Blog

02-11-2023 Notas

Facebook Twitter

Por Luciano Lutereau

En la teoría psicoanalítica hay un tipo de argumentación que me resulta interesante: consiste en extremar una particularidad, como forma de sortear un efecto de represión -así se espera que la teoría vaya a contrapelo del sentido común y ponga en acto lo que se espera de una interpretación en un análisis.

Este tipo de argumentación se reconoce en Freud, en Lacan, en Laplanche, en Winnicott, en Klein y en todos los psicoanalistas verdaderamente interesantes. Voy a mencionar un ejemplo para ilustrar este método de construcción de un concepto.

Yo podría decir que hay madres que son intrusivas y otras no. Decir esto alivia, calma, incluso se presta a una disquisición moral y, sobre todo, sirve para hacer valoraciones.

Apliquemos el modo de argumentación a que me refiero: la madre es lo intrusivo por definición y la pregunta es cómo se las arregla cada quien con la intrusión materna; cómo se las arregla la mujer que es madre para no intrusar a su hijo, si puede, así cómo se las arregla el hijo para no ser arrasado.

Todos los autores que mencioné comparten esta idea. Lo dicen de un modo u otro, pero ninguno moraliza acerca de la función materna. Quizá por eso a veces se los considera como “anti-madre”, pero el problema es que se confunde un tipo de argumento con una afirmación sobre un conjunto (el de las madres).

La pregunta clínica es qué diferencia la intrusión del arrasamiento; quizá para un niño no haya mucha diferencia, aunque lo cierto es que las defensas contra la intrusión permanecen con los años y son de las más difíciles de conmover. El “no” a la madre se palpita bajo los temores más imperceptibles y se esconde en tres campos básicos: el destino, el fracaso amoroso y la enfermedad.

Con este tipo de argumentación es que el psicoanálisis desafía cualquier imagen ideal de las figuras parentales. La madre es intrusiva, el padre es traumático.

Este último punto es bien notable. El argumento es contrario a la intuición: si hubo padre, hay que buscarlo en ese trauma a partir del cual la pulsión encontró una instancia de fijación. Así alguien puede pasarse la vida renegando de ese trauma y hacer de esa renegación el sentido de su vida -es decir, un padre.

La dificultad para reconocer este tipo de argumentación es lo que lleva a que se critique al psicoanálisis por sus «generalizaciones».

 

* Portada: Detalle de «Medea furiosa» (1838) de Eugène Delacroix

 

Etiquetas: , , , , , , , ,

Facebook Twitter

Comentarios

Comments are closed.