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Por Pablo Milani
Dolores
Lorena dice que llegó hasta acá por una causa social. Vive en Laferrere, partido de La Matanza. Ella asegura que la responsabilidad de lo que pasó en la madrugada del 18 de enero de 2020 en Villa Gesell a la salida del boliche Le Brique es exclusivamente de los padres de los rugbiers. La familia de esos chicos son los culpables. Además, me parece lógico de que si un chico le pega a otro, los padres deberían pedir disculpas. Ella es una de las tantas madres que se dieron cita en Dolores, conocida como el Primer Pueblo Patrio por haber sido fundada en 1817, siendo la primera ciudad fundada tras la declaración de la independencia.
El calendario dice que es lunes 6 de febrero, día de la sentencia por el crimen de Fernando Báez Sosa, el verano se concentra y se hace sentir en la puerta del Juzgado Federal frente a la plaza Castelli, símbolo de la “Revolución de los Libres del Sur”, el movimiento que formaron los vecinos de esta ciudad junto a los de Chascomús y Tandil. En esta plaza se construyó una pirámide en homenaje a los caídos por la rebelión. El levantamiento tuvo lugar en 1839, en la campaña de Buenos Aires. Aquí mismo, en un día de octubre, un grupo de vecinos se reunió para manifestar su oposición al Gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas -que había reasumido el cargo en 1835- para desplazar al Juez de Paz y nombrar uno afín a sus intereses.
En palabras de Carolina Germinario, profesora en Historia en la Universidad de Mar del Plata dice: “El Levantamiento de los Libres del Sur fue una rebelión contra el rosismo liderada principalmente por estancieros y notables que tenían prestigio social e importancia económica”, y sigue: “Fue leído por los contemporáneos como una traición a Rosas llevada adelante por falsos federales, que aprovecharon la crítica coyuntura económica para mostrar su verdadera faceta unitaria.” El bloqueo del puerto surge como el mayor desencadenamiento de la disputa. Según el historiador argentino Donghi Halperin: “Una vez finalizado el conflicto, que tuvo como corolario la marginación de los federales no rosistas de la política porteña, comenzó un período de aparente tranquilidad y prosperidad en la Provincia”.
Dolores está ubicada en la intersección de la RP63 y la Autovía 2, a mitad de camino entre Buenos Aires y Mar del Plata. Se encuentra a tan solo 40 km, en línea recta, al oeste del mar argentino. El día pasa lento entre reclamos de justicia y personas a viva voz que se hicieron presentes en un lugar que forma parte de la Pampa Deprimida, una extensa región chata que en la provincia pampeana abarca la cuenca del Río Salado de Buenos Aires. Lo cierto es que esta parte de la provincia, que ocupa una superficie de 170.000 km2, produce el 30% de los granos y carnes del país. También se caracteriza por fluctuantes inundaciones y sequías que afectan las capacidades agropecuarias y es la causante de graves pérdidas económicas.
María también es del Partido de la Matanza, algo más grande que Lorena pero con el mismo ímpetu de lucha. Ahora vamos a ver el apoyo de la justica, que igualmente es muy lenta. Con estos chicos hubo mucho beneficio. Que quede claro que la solución está en el hogar, siempre. Los chicos van al colegio a aprender, a leer, pero los valores son del hogar, y en este caso falló. Muchas veces se tiran contra los chicos pobres, pero estos chicos fueron criados bien, con familias bien constituidas. Insisto, acá lo malo partió desde la casa. Los chicos fueron criados con esa impunidad, con ese derecho. Ellos en su ciudad son los matones. No, no creo en esas lágrimas. A mí lo que me intriga de esa noche en Villa Gesell es cómo nadie pudo intervenir, la indiferencia de la gente. Había algunos negocios abiertos todavía y gente que pasaba. Nadie hizo nada. Se ve que la gente tiene mucho miedo a la hora de ver un caso violento. Betty se conmueve por los reclamos de lucha que persisten bajo el sol abrasivo de este día de febrero que parece detenido, y sigue hablando. Además, ahora se usa filmar antes de socorrer. Se está ahogando alguien pero primero vamos a filmarlo. La sociedad está bastante enferma. En este sistema hasta que no está la prueba, nadie hace nada. Eso también es culpa de los que nos defienden. Estos chicos dijeron que estaban dispuestos a hacer algo grande de lo que no habían podido hacer el año anterior. Hasta ahora, todo lo que habían hecho les había salido bien. Estoy convencida que acá hubo intención de matar. Fernando era como un trofeo para ellos, se divertían mientras le pegaban. Para ellos era un negro de mierda. La discriminación siempre estuvo, y todo parte de la casa. Sí, ya sé que mis amigas lo dijeron, pero yo quiero decirlo de nuevo. Interviene de nuevo Lorena; yo creo que los padres deberían hacer tareas comunitarias. Ellos necesitan aprender mucho para que aprendan lo que es la vida. Y a los padres de Fernando, por supuesto, los veo muy angustiados, como que nada les va a servir en realidad. Ellos sí pusieron todo su empeño en criar a una persona de bien. Ahora Betty dice que, independientemente de lo que pase hoy, ellos se van a dejar ir y van a querer irse con él. Yo creo que van a estar fuertes hasta hoy, dice con la voz quebrada y la mirada perdida frente a ese majestuoso edificio que no envejece frente a la Plaza Castelli. Yo pienso que el tema más triste es que no dejan de ser chicos los que están ahí esperando la sentencia, y tienen miedo.
Betty habla de a ratos, intenta exponer toda su bronca en palabras mientras sostiene una bandera que dice: “Justicia por Fernando. Hoy y siempre”, con una foto de él. Yo estoy de acuerdo que este tema esté muy mediatizado, lo que no me parece es que a cada rato pasen por los medios esos videos, cada vez desde un ángulo distinto, con esos chicos pegándole con saña a Fernando. Karina, también del Partido de la Matanza, se acerca al debate, muy convencida. Seria y mirándome fijo, me dice: Yo solo quiero que sea perpetua para todos. Y acá es fuerte lo que voy a decir, pero yo estoy a favor de la pena de muerte. En este país no hay justicia. Estos chicos aún tienen la vida y no se la merecen. Ellos no tienen derecho a comer, a enamorarse, a tener hijos, a formar una familia algún día. Por más que estén encerrados. Porque para mí en la cárcel no sufren. Están encerrados, nada más. No mejora nada. Por ejemplo, los violadores reinciden. Si vos tenés todas las pruebas de que esa persona violó, lo condenas a pena de muerte. En el caso de Fernando se está viendo que lo mataron; ¿Por qué tienen que seguir viviendo? Vos pensá que de acá a 20 años todavía van a ser jóvenes. Ellos vienen de una familia acomodada, pueden casarse, tener hijos, viajar por el mundo. Realmente a mí no me sirve que estén 20 o 30 años presos y que sigan viviendo para que en algún momento salgan, o lo hagan mucho antes por buena conducta o porque estudiaron. Ellos no tienen derecho a seguir viviendo.
Karina se para firme, de negros ojos grandes y decididos, de pelo largo rubio y pegado a su cara, batallando un sol endemoniado, muy comprometida con esta causa. Cuando los chicos hablaron, para mí fue todo guionado por el abogado defensor, que entiendo es su trabajo. El abogado les dice a sus defendidos lo que tiene que decir y ellos lo hacen. Yo creo que los padres de los chicos deberían hacer, al menos por un año, trabajos comunitarios. Porque estos chicos fueron criados con padres exactamente iguales que ellos y sus abuelos también. Fijate que esos padres piensan de la misma manera. Sí, ellos tenían intención de matar, pero al mismo tiempo pienso que se les fue la mano. Quizás habían tomado de más, no lo sé, aunque no justifico absolutamente nada con la fuerza que lo golpearon a Fernando. En los videos se vé que están todos pegándole, además hay otro filmando y gente haciendo un cerco para que Fernando no pudiera ser atendido. Y quiero decir algo más, y el rostro de Karina se tensa con silencio y sus manos se me acercan. Ojalá que alguno de ellos no aguante la cárcel y aparezca ahorcado. Sé que es muy fuerte lo que estoy diciendo, pero insisto, la justicia es la pena de muerte. Si esto fuese más televisado calculo que cualquier asesino lo pensaría más de una vez. Como este caso hay cientos. El violador tiene una patología, estos chicos no, ellos eran conscientes de lo que estaban haciendo.
Héctor, docente de Avellaneda, dice que este desborde con los pibes viene desde hace mucho tiempo. Esto no puede seguir pasando. Habría que cambiar las leyes. Fijate lo que está pasando en los boliches, están habilitados para 300 personas y terminan ingresando 1000. Los patovicas hacen lo que quieren. En Mar de Ajó no hay boliches porque la gente del lugar no quiere, porque un boliche es para problemas. Daniel, de pelo blanco tupido, compañero de Héctor, docente jubilado también es de Avellaneda y en los últimos años dio clases en Barracas. Mirá, yo tengo un hijo de la edad de Fernando y por eso estoy acá, es un caso que me sensibilizó mucho desde el comienzo. Te digo que una parte me tocó, estoy acá por los padres de Fernando, porque tranquilamente hubiese podido ser yo, no me olvido de eso, lo tengo bien presente. Hay muchos robos en el barrio, y uno se cansa también, que no pase nada, que no haya castigo, que los funcionarios nunca hagan nada para mejorar la situación. Hay cosas que te superan, y esta es una. Vos le decís a tu hijo que cuando haya lío se aparte, pero cuando alguien le pega a un amigo, él lo defiende y es ahí cuando puede pasar cualquier cosa. La sentencia del día de hoy tiene que ser ejemplar porque ellos ya venían provocando peleas en su ciudad. Las declaraciones de ellos fueron absurdas, se notó que los obligaron a hablar porque no tenían otra. Nunca pudieron mirar a los padres a los ojos y pedirles disculpas. Tampoco les hicieron una pericia psicológica porque les iba a dar en un contexto de violencia. Ellos son nenes de mamá que pensaron que se arreglaba todo con plata, acota Héctor, acalorado y sentado en unos de los bancos protegido por la sombra de un sol que no para de calentar esta porción de la ciudad que alguna vez fue candidata a ser la capital de la provincia, en lugar de La Plata. Pero esto parece seguir, y el tiempo apenas se estira como un manto interminable sobre un día que promete hacer historia.
Los reclamos de justicia continúan, y no solo por Fernando. Yo prefiero ir a la comisaría y no la morgue, dice Elena, oriunda de Villa Domínico. Acá el único condenado es Fernando, porque no vuelve más. Él es el que tiene perpetua. La impunidad de los patovicas tiene que parar, acota Daniel, gesticulando con los brazos para hacerse entender, al mismo tiempo que seca su frente con un pañuelo descartable. Todavía adentro del boliche y viendo que le estaban pegando a Fernando, ¿Por qué no lo encerraron en el baño y sacaron a los demás? Así los separaban y se tranquizaban un poco. Esto se hubiese podido evitar. Yo como docente te digo que este desborde se cambia primero desde la casa, después desde el Estado y que las escuelas acompañen. Yo creo que esto lo cambia la educación de uno hacia otro, hacia el prójimo. Es la sociedad entera la que debe aprender de esto. Es una tarea muy compleja. Porque vos educas en tu casa, pero después no te acompaña el colegio, tampoco el Estado, y se te empieza a torcer todo, te cuesta todo mucho más y quizás lo logres, pero tiene que haber un cerco de contención de toda la sociedad para educar a ese chico. Cada vez es más difícil. El olor a tostadas a la tarde significaba que mamá estaba en casa, dice Elena, con vos pausada y notablemente emocionada. Su expresión es de un pasado que sabe que no volverá, que se perdió no sabe cómo ni en qué momento. Antes había una cierta inocencia, no sé, en las costumbres, después se perdió. Un respeto muy marcado hacia los padres. Se perdió el contacto genuino con el prójimo y eso hizo una sociedad que tira para beneficio propio. Se perdió la solidaridad, algo muy triste. Y eso se nota en los jóvenes de hoy.
Carmen es madre y abuela de una chica de 16 años, Brisa. Vive en Las Toninas, y hoy llegó hasta aquí en busca de justicia. Seguramente con menos edad de lo que aparenta, ella apenas puede contener las lágrimas. No hay cosa más triste que te arrebatan un hijo, el daño es irreparable. A esos chicos los vi sin arrepentimiento alguno, los padres no tuvieron humildad. Espero que hoy se haga justicia y que a los jueces no les tiemble el pulso a la hora de la sentencia, dice con la voz finita y entrecortada.
Inés vive acá en Dolores y es madre de Evelyn. Tiene una remera con la foto de su hija y una bandera que dice Basta de impunidad. Ella falleció por mala praxis hace siete años, tenía 17. Yo creo que el tribunal de Dolores va a dictar una sentencia justa para que sus papás encuentren paz y Fernando también. En primer lugar, quiero decir que el abogado Burlando y su equipo está haciendo un excelente trabajo desde el primer día. Ponerse en la espalda este caso. Yo creo que no solo lo hizo como profesional, también lo hizo como padre. Con respecto al trabajo del abogado defensor, él también ha hecho bien su trabajo. Yo te lo digo como mamá que perdió a una hija, que esto no termina nunca. Hoy se dicta la sentencia, pero el dolor nos va acompañar siempre. Cada día de mi vida, a mí me falta mi hija, tengo dos hijos más, pero nadie la va a reemplazar y el dolor va a estar siempre con nosotros. Vamos a encontrar junto a Graciela y Silvino (madre y padre de Fernando) algo de paz, pero nada más que eso. ¿Cómo se sigue después de la pérdida de una hija? A veces se sigue, otras veces no. En mi caso llevo siete años esperando justicia. Mi hija falleció acá en Dolores en un centro de salud por mala praxis. La llevé sana y me la devolvieron muerta. Ahora estoy acá por Fernando, porque él también en cierta forma es mi hijo y de todas las madres que estamos acá. Tenemos una parte de él que también nos pertenece. Hay algo que nos une, que es la pérdida de un hijo o una hija. A veces es solo mirarnos entre nosotras y entender todo. No lo puedo explicar con palabras, tenés que vivirlo. Verónica se acerca ya sabiendo de qué estamos hablando pero sin haber escuchado nada. Ella perdió un hijo de 18 años, Javier. Fueron cuatro años de lucha y recién en abril del año pasado se llegó a la sentencia. A mí hijo lo violaron y mataron dos personas y lo dejaron tirado, a la suerte de Dios, dice mientras deja caer algunas lágrimas en sus mejillas. A mí me lo dejaron abandonado en una fosa de un frigorífico, también abandonado. Tuvimos dos días de búsqueda, estaba sin ropa. A los padres de Fernando les diría que tengan mucha fuerza y que a la vez, sepan que existe un tipo de dolor sin descifrar, que nunca se va a ir. Uno tiene que aprender a vivir con eso, digo, para seguir. Yo tengo tres hijos más, sigo por ellos. Yo ahora valoro más a mi familia porque hoy estamos, pero mañana no sabemos. Creo que a partir de hoy se deberían exigir leyes más duras y que se respeten. No, yo no estoy a favor de la pena de muerte. Quiero que paguen por lo que hicieron, por muchos años, vivos. Vos pensá que ellos viven y nuestros hijos no. Yo deseo con toda mi alma que estén los ocho condenados a perpetua. Es un poco de alivio, de respiro para poder seguir en la lucha. Por nuestros hijos, por los que todavía están. No quiero que se pierdan todas las cosas maravillosas que este mundo tiene.
Sigo recorriendo esta plaza, sitio en el que alguna vez se luchó por la independencia de una Buenos Aires que insistía en dirigir los intereses de todo un país para su propio beneficio desde el puerto. Marina es de Florencio Varela y está acá en busca de justicia. Ni un perro mata a su cría, asegura. Esto viene desde hace mucho tiempo, no me canso de decirlo. Estamos viendo que el gobierno no hace nada, que la justicia no hace nada, que la juventud está quemándose en cualquier esquina y nadie hace nada. Nadie hace nada porque tuvimos un gobierno nefasto en la década del `70. Acá hubo 30.000 desaparecidos en un país con demasiada violencia. Y hoy estamos viviendo una dictadura en democracia. La democracia no se la respetó como debiera. Esto siempre pasó, lo que pasa es que ahora todo se sabe por las redes, ahora nos enteramos al instante. Hay que recomponer de arriba para abajo, si vos ves que el Presidente de la Nación te dice que tenés que quedarte en tu casa porque hay una pandemia mundial y después festeja el cumpleaños de su mujer con un montón de invitados, eso es una falta de respeto para todos nosotros. Porque acá hay que entender algo, ellos son empleados nuestros. Entonces, que los funcionarios hagan su trabajo y los jueces y los policías también. Yo era una niña en el gobierno de los militares y creo que nunca vivimos como en esa época. Sí, hubo desaparecidos, sucedieron cosas terribles en este país. Hubo violaciones, gente muerta, pero desde que estamos en democracia, ¿cuántos muertos y desaparecidos hubo? Los que hicieron los militares estuvo muy mal y había que castigarlos seguramente más de lo que se los castigó. Si repudiamos un hecho como los 30.000 desaparecidos, ¿cuántos desaparecidos hay desde 1983 hasta hoy? Hay un degeneramiento terrible. Yo pienso que esto pasó porque la democracia no se la supo trabajar ni cuidar. La democracia fue el mayor premio que tuvimos y que tenemos hasta hoy, pero yo tengo miedo por mis hijos. Todos estos desmadres le convienen al gobierno, pero también al vecino de la vuelta de mi casa. También le puede llegar a convenir al que está arriba tanto como el que está abajo. A mí me educaron para trabajar y cumplí. Yo trabajo desde los 13 años. A mí me parece bien que el gobierno de planes sociales para la gente, pero no siempre. Lo que pasa es que el gobierno no abre fuentes de trabajo.
Adrián es de Quilmes, tiene una carnicería en su barrio desde hace 14 años, también tiene un tatuaje en su brazo derecho con la cara de Fernando. Dice que es muy parecido a su hijo y que el caso lo conmovió desde el principio. Acá se perdió la cultura del trabajo, es algo que se nota en la calle desde hace años. Debería volver el servicio militar, y que sea obligatorio. Los pibes son mal educados y eso tiene que ver con la casa. Con respecto a estos pibes, si no la pagan adentro, la van a apagar afuera. Yo creo que con este caso el pueblo debería salir a la calle como lo hizo con el festejo del mundial, que se tome conciencia de una vez.
La hora de la sentencia se acerca y los reclamos de justicia suben de volumen cada vez con más fuerza desde los altavoces. El Bar Mingo`s está justo en frente de la Plaza y a la vuelta del Juzgado Federal y también pegado al hotel donde se hospedan los padres de Fernando. Está inundado de gente de prensa y curiosos. Ahora necesito alejarme unas cuadras para tener otra perspectiva de este hecho que atraviesa a cientos de familias tocadas por el crimen de Fernando. Intento darles sentido al vaivén de mis piernas. El calor me persigue, el silencio de estas calles me abraza. Las veredas por las que camino parecen desentenderse de lo que pasa hoy. Esta ciudad hoy es protagonista sin quererlo, sin decidirlo. Se acerca el mediodía y de a poco las nubes empiezan a manchar un cielo celeste que desde la mañana juraba no iba a ser intervenido por nadie. Una multitud de sombras se apoderan de un silencio decidido a perdurar, sigo en camino sin ningún destino. Me pasa que encuentro un pueblo dentro de la ciudad. La belleza de lo simple. En este ejercicio de aproximaciones me dejo llevar. Y pienso, en sentido estricto, ¿quién puede decir por lo que pasó Fernando? Solo él, el resto son aproximaciones, pequeños esbozos de una justicia que nunca podrá acercarse a ese cuerpo ya sin vida. El verdadero testimonio es el que llegó al fondo del espanto. Ese golpe mortal, ese grito de auxilio con los brazos en alto y sin voz. El filo mortal de una última noche, ahí pegado a una vereda que insistía en no dejarlo mover. Un último suspiro pensando en su madre, su padre, su novia y sus amigos. Ese desesperado aliento por estar con ellos al menos una vez más y no haberlo podido lograr. En su vida muy pequeña, truncada, en una noche con su intemperie y en el lugar equivocado. Un espacio desconocido para cualquiera que siga con vida. Único hijo y un cuarto vacío para siempre. Ese camino sin retorno. Creo que hasta aquí intenté ocupar una frontera. Ya detenido en una ciudad que ya pasó los 200 años desde su fundación y sin ninguna alma viva alrededor, me pregunto; ¿qué espacio puede tener la palabra llegada desde afuera para narrar algo que solo se conoce desde adentro? Dejo de lado las buenas intenciones por aquellos corazones biempensantes, bien intencionados y políticamente correctos. Esas madres y sus banderas pidiendo justicia. Acaso el optimismo aun después de la muerte es universal, porque aún se está con vida. Se aclara el cielo y empiezo a volver al lugar de los hechos. Sí, aquella Plaza que lleva el nombre de Pedro Castelli, un militar argentino que participó en las guerras civiles argentinas y murió encabezando la revolución de los Libres del Sur contra el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, bajo este mismo suelo.
Se dicta la sentencia, es perpetua nomás, no a los ocho, sino a cinco de ellos. Hay gritos alocados, de repente se rompe el silencio. Cámaras, micrófonos con sus reporteros que salen corriendo hacia la primicia, voces que quieren ser escuchadas. Aplausos sostenidos que se reconocen por primera vez, abogados de impecable traje azul estrechando manos. También hay lágrimas y la sensación de que algo faltará para siempre, una vida.
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