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31-08-2023 Notas

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Por Darío Casas y Cristian Rodríguez

Querido Lula, hoy le escribimos a tu mano laburante y mutilada, tu mano izquierda. Esos cuatro jinetes del apocalipsis que llegaron a la presidencia una vez más y cumplieron seis meses de un nuevo mandato, donde no todo es el infierno. Aquí, en el sur que parece que también existe.

Con mi amigo y compañero del colegio te escribimos hoy, después de tantos años en este camino entre juntos y disjuntos, igualitos a Latinoamérica. Por un momento nos sentimos Caetano y Chico Buarque en vivo, como en el disco grabado en el Teatro Castro Alves, en Salvador de Bahía, ¿qué pretenciosos, nos es cierto Mano? Y queremos cantarte Ana de Amsterdam, y Buen consejo, y Tropicalia, y Los Argonautas. Mi amigo habla bien el portugués y vive en tu país Mano, él va a pronunciar mejor las palabras queridas.

En una historieta de la Argentina, país que solemos decir que no sabemos si en verdad existe y de qué modo existe, pero que tiene el empuje de creerse naciendo, en ese ícono de la cultura popular que se llama el Eternauta, hay unos melancólicos y perdidos personajes llamados Manos, y no sólo por la polidactilia sino por hermanos -o eso creemos-, están cautivos de los Ellos implacables e invasores, y podrían volverse buenos amigos del protagonista Juan Salvo, que además de bien arraigado en la realidad de la recuperación de la Buenos Aires -Argentina apocalíptica de 1957- está perdido en los bucles espacio temporales en los que perdió a su esposa y a su hija. Ya conocés Mano la historia de su autor Oesterheld, y la de los desaparecidos en nuestro país y en tu país.

Son estos mismos días, los tiempos presentes y no sólo los ecos de los años de plomo, en que somos testigos de los días de las asoladas de persecución totalitarias del Estado Jujeño, con las mismas manos de los descendientes ideológicos de los terratenientes y empresarios responsables de La Noche del Apagón en Ingenio Ledesma, otros nombres mismas operaciones, atacan y reprimen en Jujuy cualquier manifestación popular, cualquier expresión ciudadana en la calle, en el espacio público, y cambian la constitución a escala de sus conveniencias. Nos preguntábamos, Mano, una vez más, por qué el Estado Nacional no interviene para garantizar los derechos constitucionales que la propia constitución proclamada dice proteger y respetar.

Nos gusta leer a Henry Thoreau y su fracaso planificado de la adaptabilidad social: “Una acción de principios, la percepción y realización de un derecho, cambia las cosas y las relaciones, es esencialmente revolucionario, y no coincide enteramente con cualquier cosa que haya sido. No sólo divide estados e iglesias, divide familias, divide el individuo, separando de él lo diabólico de lo divino”. Y conste que está escrito cien años antes de la postulación del sujeto dividido de Lacan, que por supuesto no es sólo una postulación sobre la lógica del significante y los efectos en los discursos, no es sólo una postulación intrapsíquica, sino una posible propuesta sobre el quehacer social de una persona en la cultura.

Cuenta mi amigo que allí donde vive, en el Estado de Santa Catarina, Brasil -en las antípodas geográficas del Noreste brasileño donde creció Lula-, como en las peores pesadillas de Josef Mengele y Los niños del Brasil, novela de Ira Levin, o aquí en Argentina con Eichman y Priebke, sigue pululando la colonia de descendientes y simpatizantes, con estas prácticas que acuerdan tácitamente con la ideología de la excepcionalidad. El principio de excepcionalidad es el que ha fundado las grandes persecuciones contemporáneas, y siempre en base a algún fundamento de racionalidad, o como diría Thoreau, la ley injusta. Mi amigo me cuenta también que inclusive encontraron, hace no mucho tiempo atrás, una pileta privada en una estancia con una esvástica delineada en el fondo, nada descabellado. “En una encuesta realizada por la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp), se contabilizaron al menos 334 células neonazis en actividad en Brasil. La antropóloga y maestra Adriana Abreu Magalhães Dias mapeó los grupos, que se concentran en las regiones sur y sudeste del país” (de En el Brasil de Bolsonaro crece el nazismo tropical, Gustavo Veiga). Como también ocurre en Argentina y en toda la región, donde ese tipo de influjo y de seducción por el fetichismo nazi no se ha desvanecido. Células neonazis, gente que colecciona objetos de la Segunda Guerra Mundial, armas, distintivos, prendedores, medallas, que leen la literatura nazi, entre el negacionismo y la exaltación abierta de ese tipo de fanatismo pseudo religioso, el mismo que llevó a Bolsonaro al poder -de la mano de los evangelistas-, en una tarea de limpieza socio racial propia de las intervenciones nazis. Me cuenta también que la Diputada Federal por Santa Catarina, Julia Zanatta, usa la tiara con flores que identificaba a las mujeres nazis, otro tanto sucede con la Reina del Oktoberfest que se hace ahí en Blumenau, la reina usa esa corona de florcitas que usaban las mujeres en Alemania, en los actos con Hitler, simbolizando la pureza de la mujer aria. Y esto a pesar de la ley que establece “fabricar, comercializar, distribuir ou veicular símbolos, emblemas, ornamentos, distintivos ou propaganda que utilizem a cruz suástica ou gamada, para fins de divulgação do nazismo. (Redação dada pela Lei nº 9.459, de 15/05/97), Pena: reclusão de dois a cinco anos e multa.(Incluído pela Lei nº 9.459, de 15/05/97).”

Esta diputada tiene una foto en la que porta un arma larga y una camiseta con la mano de Lula atravesada por tres disparos. En ella luce su tiara beatica y virginal. Como en los crímenes de las mafias donde se mata sucesivas veces, despedazadas veces, aquí se mata dos veces tu mano en cuestión. Estamos en ese tipo de paradoja totalitaria que se encuentra planteada en la obra de Lacan respecto de la lógica del discurso: no hay Otro del Otro -propuesto a partir del Seminario 6, El deseo y su interpretación-, lo que no asegura que esta propensión no esté a la orden del día. Cito a Miller en El Otro sin Otro, una lectura del Seminario 6: “La enseñanza de Lacan se desplegó en un sentido completamente contrario a su pasión inicial. Él comenzó, podemos decir, bajo la égida de la ley y, cuanto más avanzó, más subrayó el sin ley. Piensen en el acento que Lacan pone, en la clínica, a la contingencia, al acontecimiento como azaroso. Habría allí que precisar lo que constituye un tipo de juntura entre la ley y la contingencia, es decir, el momento en que Lacan renuncia explícitamente a recurrir a la ley, al principio de su Seminario 11, cuando explica que el inconsciente es más bien del registro de la causa que del registro de la ley.”

Te preguntamos a vos Mano, sobre estas vicisitudes de la ética de la contingencia, y sobre esa juntura entre la ley y la contingencia, que como dice Emir Sader en el artículo La suerte de Lula, hablando de vos: “tuvo la suerte de convertirse en metalúrgico. Tuvo la desgracia de perder un dedo en varios accidentes de trabajo que sufren los trabajadores brasileños, tuvo la capacidad de convertirse en dirigente sindical y encabezar la principal huelga contra la dictadura militar… Lula tuvo el sentido común de fundar un partido de los trabajadores… Tuvo la suerte de contar con una coyuntura internacional favorable durante sus primeros gobiernos. Pero su éxito no se debió a esta situación, sino al modelo económico antineoliberal que tenía, por su comprensión de lo que era el neoliberalismo y cómo derrotarlo… Lula se convirtió en el personaje más importante de la historia política brasileña y, hoy, en el líder político más importante del mundo en el siglo XXI.”

Sí, la suerte de tenerlo a Lula, la suerte de contar con Lula y su deseo de ese imposible de gobernar acorde a esa ética de la contingencia.

Y no como estos otros personajes mesiánicos, mediáticos y trasnochados que pululan como vampiros lúgubres por los resquicios de la vida social vernácula apestando todo lo que tocan, como esos que se dicen libertarios pero no tienen ni el espíritu crítico histórico, ni les interesa discutir la tensión entre la influencia omnímoda del estado contemporáneo -y sus mecanismos de control- y la responsabilidad inherente y necesaria del verdadero compromiso ciudadano. Estos vampiros más bien se cuelgan de los despojos que deja esa tensión para capitalizar ese tipo de resentimiento que yace en la psicología de las masas, para pretender liderar los mismos discursos reaccionarios y totalitarios que llevaron a Hitler al poder, a Bolsonaro, a las Juntas Militares en Argentina.

Desde Eric Fromm, en El Miedo a la Libertad, tan banalizado y atacado, hasta Wilhelm Reich, tan desautorizado en la universidad y eso a pesar de su Psicología de Masas del Fascismo, hasta ahora mismo. Por momentos, parece que estuviéramos dando vueltas en círculos, ¿no, Mano? El autoritarismo siempre nos confronta con una responsabilidad que nos es intrínseca, y nos define humanos o menos humanos a partir de allí.

 

 

 

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