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25-07-2023 Notas

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Por Cristian Rodríguez

Branas

Llegado este punto, ingresa e interesa tanto la cuestión epistemológica del ADN pulsión como la del cuerpo para el psicoanálisis, junto con los efectos de esas condiciones en el lazo social de una época. Pero nos encontramos aquí todavía en la lógica de un sujeto sujetado por las series de la solicitación, por los devenires de los apremios materiales y las marcas excluyentes de la dimensión del cuerpo en la cadena interminable de replicación del ADN cuerpo. Todavía no hemos salidos de allí, no hay garantías de que esto suceda.

¿Qué propone el psicoanálisis como posible práctica de desujeción de ese nivel problemático de las estructuras cuaternarias en las que queda atrapa la lógica subjetiva, como efecto y bajo la tensión de las solicitaciones, como replicación instantánea en la estructura, donde si bien la pulsión está incluso en la lógica de la temporalización de esos pulsos, lo es aún en la dirección de ese cuerpo ADN? Que haya formaciones de lo inconsciente no son todavía garantía de esa de-sujeción.

Es necesario aquí un quinto elemento, tanto a nivel del cuerpo como de la lengua, un posible desdoblamiento -en el sentido de una unibrana que pasa a condición de bibrana-, y eso se realiza por la vía de la pulsión. Una pulsión ONDA y por otra parte una dimensión que se abre de un cuerpo específico respecto de ese pulso: un cuerpo ONDA, que está en esta tensión de adentro -afuera respecto de la formalización topológica y no es ya sólo el sustrato convencional de lo que occidente entiende por cuerpo, cuerpo real y real del cuerpo.

Esa producción de otra cosa es una curiosa producción de sujeto, sujeto desujetado, sujeto desujetado por efecto de esos pulsos -de ponerlos en la dinámica misma de esta práctica-. Esos pulsos, esa posibilidad que ofrecen estos pulsos de desujeción -de las condiciones maquínicas y/o enajenantes de un determinado campo de la cultura, de la historia, de las condiciones materiales a la que se somos demandados responder allí-, provienen sin embargo de lejos. Pero, ¿cuán lejos?, y ¿de dónde?

El psicoanálisis retoma ese misterio, es decir interroga los fenómenos de discurso en juego y los efectos -muchas veces arrasadores- que esos fenómenos conllevan sobre el frágil equilibrio dinámico del cuerpo ADN y sus finitas permutaciones. Sobre los modos de interrogar e intervenir sobre ese misterio depende la vida misma, y no sólo en un sentido estrictamente funcional y molecular, sino en los avatares de cómo esa vida pueda representarse -en la serie del recordar, repetir y elaborar freudiano- y más aún presentarse.

 

 

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