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Por Luciano Sáliche
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“El periodismo es contar lo que pasa, con mirada crítica, que cuestione tanto al poder económico como al poder político”. Desde esa definición, ¿Quiénes hacen periodismo? se abalanza contra el lector, lo toma de la campera y no lo suelta. Publicado en mayo de 2020 cuando la pandemia era apenas una incógnita desesperada, y con el apoyo del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) y de la Fundación Friedrich Ebert, el libro recorre el trabajo de periodistas de diferentes medios cuyos relatos dan cuenta de los cambios y las continuidades del oficio en tiempos de precarización, pero también esos relatos vislumbran alternativas, resistencias y futuros posibles.
La idea y edición general está a cargo de Darío Aranda y los autores son Eva Amorín, Ailín Bullentini, Franco Ciancaglini, Romina D’Alfonso, Adrián Figueroa Díaz, Lucía Guadagno, Nahuel Lag, Juan Monasterio, Mariano Pagnucco, Federico Paterno y Maria Sol Wasylyk Fedyszak. Cada uno de ellos entrevista a periodistas de Anred, Télam, Cítrica, Sudestada, Tiempo Argentino, La Vaca, Clarín, Página12, Infobae, Diario Popular y Télam. Como se ve, el abanico de medios es grande y nutritivo. Así se compone un collage de perspectivas que, lejos de marear, revela un estado de situación y una fotografía panorámica muy completa.
El primer texto es ensayístico y está a cargo del propio Aranda. Allí se marca el foco del libro y también se define la primera disyuntiva en el periodismo de hoy: la forma en que se presenta en sociedad. “Quizá como nunca antes se mostraron y cuestionaron los intereses económicos y políticos detrás de cada ‘gran medio’. Se hizo cotidiano que periodistas (en general, ‘famosos’) aparezcan en paneles de televisión opinando sobre otros colegas y desmenuzando intereses en las noticias”, dice y agrega: “Pero en todo el despliegue de debates faltó una voz: la de los periodistas de a pie”.
Los periodistas de a pie son los que “hacen los medios de manera cotidiana, pero, al mismo tiempo, son invisibilizados por el establishment periodístico y académico. Los que recorren los territorios en busca de noticias, resisten la censura, los pésimos salarios y la precarización. Y los que, desde medios comunitarios, cooperativos, construyen agendas que dan cuenta de hechos y protagonistas silenciados o marginados por los medios comerciales: el acontecer en los barrios populares, los ríos contaminados y pueblos fumigados con agrotóxicos, las luchas de trabajadores por mantener sus fuentes laborales y de los pueblos indígenas”.
En ese primer texto está la llave del libro y el develamiento de una incógnita: el periodista que vemos en la tele, en la radio, en el diario, en las redes responde a un estereotipo: la construcción premeditada de una figura falsamente genérica que no representa a la totalidad del gremio. En ese juego de espectacularización de periodistas “figurones” —Aranda lo define como “periodismo palermitano”— se ocultan las condiciones materiales precarias del gran porcentaje de los trabajadores de prensa y, a su vez, determina el trabajo en sí. “La mirada sesgada repercute en cómo se cubre y entiende la realidad”, agrega.
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Lo interesante de leer un libro de entrevistas a periodistas es que el lector no sólo se mete de lleno en el oficio con todos sus conflictos particulares sino también en las trayectorias individuales de cada entrevistado, en las distintas épocas por las cuales pasaron y en la cotidianeidad laboral cada vez más asfixiante. Así, se le devela una verdad oculta, la del periodismo real, la de los trabajadores de prensa. “Si hay una lucha, estoy del lado de los trabajadores. Como periodista no tengo un punto de vista para el cargo que ocupe y otro para lo que soy. Tengo un solo punto de vista, estar del lado del oprimido”, sostiene Eduardo Duschatzky de Télam, la agencia que resistió el desguace macrista de Hernán Lombardi.

«¿Quiénes hacen periodismo?»
Hugo Montero e Ignacio Portela, dos de los fundadores de la Revista Sudestada, tienen una mirada similar en cuanto al posicionamiento ideológico frente a la noticia. “El periodismo es una herramienta de laburo pero también es el modo en que nos expresamos. Hay otros que eligen la literatura, la fotografía o la militancia. Para nosotros el periodismo es todo eso también”, dice Montero y Portela agrega: “Somos una cooperativa de medios alternativos, autogestivos e independientes. Tenemos un poco de todo. Somos independientes de la pauta de empresas y del Estado, pero no somos independientes de nuestras ideas”.
Ramiro Giganti de Anred y Claudia Acuña de La Vaca narran, cada cual a su manera, los caminos del periodismo alternativo, que son más duros, menos aclamados, pero siempre necesarios; Néstor Llido de Diario Popular hace una defensa a la organización dentro de los medios clásicos; Julia Izumi de Tiempo Argentino reivindica la autogestión frente a la hegemonía empresarial; Maximiliano Goldschmidt de Revista Cítrica cuenta cómo fue hundirse en el abismo del diario Crítica y resurgir con un modelo solidario y activista. “El gran error de muchos periodistas es ponerse por encima de las noticias”, dice Carlos Rodríguez de Página/12.
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El gran cambio de época en el periodismo lo dio internet. Lo explica muy bien Juan Pablo Piscetta, periodista de Infobae y delegado gremial por Sipreba en dicho medio. “Ante la caída de la rentabilidad y la crisis del modelo de negocios la estrategia es cada vez más la mercantilización y monetización de la información. La mirada fácil de los editores o del área comercial es creer que los lectores van a consumir lo más rápido, simple, entretenido y digerible. Algo que va en paralelo con la precarización del trabajo: producir más en menos tiempo. Y ahí aparece el redactor que produce ‘chorizos’”.
En esa línea, Natalia Iocco de Clarín dice: “Los trabajadores estamos en la mira y se nos mira con resaltador en mano, esperando la falla. No digo que no sea justo, porque hay muchas cosas que ameritan ese análisis. Pero muchas veces aquello que se marca o que se cuestiona es producto de un sobreanálisis. Hay errores o publicaciones que no son más que la consecuencia de una forma de producción que ha deteriorado la rigurosidad periodística. La dictadura de los clics, la convergencia y la inmediatez que requiere la web van en detrimento de lo que entendemos que es el periodismo de calidad”.
Pero como el futuro aún no ocurrió, las posibilidades de lo que pase mañana son varias. Y de una u otra manera, todo está por verse. ¿Qué podemos esperar del periodismo? “A pesar del descrédito que pesa sobre buena parte de la prensa, a pesar de medios que silencian más de lo que dicen y de las dificultades para vivir del oficio, muchos periodistas dan luchas cotidianas para seguir contando lo que pasa, trabajadores de prensa que se manejan por la ética, cuidan la verdad y están siempre del lado de los que sufren. Muchos periodistas que están del ‘lado Osvaldo Bayer’ de la vida”, sostiene Aranda.
“En mi modelo imaginario me encantaría que los trabajadores sean partícipes o tengan representantes en la construcción de una línea editorial en cualquier tipo de medio. Pero bueno, eso hay que hacerlo y hay que ver si es posible hacerlo. Los consejos editoriales son posibles, que haya algún tipo de voz y representación de los trabajadores en la mesa editorial. Que nosotros como trabajadores, como sindicato, podamos tener espacios aceitados de debate y participación en los cuales se puedan discutir temas vinculados a la actividad periodística sería un paso gigantesco”, dice Piscetta en ¿Quiénes hacen periodismo?.
* El libro se lee gratis acá.
Etiquetas: Comunicación, Darío Aranda, Periodismo, Trabajadores de prensa, ¿Quiénes hacen periodismo?