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Por Luciano Sáliche
I
El ataque es coordinado. Clarín, Infobae, La Nación, Perfil. También pasa en la tele con mecanismos incluso más burdos. En las redes sociales todo es más difuso: anonimato, chicanas, deliberada tergiversación. No es ninguna sorpresa: los grandes medios, que son grandes empresas, grandes patronales, defienden sus intereses, por lo tanto su cobertura de un conflicto gremial, su narración, es profundamente parcial. En ese sentido, no, no es un ataque, evitemos esa palabra, es la exposición de una postura concreta: a los grandes medios les preocupa que un grupo organizado de trabajadores lleve adelante una medida de fuerza porque puede pasarles —y les pasa— con sus propios empleados. Es un virus que podría esparcirse por todo el movimiento obrero.
En los últimos días se desarrolla la lucha de los trabajadores del neumático encolumnados detrás del Sutna (Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino). Ayer a la mañana se realizó una nueva audiencia en el Ministerio de Trabajo para destrabar la paritaria 2021-2022 y una importante movilización con el acompañamiento y la solidaridad de diferentes organizaciones de trabajadores. Van casi 150 días de conflicto. El nudo está en el aumento salarial pero también en otros puntos como el valor de las horas trabajadas los fines de semana. En esta negociación paritaria, que lleva más de treinta audiencias, las patronales —las más grandes son Pirelli, Bridgestone y Fate— no se mueven del 38% y el sindicato sostiene que es una cifra insuficiente. El conflicto se agrava, la discusión se tensa.
La cobertura mediática tiene sus fórmulas. Una es presentar lo novedoso: caracterizar al secretario general de Sutna, Alejandro Crespo: “Quién es Alejandro Crespo…” Los grandes medios lo definen como “un duro”, “un intransigente”, subrayan su pertenencia al Partido Obrero y su militancia trotskista —carácter de “izquierdista” sin medias tintas—, es el hombre que “fogonea” una protesta “salvaje” y “paraliza” y “pone en jaque” a la industria. (Con Eduardo Belliboni del Polo Obrero pasó lo mismo; la diferencia es que la contraparte era el Estado, no grandes empresas.) La demonización es evidente y, en algún punto, exacerbada, pero no, evitemos esa palabra, es la exposición de una postura concreta: a los grandes medios les preocupa que un dirigente sindical y un grupo de trabajadores lleve adelante una medida de fuerza y esparza el virus por todo el movimiento obrero.
II
El conflicto en la industria del neumático tiene todos los condimentos necesarios para ser paradigmático: paro, lockout, crisis industrial, ganancias multimillonarias, permanencia en el Ministerio de Trabajo y la lucha de clases como tema central en la coyuntura con la particularidad de gambetear la polarización paritaria clásica de kirchnerismo vs macrismo. Sin embargo la polarización existe y de un lado hay sectores como el Frente de Izquierda apoyando la lucha y del otro dirigentes como José Luis Espert siendo deliberadamente fascista al pedir “bala” a los trabajadores que reclaman. Quizás el exemplum del temor de los grandes medios a este virus esté en Luis Majul, que el lunes por la mañana en La Nación + comenzaba la conversación con Crespo —el periodista desde el estudio, el sindicalista en un móvil desde la puerta de la planta de Fate en San Fernando— de este modo:
Alejandro, soy Luis Majul, buen día. Mirá, no tengo los detalles de los números que vos discutís. Sí dejame decirte dos cosas que no comparto con vos, fuera de lo personal. Lo primero: que las empresas son como grandes monstruos que le quieren chupar la sangre a los trabajadores, eso es parte, palabras más, más palabras menos, de tu discurso. En segundo lugar, no comparto tampoco la metodología: yo vi cómo compañeros tuyos, no sé si estarás vos, Alejandro, habían tomado las oficinas del Ministerio de Trabajo. Me parece que eso no está bueno para llegar a un acuerdo y una negociación independientemente de lo que se está discutiendo. Me parece que es forzar demasiado la máquina y en un momento, cuando uno fuerza demasiado la máquina, no tiene retorno y termina perjudicando a los trabajadores. Yo lo sé porque no nací ayer, participé de asambleas y escuché a muchos que forzaban, forzaban, forzaban y después no conseguían nada.
El truco de “no tener detalles de los números” es interesante: una forma de evitar el planteo de fondo para deslegitimar las estrategias de los trabajadores que, se sabe —Majul lo debe saber: dice que participó de asambleas—, se definen luego de largas discusiones con argumentos, contrapuntos y votaciones en interminables asambleas. El salario de un obrero del neumático ronda entre los 120 mil y 140 mil mensuales. La jornada es singular: siete días de corrido y dos francos, y cuando vuelven a trabajar el turno cambia: una semana a la mañana, otra a la tarde, la tercera a la noche. Turnos americanos, se les llama. Piden un aumento salarial acorde a la inflación que se proyecta en un 100% anual y que las horas que trabajan los fines de semana se paguen al 200%. Ante la negativa de estas multinacionales privadas, el conflicto se agrava, la discusión se tensa.
III
En un país jaqueado por la inflación constante, cada vez más indescifrable, la única posibilidad de que los sueldos aumenten de forma real —mientras el Estado no pueda ofrecer otra cosa que un Ministerio de Trabajo invisible— es mediante la lucha de los trabajadores. El mecanismo ideal, al menos en este orden que vivimos, es la negociación paritaria, sin embargo falla. En primer lugar, porque no hay posibilidad de definir un porcentaje cuando no hay claridad de perspectiva. Eso conlleva a pensar en aumentos en cuotas y la posibilidad de reabirir la negociación seis meses después, como para “corregir” esa cifra. Es un camino posible pero lleno de piedras, obstáculos, números, cuentas. Un camino más pantanoso que efectivo.
También falla porque hay una burocracia sindical enorme, esos sindicatos cooptados por las patronales que cierran salarios bajos y se van en silencio de la mesa. Los ejemplos abundan pero un caso claro está en el gremio de prensa: la Utpba siempre negocia malos salarios y lo hace con una legitimidad prácticamente nula ya que la mayor presencia en las empresas, con comisiones internas, afiliados y asambleas, la tiene el Sipreba, un sindicato “joven”, formado en el año 2015. Desde entonces el Sipreba viene creciendo notablemente con militancia en la mayoría de los medios. Todo indica que, si la lógica es tal, pronto obtendrá la personería gremial y podrá sentarse en la mesa paritaria. Pero si las patronales se niegan a negociar —como ocurre en la industria del neumático—, el escenario que hoy vemos con el Sutna se puede repetir. Será como un virus en todo el movimiento obrero.
Etiquetas: Alejandro Crespo, Bridgestone, Fate, Luis Majul, Movimiento obrero, Neumático, Pirelli, Sindicalismo, SUTNA