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Por Ramiro Fernández
Un entrevistado que se sienta cual expresión troll en uno de los programas radiales con mayor audiencia de la actualidad y dice sin inmutarse: “la homofobia no existe”. El entrevistador, enfrente, enmudece. Segundos después el mismo entrevistado contra argumenta “no existe… es un invento idiomático que se incorpora a la RAE en 2015, que tiene un carácter peyorativo e insultante y patologizante de todo aquel que difiere con la ideología de género”. El mismo entrevistador, de la misma manera, impávido, vuelve a enmudecer.
(En referencia a la entrevista del periodista E. Tenembaum con N. Marquez durante el programa “¿Y ahora quién podrá ayudarnos?” emitido por el dial Radio Con Vos el día 3/5/2024)
Esta es tan solo una de las tantas escenas y registros de la vida cotidiana que con un virtuosismo rizomático se proliferan una y otra vez (y cada vez más), teniendo como objetivo lacerar y perforar todo lo que se encuentre enfrente, sin ningún tipo de escrúpulo ni parangón alguno, porque ese es el fin último.
Un tipo de discurso extendido que ya no necesita de máscaras, preámbulos, o cierta “retórica de coartada”, porque como un afluente que baja desde la punta de la montaña arrastra todo a su paso, precedido, paradójicamente, por el “visto bueno” del presidente de la nación.
¿De qué están compuestas estas nuevas formas del destrato y de la violencia -que ya son el nuevo modo de la comunicación de gran parte de la sociedad en lo general, y del gobierno actual en lo particular, en donde ya nadie tiene que, como condición necesaria, esconderse bajo el sustrato del anonimato de las redes sociales porque eso que se dice está “habilitado” socialmente? ¿Puede esto formar parte de una “estrategia comunicacional” ejecutada a la perfección desde su cúpula hasta el último de los eslabones más débiles?
Anatomía troll y estrés social
Alejandro Grimson, Doctor en Antropología, investigador del CONICET y docente del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM, manifiesta: “Todo el aparato comunicacional de gobierno forma parte de una misma estrategia, la generación de un hiper estrés social”. Y continúa: “Una generación constante de noticias, de novedades, de cambios, de alusiones, de agresiones, e insultos que es imposible para una sociedad poder procesarlo en un ritmo razonable”.
También remarca: “Cuándo digo razonable me refiero, en el sentido de que, por ejemplo, hace un tiempo el diario La Nación hizo un estudio de la cantidad de tweets y retweets emitidos por el presidente, dónde la generación de noticias supera todas las posibilidades y todas las comparaciones con cualquier gobierno anterior. Pero hay que tener algo en claro, Milei en cuatro meses aumentó la pobreza más que Alberto Fernández en cuatro años y la comunicación no cambia la realidad”.
De los insultos, del hiper estrés, y de los griteríos del presidente, las redes sociales no se quedan atrás. La distinción entre lo digital y lo real es una tarea cada vez más superflua y difícil de hacer, y es por eso que todo aquello que únicamente sucedía en un plano determinado ahora se trasladó al otro, y viceversa. Poder diferenciar un mundo del otro es cada vez más sutil y difícil, pero no por ello tiene menos consecuencias: basta recordar el día en el que Milei legitimó con ahínco sus “índices favorables” de la economía en base a los tweets de la cuenta de X @jumbobot en dónde se mostraba la variación de precios de la canasta básica de los productos del supermercado Jumbo. Por supuesto, todo falso.
Bloqueos masivos en X. Funcionarios que comunican despidos y luego trollean a los destinatarios de los mismos. Verificaciones de la opinión oficial del presidente a través de la búsqueda de likes en cuentas y usuarios alternativos. Sospechas sobre personas de alto rango del gobierno con posibles cuentas que eligen esconderse en users “trolls”. Hate, persecución virtual y odio a demanda son tan solo algunos de los códigos y conductas de esta calle online: ese nuevo andarivel tecno-contemporáneo en el cuál las nuevas derechas del mundo se lucen.
Dato, contra-dato, fake news y ataque de trolls. Operaciones de prensa, bots, o aquello conocido como shitstorm. Tú puedes ser un troll. Él puede ser un troll. Nosotros podemos ser troll. Si hoy el troll puede ser cualquiera, ¿es el trolleo la nueva forma de comunicación?
En Troll S.A. La industria del odio en internet (2019), Mariana Moyano anticipaba los modos y usos de este nuevo sujeto virtual y arriesgaba un punteo: “puede definirse a un troll como un ser dañino, desagradable y destructivo, con un punto débil: sus pocas luces”.
Ahora bien, ¿qué pasa en este momento, dónde desde los aparatos institucionales y oficiales se ejerce el trolleo como un modo de comunicación?
Silvio Waisford, investigador y Doctor en Sociología por la Universidad de California, San Diego, y licenciado en Sociología de la Universidad de Buenos Aires, plantea que el trollismo es un elemento esencial en la comunicación política de la reacción conservadora contemporánea. “No es un accesorio”.
Además agrega: “El troll exitoso agita emociones. La diversión y el sarcasmo son herramientas imprescindibles en la revolución contra el wokenismo que, en su visión, domina los medios, la cultura, las universidades, la política, las empresas, y el mundo. El troll puede lograr enormes audiencias y generar clics con otros artilugios retóricos. Provocar, degradar, gritar, revolear insultos, usar lenguaje deshumanizante, revestido con toques de humor y sátira”.
Buscando un símbolo de paz
Paulo Cesar Pereyra tiene 39 años, y es periodista graduado por la Universidad Católica de Campinas. Nacido en Campinas, provincia de São Paulo, reside en Buenos Aires desde 2014. Desde el 2002 que se encuentra afiliado al Partido de los Trabajadores dónde, desde hace tres años se desempeña como coordinador regional del PT en Argentina.
Tanto en su experiencia en el territorio así como en la formación teórica indaga sobre los puntos en común y las diferencias que la experiencia mileísta presenta en la actualidad con respecto al recorrido bolsonarista (2018-2022), en la búsqueda de experiencias en la región similares con respecto a lo que está sucediendo en nuestro país. Para él el bolsonarismo “en la actualidad está vivo, fuerte y organizado”, y argumenta que cuando vio que durante el ballotage entre Milei y Massa se estaban llevando adelante los “mismos juegos discursivos y las mismas comparaciones” que ellos años atrás habían experimentado en su país, “se encontraba seguro de que Milei estaba prácticamente electo”.
“Yo fui una de las personas que en algún momento creía que tenía muy buen análisis de coyuntura. Qué entendía el contexto político de Brasil. Cómo funcionan las estructuras partidarias, y mirando ese contexto yo decía: es muy difícil que Bolsonaro llegue a ser presidente en el país”, argumenta en una entrevista reciente con Revista Anfibia, y expresa: “Acá vi lo mismo: la gente decía ‘no va a pasar, Milei es un payaso”.
También, agrega: “En nuestro caso creíamos que lo que sucedió con la presidencia de Bolsonaro era que una vez finalizada esa misma fuerza se iba a disolver y se iba a ir para otros lados. No está pasando eso. El bolsonarismo está vivo. Un ejemplo: pusieron en la marcha en la Avenida Paulista a casi 200 mil personas. Nosotros, nuestro campo, que convocó una marcha para el último 23 de marzo, fue un fracaso”.
Según él, Bolsonaro logró construir una estructura tecnopolítica: “Lo que nosotros tenemos que entender es que esas estructuras de redes sociales por ejemplo, de millones, no hablan con nosotros, no dependen de nosotros, aunque nosotros podamos inclusive bloquearlos. Es parte de la generación de sus propios nichos de negocios. Cuando hablamos de esas estructuras no estamos hablando de política, estamos hablando de plata. Son estructuras de negocio con su propio funcionamiento”.
Y continúa: “La principal estrategia de Bolsonaro empezó cuando dejó de usar los medios tradicionales, a la prensa. Él dejó de dar entrevistas a los medios oficiales, los diarios y la tele. Solo daba entrevistas para poquísimos periodistas amigos suyos. Entendió la posibilidad que te brindaban las redes sociales de hablar directamente con las personas sin la necesidad de interlocutores o de ser cuestionado y fue el primero en hacer eso”.
“Primero era que Milei no ganaría, bueno, ganó”, retoma y manifiesta: “Segundo, no va a gobernar… bueno, gobernó. Ah pero no tiene mayorías, generó mayorías. Pero no tiene base de apoyos, generó base de apoyos. Pero no ocupa las calles, quién ocupa las calles somos nosotros históricamente; bueno, ganó calle”.
Abre el interrogante y se pregunta, ¿cómo es que estamos perdiendo el discurso para las juventudes? “Yo tengo menos derechos y plata que mi papá por ejemplo. Y muchas menos posibilidades de comprar un auto y menos que menos una casa dentro de esta estructura capitalista. Explicame eso”.
“Cuándo nosotros siempre fuimos los que llevamos el discurso y la agenda, hoy son ellos quienes llevan el discurso y la agenda, y nosotros somos reactivos. Nuestra gran tarea es retomar nuestra agenda, retomar nuestro discurso, y que ellos sean reactivos a lo que nosotros estamos haciendo, porque si no vamos a perder. Tenemos que volver a disputar la sociedad de verdad”, sentencia.
Por último, remarca: “Acá hay algo que ustedes dicen que me gusta mucho que es cuando hay crisis social hay que volver a Perón. Bueno, yo creo que hay que volver a Perón acá en la Argentina también. Porque si hubo un momento en el que la gente vivió mejor, comió mejor y el Estado estuvo presente y cambió la vida de las personas, ¿por qué no vamos a reivindicar ese momento? Por supuesto que adaptándolo a los nuevos tiempos”.
* Portada: «Tesoro del pirata» de Tatyana Kupriyanova
Etiquetas: Alejandro Grimson, Comunicación, Javier Milei, Paulo Cesar Pereyra, política, Ramiro Fernández, Silvio Waisford, Tatyana Kupriyanova, Troll