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Por Leandro Germán
Ayer, domingo de Pascua, fui hasta Belgrano a ver una obra de teatro (El Partidito II, una revancha proletaria, que desde ya recomiendo) en la que actúa un amigo. Acostumbrado a la duración que tienen los viajes en bondi los días laborables, calculé mal el tiempo que me insumiría llegar hasta allí y llegué demasiado temprano (el viaje en el 63 desde Mataderos duró apenas poco más de una hora). Me puse a dar vueltas y me metí en la Yenny El Ateneo de Cabildo y Juramento. Fue ahí que, medio distraídamente, vi el último libro (en realidad librito: pocas páginas, letra enorme) de Loris Zanatta. Me puse a hojearlo. Leí algunos pasajes que elegí valiéndome para ello del índice. Me horroricé. Es un libro escrito en estado de emoción violenta y en el que abundan los adjetivos calificativos, la rabia y cuanto razonamiento arbitrario ustedes imaginen. Un pobre panfleto.
Está claro que en estado de emoción violenta no se puede pensar. Más que la obra razonada y ecuánime de un investigador, me pareció una colección de artículos publicados (por Zanatta o por quien fuera) en Clarín. Cuando cerré el libro y lo volví a colocar en el estante, todo cerró, porque fue ahí que reparé en el sello editorial. Este último de Zanatta es un libro de Libros del Zorzal, aquel promisorio emprendimiento surgido a fines de los 90 que en los últimos años pasó de publicar a Bourdieu, Badiou y Eribon (el extraordinario Regreso a Reims del hasta hoy más grande biógrafo de Foucault es, sí, de Libros del Zorzal) a facturar cosas escritas por Osvaldo Bazán y Fernando Iglesias. Imagino que lo que debe haber querido hacer Zanatta es no desentonar con el nuevo catálogo.
Me dio mucha pena la degradación intelectual de un historiador que, hace más de veinte años, escribió algunos libros clave… y que llegaron a ser citados y recomendados nada menos que por Horacio González (las vueltas de la política…) en la asamblea de Carta Abierta en la Biblioteca Nacional inmediatamente posterior a la elección, en marzo de 2013, de Jorge Bergoglio como Papa. (En esa misma asamblea, Horacio, fiel a su estilo — rltiano como el que más— y seguramente ante la inquietud de algún ex frepasista —Carta Abierta estaba llena de ex frepasistas, esos “huérfanos” que encontraron en el kirchnerismo un espacio de redención política—, abundó, como si estuviera dándole forma a un aguafuerte, en las diferencias entre el viajar en colectivo de Chacho Álvarez y el subirse a un bondi de Jorge Bergoglio). El video debe estar en algún lado en YouTube.
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