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17-11-2022 Notas

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Por Luciano Lutereau

1.

El complejo de Edipo no es que un niño se quiera casar con su mamá y matar a su papá.

De un modo simple, el Edipo es una estructura vincular que hace del niño un interlocutor para la madre; mientras que para el padre no lo es.

El niño edípico es el que tiene facilitada la complicidad con su madre; ella siempre va a tener en cuenta su opinión, así se teje un “por detrás” del padre y es posible incluso que sea para hablar de temas del padre.

El niño edípico se introduce en la pareja conyugal como principal interlocutor de la madre; entonces refuerza los roles parentales y los deserotiza, a veces con consecuencias penosas para la pareja.

El punto es que el niño edípico no puede hablar con el padre; mejor dicho, no puede hablar con el padre de otro modo que como hijo-de-la-madre. No puede hablar con su padre como interlocutor, sin representar a la madre y así es que, por ejemplo, le hablará para pedirle explicaciones o reprocharlo.

También el niño edípico es el que se hace versiones del padre terrible, que velan su vínculo (el del hijo) con la madre.

La pregunta por el atravesamiento del Edipo es la de cómo se establece un vínculo de paridad con otro hombre que no se base en la condiciones regresivas (maternas, como la complicidad); es decir, la pregunta es cómo un niño se convierte en un hombre capaz de un lazo social público.

Es importante volver a pensar qué es el Edipo y sus implicaciones, en un mundo en que la vida colectiva perdió tantos de sus componentes maduros para una socialidad (respeto, vergüenza, no actuar prejuicios, etc.). Desde un punto de vista psíquico se trata de una experiencia que ya no está constituida.

2.

En el desarrollo psíquico femenino hay una distinción clave: ser la hija de un hombre, ser una mujer con padre.

Este conflicto es irreductible. Estas dos corrientes permanecen a pesar de los años. Tienen su raíz en la relación con la madre, cuyo efecto es la constitución de una ambigüedad.

La niña no pasa de la madre al padre. Esto no es así.

Puede ser que ya temprano se descubra como mujer en la relación con la madre y, entonces, busque a un hombre o a un padre. Los motivos pueden ser muy diversos para una y otra cosa.

También puede ser que la niña se defienda del hombre con una versión paterna. Esta es la salida que prioriza la histeria, cuyo síntoma supone la creencia neurótica de que se puede ser hija de un padre; pero también en mujeres melancólicas que quedan privadas del deseo viril y solo recuerdan a su pobre papá, tan triste, tan torpe, tan desafortunado.

Estas últimas son versiones victimizadas del padre que encubren que la deserotización del padre se basa en el temor al incesto. Cada tanto alguna de estas mujeres se entera de las infidelidades del hombre, o el mujeriego le retorna en lo real de la vida de pareja.

El varón no se constituye psíquicamente desde la ambigüedad. Su trayecto es más sencillo y aburrido, igual se transpira.

3.

No es lo mismo que un niño le diga a su mamá “me quiero casar con vos”, que lo diga una niña a su papá.

En ninguno de los casos se trata del Edipo. Esta estructura no se reconoce en declaraciones conscientes.

En efecto, el niño que se declara de este modo a su mamá quizá todavía permanece en un vínculo dual en que actúa la seducción de la fantasía materna.

La niña, en cambio, ya tuvo que haber atravesado la seducción paterna para decir algo semejante. Ya no está en el Edipo si quiere que esa declaración sirva para que el padre le de algo, incluso si a veces lo rechaza.

Ya no será una niña fijada al deseo del padre, sino al de un hombre, mientras que el niño que dice lo mismo no quiere saber nada de una mujer.

Aclaro que esto no tiene nada que ver con la heterosexualidad, porque incluso un homosexual varón para ser tal -un varón- tiene que tener alguna relación con el deseo de una mujer, de la misma manera que una mujer homosexual también lo es respecto de una actitud con el deseo de un hombre.

 

* Pintura de portada: «La madre» (1663) de Pieter de Hooch

** Sobre este tema, el autor realizará un seminario titulado «La pasión de Edipo: muerte y resurrección de un concepto freudiano» junto a Verónica Buchanan, organizado por Qeja Ediciones. Es el viernes 2 de diciembre a las 19 horas en Guardia Vieja 3777, Almagro, CABA. Consultas e info, acá.

 

 

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