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26-05-2021 Notas

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Por Graciela Trejo y Cristian Rodríguez

Y mientras tanto suceden tantas cosas en lo cotidiano de ese 1976 fatídico, ese que llevaría a la destrucción del último tendón vital en el tejido de la estructura social argentina y en las pautas socioculturales que fundamentaron el “Estado de Bienestar”. Aunque lo cotidiano de ninguna manera garantiza lo inconsciente, la estela de esas generaciones que crecieron y se multiplicaron en la fragua de la ascensión social, la educación pública, el debate político, el proyecto de independencia económica y desarrollo industrial, promovió un cierto tipo de subjetividad -y aquí vale establecer su diferencia con el sujeto de lo inconsciente- en la que la comunidad y sus lazos desplegaron la transmisión de una transformación definitiva de la Argentina como simple bastión satélite y primarizado de las políticas internacionales. Esa cosmovisión se rompió precisamente el 24 de marzo de 1976, se astilló hasta lo infinito de un proceso que podríamos articular al mecanismo de la metonimia, y alcanzó con sus esquirlas a esa representación afín a la Psicología de las Masas propuesta con Freud, y bajo cuyos principios se produce la identificación histérica, reduciéndose una vez más a la configuración de la institución total: ejército e iglesia. Lo que a partir de allí se funda no es otra cosa que un modelo de mecanismo de control social interiorizado, expansivo y silente como una metástasis. Esa figura no es retórica, sino ligada a la producción de letra real. Los desaparecidos no se cuentan por treinta mil, sino por millones, en los múltiples modos de interferirse los lazos sociales, con una letra que se nombra desaparecido, y tiene alcances insospechados hasta nuestros días. El intervalo significante que sostiene las transferencias de los lazos sociales y comunitarios es arrasado a favor de ese mecanismo postulado por Lacan en las psicosis infantiles, las debilidades mentales y el fenómeno psicosomático: la holofrase, sin articulación gramatical entre el enunciado y la enunciación, y como una solidificación del S1 y el S2.

A partir de allí, lo “cotidiano actual” -lejos de garantizar una «almita finita», eso que corroe el alma y la despoja y templa, lo propio del malestar en la cultura- multiplica por contrapartida infiernos viejos, infiernos nuevos, más infiernos. Argentina atraviesa sus infiernos cotidianos, entre la desmesura del endeudamiento externo y la violencia represiva, efecto de los discursos del control social, como norma y cotidianeidad, que aventó los fantasmas de la desaparición como holofrase.

Los infiernos y los objetos técnicos capitalistas nos conciernen a los psicoanalistas y tocan dos soportes, metapsicológicos y sociales del psicoanálisis: horda e incesto por un lado, iluminismo y discurso capitalista por el otro. ¿Y qué hacemos con este pequeño problema épico, también ético?: cuándo un país decide apostrofar a sus habitantes y arrojarlos al pozo, desconocerlos, también desaparecerlos.

 

Estremece

En la Plaza del Centro Cívico se vuelven a pintar todos los años los pañuelos blancos, esas palomas de Picasso. Y como en cada punto del país, se plantaron árboles al lado del gran mástil donde había también árboles dibujados por niños, sostenidos por estructuras de madera, de pie, florecidos de colores y crayones. Las agrupaciones políticas comenzaron un día antes del 24 de marzo, el río se movió y se volvió marea y multiplicó, regó y tejió una trama de raíces, no sólo treinta mil sino millones, treinta millones.

Por la tarde fue la convocatoria a la Marcha. Como todas las marchas en Bariloche empiezan en el Barrio del Alto y provocan ese efecto de ola, bajando hacia el Nahuel Huapi. Alguien espera bajo el sol de uno de los primeros días de otoño, testigo solitaria sólo por el momento, proyectando su sombra de cuerpo viviente sobre los pañuelos estampados. Frases y consignas inundan la Plaza. Se escuchan las canciones de Silvio Rodríguez, Charly, Mercedes Sosa, y los relatos y entrevistas a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, las actuales y las de aquella época negra y feroz. Escucharlas estremece siempre.

Las columnas entran al Centro Cívico por los arcos. Encabezan las columnas la Agrupación Hijos, la bandera al frente, los batuques y las danzas, los tambores que resuenan y transmiten alegría. Hijos da lectura a su documento. Como en cada plaza y solar de nuestro país alguien toma la palabra, da un testimonio, recupera en presente.

Pasaron cuarenta y cinco años del Golpe Cívico Militar de 1976 en Argentina, y algo parece haberse transformado. ¿Es este tal vez el efecto de haber llegado a un ombligo del sueño, al modo en que Freud lo planteara respecto del trabajo del sueño en un análisis, punto de sutura en el que ese no reconocido se vuelve conocimiento, reconocimiento, raíz, arborescencia?

 

Plantar Raíz

En Canción del Jardinero, María Elena Walsh canta: “mírenme, soy feliz, entre las hojas que cantan”, un comienzo con una hermosa invocación que ya nos ubica en la posición de la relación al semejante -mírenme-, pero en un plano que es el propio del Estadio del Espejo de Jaques Lacan, el de una anticipación por la vía de la identificación imaginaria, por una parte, y por otra parte el de la posición de la pulsión que se corresponde con el empuje hacia su meta, hacia las relaciones de objeto.

Escrita durante una de tantas dictaduras, en este caso la de Onganía. Continúa cantando: …“cuando voy a dormir, cierro los ojos y sueño, con el olor de un país florecido para mí… yo no soy un bailarín porque me gusta quedarme, quieto en la tierra y sentir que mis pies tienen raíz.”

Raíz, tener raíz, Interesante cuestión. La proscripción podríamos entenderla como una dolorosa secuela lógica de eso que nombramos como «desaparecido extendido» en el plano y en la dimensión del sujeto político. Esa Polis, nombrada por Platón en «La República», esa «res -cosa- pública» como anterioridad lógica y condición para que acontezca la mayéutica, lo propio de la dialéctica.

Tener raíz, una presentación para que los entusiastas leamos lo que Oscar Masotta dejó establecido en el futuro anterior, para nosotros. El propio Masotta hablaba de «desmaterializar» como un concepto que anticipa la «disolución» del lazo, concepto lacaniano del final de su enseñanza y que da nombre también a su último Seminario, precisamente Disolución-.

Trágica y creativa vida la de Masotta. En un sentido, una vida romántica y rocambolesca. Un verdadero fundador del psicoanálisis en Argentina. Sus conceptos anticipan incluso a Lacan, lo adelantan. Ya que desmaterializar no es desaparecer, sino promover una instancia de la letra que permita los movimientos de la subjetividad acorde a los avatares de la época. Sus grupos de lectura Intentan producir nuevos textos que encarnan el espíritu de época y funcionan como verdaderos analizadores sociales. Son también antecedente de lo que Lacan propuso como Cartel y “función del más uno” en la articulación de una escritura.

Plantar memoria, lectura colectiva y multiplicante. Tomar el eslabón nefasto y holofraseado en la cadena significante dejado por la desaparición de personas en Argentina, y transformar ese lugar yacente en un intervalo. Desmaterializar la letra “desaparecido” y plantar raíz junto con el significante desaparecido. Como vemos, no se trata sólo del destino pulsional propuesto por Freud: » vuelta sobra la propia persona», sino de un carácter extendido de lo que Freud denomina «recorrido pulsional», respecto de las metas pulsionales-, lo que no supone una detención libidinal sino su relevo, su renacer.

A pesar de las antipolíticas siempre agazapadas en el sentido común, enarboladas en las castas pseudo políticas tecnocráticas y especulativas a la que nos somete la época y las “nuevas derechas” de cuño tradicional, otro concepto subyacente que apenas empieza a escribirse supone, más que enarbolar, plantar ¿Será apenas un síntoma de época o más precisamente, y esto tiene una profunda valoración clínica en los tratamientos, de un deslizamiento de la posición del sujeto en los fenómenos de estructuración psíquica, y por correlato, en la lógica subjetiva y en los modos de considerar lo que entendemos por diagnóstico diferencial y transferencia?

Plantar raíz, plantar memoria desde el punto cero del exterminio. Plantar, clivar, clivaje, hacer pie, nombrar, nacer.

 

 

 

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