados Unidos, la otra parte, la costa este, está bajo el mando japonés. Las fuerzas del Eje siguen su expansión por África y dominan todo el mediterráneo al que han desecado; continúa el exterminio judío, los rusos han sido derrotados, toda Europa es una chimenea humeante. Japón busca conquistar Asia y Sudamérica y las leyes americanas se basan ahora en la interpretación del I-Ching. En forma paralela a estas historias un hombre, aislado, solo, escribe una novela en donde los nazis han perdido la guerra, las fuerzas del Eje han sido derrotadas, los rusos han entrado en Berlín y Hitler se ha suicidado. Dick consigue generar tal confusión que al avanzar en el libro el lector se empieza a preguntar cuál es la realidad y cuál la ficción.
En la imagen del peaje Pomar extiende el brazo fuera de la ventanilla y abre la palma de la mano. También tiene la boca abierta, como si gritara. El resto de coche es oscuridad. No se advierten ni su mujer ni sus hijas. Alguien hace circular la versión de que Pomar estaba trabajando para el Cártel de Sinaloa (hay que imaginar pinche cabrón, no mames güey y te rompo la madre, por ejemplo, en José Mármol). El cártel le habría adelantado dinero para fabricar efedrina pero Pomar se había arrepentido huyendo con el dinero y arrastrando a su familia a un abismo.
A esta altura de la desaparición el ineficaz mayor y ministro del seguridad de entonces Carlos Stornelli (hoy fiscal federal procesado por espionaje y extorsión) había comisionado para el caso a casi 3000 policías sin resultados. Pero la investigación ya apuntaba a Pomar como culpable, se había allanado su casa en busca de armas, se le había trazado un perfil que lo situaba como maltratador, irritable, propenso a la violencia doméstica. La fiscal del caso Karina Police afirma desde el principio que está trabajando sobre un desencuentro familiar, es decir que Pomar, con toda seguridad había secuestrado a su familia.
A casi veinte días de la desaparición la policía, que sostiene haber cumplido todos los protocolos de búsqueda y ha peinado una amplia zona de campo, monte y ciudad, no tiene una sola pista firme.
III- Fritz Lang rodó M, el Monstruo de Düsseldorf en 1931. El argumento es sencillo: hay un asesino en la ciudad y sus víctimas son niñas. Como el número de asesinatos va creciendo y la policía de Düsseldorf se ve desbordada traen, desde Berlín, nuevos agentes, investigadores, detectives. Por otro lado el hampa ve peligrar sus negocios ante la presencia policial y se proponen encontrar al asesino. Aquí Lang establece dos narraciones paralelas de forma sublime; la primera muestra cómo lleva el caso bajo precisión alemana la policía y, en la otra, cómo los bajos fondos se organizan para hallar al culpable. También encuentra un punto notable en un viejo ardid literario: el único capaz de identificar al asesino es un vendedor de globos que es ciego y lo reconoce por un característico silbido que utiliza para atraer a las niñas. Finalmente los malhechores lo atrapan y lo conducen a un juicio sumarísimo en un sótano. Allí el asesino (el atribulado Peter Lorre) hace su descargo frente a ladrones, estafadores, secuestradores, timadores, mendigos y explica por qué mata. La cinta es soberbia, es el mejor trabajo de Lang que consiguió mantener la tensión hasta el Ende final.
A casi un mes de la desaparición de los Pomar un hombre de a caballo, atraído por un fuerte olor a descomposición, encuentra el coche y los cuerpos. Estaban a sólo veinte metros de la carretera. Según las pericias al entrar en la curva sin señalizar Pomar mordió un bache de un alcantarillado roto y perdió el control. Iban sin cinturón de seguridad y todos murieron en el acto menos Gabriela Viagrán que agonizó durante día y medio y se arrastró intentado pedir ayuda.
Hay dos testimonios reveladores; uno es de un albañil, Casimiro Frutos, que vio un coche volcado desde el autobús en el que viajaba y así lo denunció a la policía; el otro de un camionero jubilado que afirma, más bien suplica ante las cámaras, que busquen en las inmediaciones de la carretera porque es seguro que han tenido un accidente, y el coche tiene que estar en una aguada o bajo la espesura del monte.
La policía mintió, fue negligente, ocultó datos, no hizo los rastrillajes y en su vasta inoperancia falsificó actas. Nadie renunció.
La justicia involucró en la causa a ocho agentes; sólo tres fueron procesados y condenados a un año en suspenso. Resulta hasta ocioso afirmar que la sensación es que pareciera que todos estos funcionarios se odiaran, se toleraran y ampararan vigilándose. O como ironizaba Borges: “me han invitado a una cena de hombres que se detestan”.
IV- Imagino ahora esta trama: en medio del bosque hay una puerta donde un conejo espía a través de la cerradura. Se acerca un erizo y le pregunta qué está mirando. El conejo responde que detrás de la puerta hay dispuestas muchas frutas pero hay una banana que no es una fruta. El erizo le pregunta por qué y el conejo le explica que no tiene forma de fruta, no es femenina ni redondeada y su piel es demasiado débil. Se acercan a la puerta más animales del bosque y el conejo les repite entonces el mismo argumento. El lobo propone entrar para quitar la banana porque si no es una fruta no merece estar en el grupo de las frutas. Una tortuga pregunta quién será el valiente capaz de atravesar la puerta. La ardilla propone esperar porque entrar a la espesura del bosque puede resultar peligroso. Así la banana, que no puede ser una fruta, se pudre y contamina al resto de las frutas. Cuando los animales atraviesan la puerta ya no queda nada.
Etiquetas: Alfred Hitchcock, Enrique Balbo Falivene, Fritz Lang, Philip K. Dick