Blog

07-06-2022 Notas

Facebook Twitter

Por Luciano Sáliche

I

Nadie puede tapar el sol con las manos. Es una bola de fuego demasiado grande, demasiado luminosa, demasiado caliente para que un par de palmas la aplaquen. El sol, como la vida, como nuestras rutinas, como nuestros trabajos, como nuestros sueldos, como nuestras esperanzas, como nuestras penurias, está ahí, evidente. Nadie puede decirnos que la situación que atraviesa el periodismo no es de emergencia. Nadie puede decirnos que estos salarios alcanzan. Los números están a la vista. En prensa escrita, el 65% cobra salarios por debajo de la canasta básica. En la categoría “redactor/a” la cosa se pone más drástica: el porcentaje sube a 70,5%.

Ayer por la tarde, en la Cámara de Diputados de la Nación, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa) presentó un relevamiento de la situación socioeconómica de los trabajadores de prensa de la Ciudad de Buenos Aires. Más de la mitad del gremio tiene más de un empleo. De esa porción, el 79,2% dijo que el motivo es simple: el sueldo no alcanza. Pero incluso con otros trabajos, uno de cada cuatro trabajadores de prensa cobró por debajo de la línea de pobreza. Los mejores salarios están en televisión y en los medios públicos; los peores, entre los llamados “colaboradores” y “freelance”, quienes alrededor del 90% factura por debajo de la canasta básica. 

La situación es un pantano. Las últimas paritarias fueron negociadas por la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA). Cerraron hace días en un 56% en seis cuotas. No sólo no se recompuso la caída salarial que se viene sufriendo desde 2016, tampoco se estableció una alternativa confiable frente al pico inflacionario que amenaza con llegar a 80% a fin de año. Frente a este callejón sin salida, las redacciones están organizadas y entre los trabajadores se multiplica el hartazgo, pero también la certeza de que la pasividad es derrota. Hoy, Día del Periodista, se organizan asambleas en diferentes medios. Se celebra y se lucha. No queda otra.

II

Ryszard Kapuscinski estaba equivocado. Los cínicos sí sirven para este oficio. Basta con tirar una red al mar para conseguir un cardumen de fake news replicadas por muchísimos periodistas de renombre que caen en la trampa de la mentira descarada. ¿No es esa la definición del cinismo, defender mentiras descaradas? Ocurre en la mayoría de los grandes medios de comunicación: mientras las patronales alzan la bandera del periodismo libre, del periodismo independiente, del periodismo de calidad, la mayoría de sus trabajadores, los que pasan jornadas enteras haciendo que esos mismos medios subsistan, crezcan y generen cuantiosas ganancias, reciben pésimos salarios. 

III

Fue en Córdoba, en 1938, cuando un Congreso Nacional de Periodistas estableció que el 7 de junio sería el Día del Periodista. Fue un homenaje a la Gazeta de Buenos Ayres, primer periódico de la etapa independentista argentina fundado por Mariano Moreno en 1810. En ese mismo encuentro se discutió la necesidad de establecer un estatuto y la fijación de una escala salarial. Por entonces, los trabajadores de prensa ganaban muy poco. La excusa de los dueños de los medios era que en el periodismo —lo cuenta James Cane en Trabajadores de la pluma— la “relación diario-lector” no estaba basada en un “intercambio mercantil” sino que era una “relación de afinidad espiritual”. 

IV

Marx tenía 24 años cuando empezó a trabajar como periodista. Fue en la Gaceta Renana, un periódico alemán incipiente. Se mudó con su esposa a Colonia, ciudad surcada por el río Rin, en el oeste de Alemania, con más de dos mil años de antigüedad. Ahí empezó a escribir artículos sobre “los llamados intereses materiales”. Venía de internarse en las universidades de Bonn y Berlín estudiando derecho, filosofía e historia, de cerrar una tesis doctoral sobre el concepto de naturaleza en Demócrito y Epicuro. Ya había experimentado escribiendo poesía y ficción. Acaba de casarse. Se empezaba a sentir definitivamente adulto. Entonces llegó el periodismo.

Fue, en sus propias palabras, un “trance difícil” porque se vio “obligado a tener que opinar” sobre las discusiones de la Renania Prusiana: la tala furtiva, la parcelación del suelo, la situación de los campesinos. Aquella coyuntura tenía como trasfondo “los debates sobre el libre cambio y el proteccionismo”. En algún punto son los mismos que hoy persisten. Aquellos primeros dos años como trabajador de prensa, 1842 y 1843, “fueron los que me movieron a ocuparme por primera vez de cuestiones económicas”. Por esa misma época conocería a Friederich Engels y, juntos, escribirían obras fundamentales como el Manifiesto Comunista.

Como cualquier trabajo, el periodismo te pone frente a frente con las condiciones materiales de existencia —producir mercancías, cobrar un salario, intentar llegar a fin de mes, ahorrar de ser posible—, pero además te obliga a adentrarte en los mecanismos ideológicos que sostienen la marquesina del mundo. Qué está bien y qué está mal. Qué es noticia y qué no. Los medios de comunicación —que “tienen siempre carácter de clase”, escribía Marx— se cubren entre ellos y evitan hablar de las condiciones laborales de sus trabajadores, especialmente cuando son ruinosas. Pero no siempre lo logran. A veces no. Nadie puede tapar el sol con las manos.

* Portada: Marx y Engels en la Nueva Gaceta Renana,
entre 1848 y 1849, representación de la génesis de la
Liga de los Comunistas y su manifiesto como partido.

 

Etiquetas: , , , , , , ,

Facebook Twitter

Comentarios

Comments are closed.