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Por Pablo Milani
Nacido en Goya, provincia de Corrientes, es escritor, periodista, poeta y docente y acaba de publicar Rubí, una novelita sobre Babasónicos (Gourmet Musical). A propósito de este libro dialogamos sobre su generación, el pasado, presente y futuro de la banda y por qué sigue siendo necesario Babasónicos hoy.
¿Qué te motivó a hacer este libro?
Mirá, de una parte hasta acá considero que estamos en una etapa de oro de los libros sobre música. Y pensé en bandas que merecían un libro. El de la música es un universo que me gusta habitar constantemente. De chico fui muy fanático de bandas y ahora mismo me siento entusiasmado con lo que está pasando. Y en ese sentido la música de Babasónicos se me había desdibujado un poco en ese puente, entre literatura rockera y la banda. Solo existe el libro de Roque Casciero, Conversaciones con Babasónicos (Planeta, 2017) y entonces me pregunté por qué no había un ensayo sobre ellos con la relación que tiene Adrián Dárgelos con la literatura. Me parece que es un universo muy rico, muy visual. El camino de ellos es muy sinuoso. Pasaron de ser una banda que firma con la discográfica Sony, pero con un espíritu under, hasta lograr la masividad después de cinco discos y ahora estableciéndose como una figura muy importante en Latinoamérica. Entonces ahí me di cuenta que era una banda que faltaba abordarla desde ese lugar. Desde la escritura y no solamente hacer una nota o escribir algo sobre el nuevo disco de ellos.
Y después hay otra cosa que tiene que ver con el momento que está viviendo el periodismo de rock. Creo que no hay espacios para profundizar en temas en relación a la música para hacer notas largas o un ensayo. Cuesta mucho encontrar ese territorio en el cual uno pueda explayarse. Y Babasónicos se merecía un libro con un montón de aristas que uno tiene que dejar afuera cuando hace una nota o una crónica.
¿Disfrutás de la música de ellos aún hoy?
Babasónicos tiene todo lo que una banda debería tener, al menos para mí. Tiene ambición estética, miradas sobre el territorio, proyección de las influencias. Tomar a Bowie para llevarlo a otro lugar o algo de Virus y darle su propia impronta, asimilar la mirada de Daniel Melero para reinventar su propio imaginario en este siglo. Después tienen links internos en sus discos, en sus canciones que vinculan con la literatura argentina y el cine. Sus conciertos tienen un concepto muy especial y también el arte de tapa de sus discos o su forma de vestirse. Entonces, todas esos ríos de sentidos hacen que a vos te pongan en tensión como escucha y observador de lo que ellos hacen.
¿Por qué elegiste en el inicio del libro un verso de Luis Hernández, el poeta peruano fallecido en Buenos Aires a una edad muy temprana?
Ahora que se reeditó Vox horrísona, cuando llegué a ese verso me alucinó. Hay una zona de Latinoamérica durante las décadas del ´70 y ´80 que estuvieron muy influenciadas por el rock. Y también me plantee una pregunta, ¿cómo vivir en un mundo rockero en la era capitalista? Y creo que Babasónicos también plantea esa pregunta, ¿qué es ser rockero en un mundo dominado, en palabras de Mark Fisher, por el realismo capitalista? Y ahí Babasónicos lo hace desde la contradicción y Luis Hernández lo vivió de la manera que pudo, siendo un poeta latinoamericano. Pero siempre la pregunta es esa, qué tipo de vida podemos llevar como artistas en un mundo como éste, en una época histórica que plantea estos conflictos.
La novela intenta capturar esa instancia de los años ´90 donde ellos también estaban plateando distintas versiones de su identidad, pero siempre en cada uno de los pasos que dieron. Era decir: el sistema es lo peor, cómo podemos también nosotros no ser absorbidos por este mal. Me parece que todas estas manifestaciones eran el arte en forma de pregunta y cómo poder combatirlos desde un lugar. Es preguntarse si se puede cambiar el sistema desde adentro. Porque ellos lo pelean desde el mainstream, no lo hacen desde el under, como Los Redonditos de Ricota. Pero me parece que también esos forajidos con contrato es una idea babasónica de utilizar estas herramientas sin comprar los buzones que vende el sistema acerca de lo que es el éxito. Fíjate en el verso la fama no significa para nada si no hay una misión. Quizás ahí se puede entender mejor sobre aquellas movidas que hicieron en los años ’90. Y ellos eran muy crípticos también en su forma de decir.
¿Cuando se habla de la propuesta de Babasónicos es ineludible no vincularlo con Virus y Los Encargados, no?
Totalmente, además también coincide con el cambio de década. Lo que pasa que fue muy fuerte el under de los ´80, que en ese caso era una cosa estética para combatir lo anterior. Entonces había un montón de elementos que eran desde sentirse distinto; los colores, el pelo largo. En las letras había un elemento metafórico que tenía que ver también con esa cuestión del cuerpo, los sonidos tenían algo más festivo, el descubrimiento de las drogas más duras. Uno puede pensar que el rock cambia cuando Lou Reed escribe Heroína. Virus y Daniel Melero fueron los ideólogos de una estética que luego se trató de continuar pero en otro momento histórico. En los ´90 se veía muy claro esta cuestión del neoliberalismo dominándolo todo. Entonces, ¿cómo puede Babasónicos, sin tener ninguna herencia, progresar? Me parece que la creación de Babasónicos como identidad fue el único vehículo que encontraron. Por eso yo utilizo la figura de la guerrilla. La guerrilla es más poderosa que un soldado. Entonces uno encuentra sueños de realización personal con el grupo. Pero al crear canciones con una propuesta estética ellos entienden que tienen que llegar a una zona que supere la vida. Lo que quiero decir es que supere de dónde venís, de haber conocido desde muy chico Constitución, o de ser el hijo de Rolo Puente o el nieto de González Tuñon. Superar eso.
Con respecto a la historia de Rubí. Tal como hiciste con el ensayo dedicado a un período de la música de Andrés Calamaro –Días Distintos (Gourmet Musical, 2018)- volviste a escribir sobre tu generación. Hace poco cumpliste 40 años. Ahora pienso en la frase que una vez dijo Julio Cortázar, ¿es a partir de esta edad cuando uno empieza a mirar hacia atrás?
Puede ser, en mi caso hay una necesidad de querer entender por qué me gusta lo que me gusta. Por qué me gusta Babasónicos en este momento de mi vida y quizás antes no me gustaba tanto. En mi caso, la escritura sobre música de algunas bandas es un proceso de autoconocimiento, por un lado y por el otro es una puerta de acceso a mi generación que encontró un disfrute ahí, un destino, un placer de apreciar la vida. Y por otro lado también entender la época formativa que me perdí por estar en otro camino. Para mí la escritura tiene ese territorio de amplio espectro. Cuando uno cumple los 40 hay algo presente que se te escapa. Estás con la ñata contra el vidrio, hay algo que te estás perdiendo. Pero también hay una nueva forma de explorar la adultez. Entonces ese momento también sirve para eso. Además, yo fui parte de la gente que malinterpretó Babasónicos o quizás me costó llegar a ellos. En literatura son como César Aira, no llegas así nomás. Había una vida ahí que yo quería redescubrir y por otro lado ahora estoy escribiendo una biografía sobre la banda Suárez y la escritura de este libro me aclaró mucho con lo que estoy escribiendo ahora. Porque los ´90 fueron también el nacimiento de las tribus urbanas. Ahora estamos viviendo una época fragmentada. Hubo un momento que nos empezamos a generar territorios personales y no sabíamos qué estaba pasando del otro lado.
¿Cómo te parece que trata el amor Babasónicos?
Yo creo que fueron los primeros que lo plantearon como una posibilidad de disidencia. Que el amor también se puede vivir de una forma desapegada y no como algo abusivo y esa cosa de la propiedad como se venía planteando últimamente al amor. La utilización del imaginario también se da en esa construcción de materiales. El amor según Babasónicos te muestra que se puede vivir de una forma totalmente distinta en cualquier relación de pareja, sea duradera o fugaz. De que también pueden existir vidas que desean la fugacidad o vivir el amor de ese modo. Ellos son desapegados pero no desamorados. Entonces hay algo ahí que ellos intentan plantear desde los años ´90, incluso en donde el ser humano encuentra placeres para poder desarrollar una faceta suya en relación al corazón pero también puede estar el contacto físico y aceptar que las cosas se terminan. Aceptar que las cosas pueden durar una noche nada más. Y de que también podemos estar enamorados de varias personas a la vez. En Jessico lo expresan muy bien: Soy muy puta y no trabajo para vos. Obviamente que tiene un componente capitalista pero también en relación a cómo vivimos el amor, si la pareja es una prisión me parece que Babasónicos viene a decir; empecemos a romper los barrotes porque la estamos pasando mal.
¿Eso también tiene que ver con que ellos vallaron su vida privada?
Bueno, eso me hizo dar cuenta que no tenía ningún sentido escribir una biografía de Babasónicos. Ellos tienen muy claro que no quieren hablar de nada personal de ninguna forma. Entonces, esa decisión también es una decisión del proyecto estético de ellos. Anularse como personas para responder solo como artistas los libera de cómo son como personas. Entonces ahí pueden tener la personalidad que quieran. Se expande su posibilidad de acción. Por eso ellos también se diferenciaron de las otras bandas de los ´90, donde a todos se les exigía honestidad.
En una parte de la novela decís: Saber escuchar es pensar de qué hablar, pero además a quién le habla una obra. ¿Babasónicos a quién le habla?
Yo creo que la grandeza de Babasónicos es haber hecho algo distinto. Por ejemplo, en los ´90 había una idea de tener que respetar los contratos y rendirle cuentas a una discográfica de hacer un disco por año y cosas por el estilo. Babasónicos lo que hizo fue algo más que eso, que es construir un público. Porque lo que ellos hacían, si bien había vínculos con lo que pasaba en Inglaterra o Estados Unidos en relación a sonidos nuevos, tuvieron que educar a su público acerca de cuál era la propuesta babasónica, disco a disco. Y eso se termina de cerrar en Jessico, pero en ese período ellos tuvieron que formar a su público. Fijate lo que es Dopádromo y después Babasónica, que es totalmente distinto. No tiene ninguna lógica para ninguna banda, salvo para ellos. Y me parece que la obra de Babasónicos le habla a una persona que está receptiva de poder apropiarse de algo desconocido. Ellos intentan generar eso. Un puente con lo inesperado. Por eso juegan todo el tiempo con la aceptación y también con el posible rechazo de eso nuevo. Y ahí entra el campo económico del rock argentino que no se sabe bien qué es, como que no se termina de definir nunca.
¿Con qué otras bandas vinculas a Babasónicos?
Yo creo que ellos trabajaron para después tener una proyección más grande y de alguna forma se me ocurre vincularlo con Soda Stereo. Soda fue como esos barcos rompehielos que abrieron un nuevo camino a descubrir. Y me parece que Dos Minutos también aprovechó ese camino para cruzar la frontera y abrir un mercado para el punk argentino. Para mí la figura de Soda Stereo fue fundamental para Babasónicos. Le ayudó a entender que era posible ir cambiando disco a disco y a su vez tener mucho material nuevo que sea distinto entre sí. Para Soda Stereo fue impensado tanto Canción Animal como Dynamo, en el camino que venían recorriendo. No por nada estaba Daniel Melero metido ahí. Entonces teniendo esa referencia fue muy importante para ellos. Después está el campo de las bandas alternativas donde ahí podemos pensar por ejemplo en Suárez con Rosario Bléfari al frente. Y después Martes Menta, Juana la Loca o Los Brujos. Y volviendo a Babasónicos, yo creo que ellos entendieron que algo que sostiene a la banda es la amistad. Por eso a mí me gustó esto de la guerrilla, algo así como un monstruo de dos cabezas. Primero el objetivo y después sentirte hermanado por el que está llevando adelante la lucha. Entonces ahí tenés dos cosas que te potencian, el afecto por el de al lado y la sensación de llegar a ese objetivo. Y en los dos casos, el objetivo final y el amor por tu compañero, fíjate que no entra lo económico, entonces lo podés sostener por mucho más tiempo. Cuando está el afecto por el que está al lado tuyo hay ciertas adversidades que las podes sortear más fácil.
¿Qué los hace que sean una banda argentina?
Creo que las historias que ellos cuentan son como películas mentales. Hay una referencia muy clara ahí. Yo creo que la manera de abordar ciertos temas y representar esas historias es lo que los hace argentinos. Si bien tienen referencias de otros lugares, y además el hecho de haber crecido en un lugar como Constitución o en el sur del conurbano en los ´90. Todo eso es argentino. A mí me pasa de hablar con bandas de afuera y ellos los ven súper argentinos. No son una banda cosmopolita sino que también tienen elementos argentinos como estos. Por eso el capítulo largo acerca de Constitución en la novela. Quizás es el posible aljibe de donde sacar todo eso y la forma de moverse también. En su modo de mostrar su arte, yo los veo con una identidad argentina.
Pasando ya los 30 años de existencia, ¿por qué sigue siendo necesario Babasónicos en la Argentina de hoy?
En este momento creo que nadie está pensando el rock y la música como Babasónicos. ¿Qué lugar ocupa la música en un contexto de algoritmos? ¿Qué lugar ocupa el arte en una sociedad copada por la lógica de internet? Para pensarlo en relación a cómo subsiste un músico. No hay nadie pensando en esto salvo ellos, realmente. Y en ese aspecto lo pueden hacer porque lo vienen haciendo desde el comienzo, vienen pensando estas cuestiones. ¿Qué inserción tiene un músico en una sociedad como esta, en una sociedad con tantas distracciones en la que es tan difícil sobrevivir? ¿Qué lugar ocupa una banda de rock en este aspecto? Y ahí también se mete la otra cuestión. ¿Qué es ser rockero en el siglo XXI? Y creo que Babasónicos intenta generar estas preguntas haciendo la música que hacen. Además el cuestionamiento de qué es la música en la vida, qué lugar ocupa, es algo que se va respondiendo disco a disco pero también se van generando nuevas preguntas porque los contextos se van complejizando cada vez más. Spotify no vino a solucionarles la vida a los músicos, más bien lo contrario. Entonces ahí Babasónicos es necesario por eso, porque además de hacer canciones que en algún sentido te hacen entrar a una zona absolutamente hedonista, está acompañado de una puesta ideológica y discursiva a la vez que se planta frente a una situación actual que siempre es contraproducente para que el quiere crear algo y disfrutar. Es más, ahora mismo no se sabe qué es lo que está pasando y creo que Babasóncios existe hoy por eso, como una resistencia.
Además, Adrián Dárgelos en las pocas entrevistas que da intenta decir que en la música y en el arte en general no tiene nada que ver la inspiración sino con combatir el tiempo presente. Ese es el único lugar atractivo que tiene meterse en esto. Estamos para molestar. No hay forma de generar algo trascendente si no es molestando a los que tienen el poder. Obviamente, no se puede hacer una guerrilla pero sí se puede decir: esto es terrible lo que está pasando, pero también disfrutemos de este presente. Y creo que Trincheras tiene que ver con esto.
¿Cómo te imaginas el futuro de Babasónicos?
Pienso que ellos supieron utilizar las herramientas de la tecnología, desde la puesta en escena de sus shows, el uso de las redes sociales. Yo los imagino en ese mismo camino. A mí me gustaría leer más libros de Adrián (Dárgelos), ver de qué otra forma se puede mostrar su arte. Yo creo que si bien apuestan al futuro de decir, no queremos tener ninguna relación con la nostalgia, ellos fueron muy rupturistas como para dejarlos en el pasado.
Ahora te doy vuelta la pregunta, si Babasónicos terminara hoy, ¿cuál crees que fue la contribución de ellos hacia la música, hacia la Argentina, hacia el arte en general?
Yo creo que cuando uno se mete en el arte tiene que ser cualquier cosa, menos inocente. Después me parece que hay que tener una propuesta acerca de lo que vas a decir y porqué lo haces. Y después preguntarte para quién lo estás haciendo. Si lo estás haciendo para tu ego, para ganar más dinero, para acostarte con más gente, para expandir tu conciencia, para algo que no se está diciendo. Creo que Babasónicos nos plantea esas cuestiones que nos hacen pensar también y para qué lo hacemos. Y que realmente ser rockero, o cualquier cosa que vos hagas, en este momento de la historia, tiene un sentido. Que no sea como algo despectivo. Acá tenemos una misión y saber si te va a dar el cuero para poder llegar a ese lugar. Por eso un artista que resiste el paso del tiempo también se va resignificando en cuanto a qué es el éxito y qué es el fracaso. Y por eso se sostiene, porque las grandes bandas o solistas están acompañando los devenires de un país.
Rubí, una novelita sobre Babasónicos
Walter Lezcano
Gourmet Editorial
2022
Etiquetas: Babásonicos, Gourmet Musical, Literatura, Luis Hernández, Mark Fisher, Música, Pablo Milani, rock