Blog

16-07-2021 Ficciones

Facebook Twitter

Por Diego Fernández Pais

La semana siguiente pasé un período inútil en
la clínica Exodus de Marina del Rey (donde
me diagnosticaron algo llamado «narcisismo
situacional adquirido»). No sirvió de nada.
A mí solo me importaban el speed, la cocaína y
los ácidos estampados con la imagen de Bart
Simpson y Pikachu, eran lo único que me hacía
sentir algo. La cocaína estaba destruyéndome
el revestimiento nasal y yo, sinceramente, pensé
que la solución sería limitarse exclusivamente
al consumo de base, pero las dos botellas de vodka
que consumía al día conseguían que incluso
ese objetivo me pareciera inalcanzable y vago

BRET EASTON ELLIS, Lunar Park

29/06/21

Después de más de una década publicando, por fin empiezo a llevar este diario. Y lo hago un poco impulsado por Piglia, por Los diarios de Emilio Renzi, supongo que porque es lo que he estado leyendo a lo largo de estos últimos días.

En verdad, creo que mi verdadero diario empezó a escribirse solo, involuntariamente, allá por 2011 (ni bien hice pública –por la web, cargándola a Scribd, un año antes de que la Editorial Halcón la publicara en papel– mi tercera novela, titulada El penúltimo romanticismo) en mi muro de Facebook. Desde entonces, prácticamente no ha pasado un día sin que compartiera alguna canción, contara algún chiste, publicara algún comentario político o bien alguna reflexión literaria.

Piglia. Este año, alrededor del mes de marzo, dos o tres días antes de mi cumpleaños número treinta y cuatro descubrí que Piglia me ha convertido en su heredero literario. La historia es larga y compleja, llena de intermediaciones, operaciones literarias que me hacen difícil contarla en unos pocos renglones. De hecho, me trae problemas con el mundo, tanto con el mundo real como con el literario, porque es como si yo fuera el único que tiene la clave para saber que lo soy, esto es: que yo efectivamente soy su único y universal heredero literario. Espero poder explayarme al respecto en este cuaderno espantoso en el que ahora he comenzado a escribir este diario.

Estoy internado en una clínica psiquiátrica –ayer cumplí un mes– para desintoxicarme y encarar un tratamiento por mi adicción a la cocaína. (Otro tema para desarrollar luego.) El problema es que ayer, tras pasar no más de cuatro días usándola, me conecté con la PC a internet y eso aquí está prohibido. Un compañero me dio la clave de wifi para su propio beneficio y yo pude aprovechar para joder un rato en Facebook. Pero al final me la quitaron.   

No puedo continuar de este modo, sin internet, computadora ni mi biblioteca escribiendo mi quinta novela, titulada (provisoriamente) Una vez más. Definitivamente lo mío es el palimpsesto, el pastiche y el collage. Incluso en este diario me descubro trabajando de ese modo. Sin embargo, para avanzar en la novela necesito muchos datos duros, precisión; no así en un «diario».

Mientras no estaba en Facebook o escuchando música en YouTube, durante el corto tiempo en que tuve la computadora en mi poder me dediqué –en vistas de una posible reedición del mismo– a corregir mi primer libro. Es una suerte de novelette narrada a través de siete relatos policiales que no sólo comparten personajes sino también un hilo conductor. Se publicó por entregas entre 2008 y 2009 en la revista literaria Don Pío y su título original era El Cupido estatal, como el segundo de los relatos. Ahora, quizás ya más afianzado en un estilo y una poética personal, le cambié el título a Escarlatomanía. También tiene que ver con el álbum Red de Taylor Swift (otro tema a profundizar). Me sorprendió gratamente releerme. Pensar que entonces yo aún dudaba de la calidad de mi prosa; como si en el mundo pudiera existir alguien más nerd que yo. Qué idiota.

La imposibilidad de anotarlo todo. Recién vuelvo de fumar un cigarrillo con Martina. Martina es la tercera noviecita que me consigo en la clínica en lo que va de este largo mes que llevo encerrado. Ahora por ponerme pijama y acostarme a leer. A las diez vuelvo a bajar a la enfermería para tomar la medicación. 

Pienso ahora que podría seguir con este diario hasta fin de año y, de paso, convertir en entradas del mismo a todos mis posteos de Facebook desde el uno de enero de este año. Luego publicar todo con el título 21. Me fascina el número y la forma en que los temas y las ideas se conectan con sinceridad y soltura, sin forzarlas, a través este formato. No puedo dejar de pensar en términos de «libro» y «título».

Ayer, 28/06/21, cumplí exactamente un mes de aislamiento.

Recién bajé para tomar la medicación y todavía faltan cuarenta y cinco minutos. Es decir, son las nueve y cuarto. No tengo reloj. Aquí casi nadie tiene reloj.

 

Todas las entregas de Una vez más

 

 

Etiquetas: ,

Facebook Twitter

Comentarios

Comments are closed.