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01-02-2024 Notas

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Por Luciano Sáliche

I

A los costados, en los autos estacionados, celulares grabando. Sobre las veredas, vecinos curiosos; algunos acompañando, solidarios, con palmas y puños en alto. Ayer, bajo un sol arrollador, una caravana de trabajadores de prensa recorrió varias cuadras de la zona de Palermo. Primero, un acto en Infobae, en la calle Humboldt. Después, a la vuelta, América. Por último, en el barrio limítrofe de Colegiales, Canal 9. La movilización unió dos gremios hermanos: prensa escrita y televisión.

“Hoy nuestra actividad está en su peor momento”, dijo Carla Gaudensi, secretaria general de la Fatpren (Federación de Trabajadores de Prensa). “Es completamente inaceptable que el aumento que propongan las cámaras sea de cero”, agregó Agustín Lecchi, secretario general de Sipreba (Sindicato de Prensa de Buenos Aires). Alrededor, banderas, redoblantes, bombos, trompetas, trombones y canciones que aseguraban “a este gremio no lo callan nunca más”.

En la última audiencia paritaria que se hizo en la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, las cámaras empresariales no ofrecieron ningún aumento. Ni para prensa escrita ni para televisión. Se mencionó un voucher de supermercado por 60 mil pesos que fue rechazado de inmediato. “¿Qué inmobiliaria permite pagar el alquiler con vales?”, comentó un compañero en la movilización. La bronca encontró su cauce en la organización. Los cánticos pedían un paro general.

II

Mientras proliferan los periodistas que, ansiosos, educados, se acomodan a las preferencias del nuevo gobierno y replican el discurso de la libertad y la paz social cuando el país está siendo rifado en vivo y en directo, hay otros, también periodistas, trabajadores de prensa, que apuestan por la lucha colectiva. “Si no aumentan los sueldos que quilombo se va armar”, cantaba la caravana y arriba, en las redacciones espejadas, se podía sentir la sonrisa incómoda de los patrones.

La brecha entre trabajadores de prensa ricos y trabajadores de prensa pobres está en su momento más extremo. Eso tiene su correlato en los discursos mediáticos y en los silencios aleccionadores. ¿Qué debate propone el periodismo mainstream mientras la crisis es abiertamente liberada? El quite de la pauta oficial no es un tema de discusión: el ajuste recae en sus trabajadores. Pero los sueldos cada vez más miserables no ofrecen alternativa: la bronca desborda y la calle se llena.

III

El sorpresivo cierre de la edición impresa de Ámbito Financiero y la posibilidad concreta de que se privaticen los medios públicos da cuenta de que la precaria situación de los medios en Argentina puede acelerarse hacia el desastre. Al 16 de enero de 2024 el valor de la Canasta Básica Total según el Indec es de $495.798,32. Salvo contados casos, casi no quedan trabajadores de prensa con un sueldo semejante: la grandísima mayoría cobra bastante por debajo de esa suma. 

Si el mes pasado, diciembre de 2023, una familia de dos mayores y dos menores necesitó $240.678 para no ser pobre, la grilla salarial en prensa arranca así: el salario testigo de redactor en términos netos es de $199.765. Hoy, una especie en extinción es el periodista que tiene un solo empleo. Incluso a los que trabajan a jornada completa y bajo dependencia el salario no les alcanza para vivir. Deben cargarse con un segundo y tercer trabajo para, por lo menos, llegar a fin de mes: sobrevivir.

Por la tarde, parte de esa gran columna se movilizó al Congreso donde se está tratando la Ley Ómnibus. Cada gremio y cada sector que está siendo ajustado y silenciado confluye en un gran río común. Las movilizaciones escalan en número y el gobierno no propone otra cosa que palos y chicanas. El contexto empuja a pensar de forma colectiva. “Unidad de los trabajadores y al que no le gusta: se jode, se jode”, cantaba la caravana: ya es un himno y suena cada vez más fuerte: va a desbordar.

* Crédito foto: trabajadores de Canal 7

 

 

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