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23-05-2024 Notas

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Por Julián Ferreira

En su ensayo La tarea del héroe, Fernando Savater afirma que la literatura con mayor valor moral es aquella que no da respuestas acabadas, sino la que puede hacer preguntas sobre las que el lector se interroga. Es por ello que el héroe de una historia no es el que reafirma las convicciones de una época, sino quien crea un camino nuevo que pueda hacer reflexionar a quien lo conoce.

En este sentido, Coronada, el primer libro del periodista y psicólogo Nicolás Baintrub, es una crónica que no sólo se sostiene en el talento del autor para retratar personajes, ambientes o seducir al lector a través de una temática que no reviste de mayor interés; sino que a partir de su relato puede formular una pregunta esencial que interpela a quien se sumerge en el nudo de la historia: ¿por qué alguien dedicaría su vida a un propósito que, todo indica, está destinado al fracaso?

Esta pregunta se encarna en una problemática particular: la inminente extinción de un tipo de ave exótica, las águilas coronadas, que sólo se encuentran en “los cordones áridos y semiáridos que se extienden desde el sur de Brasil hasta el norte de la Patagonia argentina”, portadoras de “una genética única, originadas en tiempos jurásicos” y de las cuales quedan menos de mil ejemplares en todo el mundo.

Para trabajar dicha temática, Baintrub presenta un perfil detallado de Andrés Capdevielle, un hombre exótico, “esa clase de tipos preparados para sobrevivir en una isla desierta con dos cucharas y una lupa”, quien dedica su vida a la preservación de estas aves. Nacido y educado en los entornos naturales del sur de la provincia de Buenos Aires, Andrés es la única persona de la Argentina que domina la certería, un método milenario que le permite volver a enseñarles a las águilas coronadas en cautiverio un hábito que aprendieron en sus primeros años de vida: la caza. De esta forma, luego de un largo y peligroso trabajo, en el mejor de los casos, las aves pueden volver a su entorno natural. Aunque, nos cuenta Capdevielle, no pasa mucho tiempo para volver a encontrarlas muertas: electrocutadas, ahogadas en tanques australianos o heridas por balas de plomo de cazadores furtivos.

Dentro de este particular universo el autor despliega una prosa precisa y potente, combinada con los recursos de cierta literatura policial. La tensión del peligro, la constante presencia de la muerte y el misterio nos atrapan en una lectura que se mueve por ambientes brumosos y parajes desérticos. Su protagonista, un hombre silencioso, con una moral propia, parece estar por encima de las aspiraciones mundanas y nos recuerda al prototipo de personaje del policial negro. Sin embargo, aquello que parece el mérito principal de Coronada es sólo la estructura donde se sostiene el real interés del libro: la pregunta por el sentido.

Desde luego, esta pregunta no es nueva. El existencialismo, una corriente literaria que tuvo su auge a mediados del siglo XX, retoma esta línea de pensamiento que tiene sus orígenes en filósofos como Kierkegaard, Nietzsche o el mismo Dostoievski. Albert Camus, uno de sus principales referentes, escribió en 1942, El mito de Sísifo, un ensayo que vuelve al personaje de la mitología griega condenado a arrastrar una piedra a la cima de una montaña para luego verla caer cuesta abajo (y repetir esta acción por la eternidad). El escritor francés utiliza esta imagen para representar el absurdo de una vida que parece carecer de sentido.  De la misma forma, Coronada, parece presentarnos a este “héroe de la conservación”, un hombre sujeto a un destino tan noble como inútil que “permite hacerse a sí mismo una pregunta insidiosa” que implica cuestionarse eso implicaría replantearse su trabajo de décadas, la vida que lleva hace veinte años”: ¿sería tan grave que se extinga el águila coronada?

Esta misma incomodidad parece reformularse una y otra vez a lo largo del libro, de diferentes maneras y en diferentes actores: ¿tiene sentido conservar una especie que tarde o temprano se va a extinguir? La voz del cronista no deja de buscar respuestas. Desde el aspecto científico hay “argumentos de todo tipo acerca de la importancia de evitar la desaparición de especies en general y del águila coronada en particular”. Desde el sentido propio del autor, “la desaparición de un animal puede ser, también, la extinción de un color”. O bien, como dice Nicolas Lois, investigador del CONICET, quien consciente de la falta de argumentos afirma: “a ese bicho hay que conservarlo porque sí”. Lo cierto es que no hay una respuesta unívoca ni absoluta. En todo caso, como plantea el autor, “el águila coronada es, entre otras cosas, algo en que creer: una fe”.   

Sin embargo, Andrés Copdevilla parece asumir el sinsentido de su propósito y alejarse de moralismos que reducirían la angustia a una posición narcisista. “Si quieren jugar a salvar cosas, está bien pero háganlo con la seriedad y la entereza para afrontar que quizás esto no sirva para nada”, les dice a sus alumnos al terminar una clase. Así se transforma, en lo que para Camus es el héroe absurdo. Un hombre que se encuentra ante su historia “como un artista ante lo real, la rechaza sin eludirla”. No obstante, esto no lo lleva a la quietud, sino a la rebeldía, a la acción.

En este sentido, dice Camus que “hay que imaginarse a Sísifo feliz”. Al llegar a la cima de la montaña hay un instante, antes de volver a su eterna repetición, donde experimenta una sensación de libertad. De la misma forma, Baintrub, nos muestra en una imagen lo que las palabras no pueden describir. Cuando Fénix, un águila coronada rehabilitada “levanta vuelo hacia la inmensidad del cielo”, podemos ver “un primer plano de los ojos de Andrés cubiertos por una capa vidriosa”. Tal vez este sea un instante de felicidad, que aunque no es suficiente (nada lo es), puede justificar la perseverancia de su acción.  

Coronada es la historia de este hombre y el fracaso por comprender su lucha. Pero como dice Savater, la virtud de un libro no radica en las respuestas, sino en las preguntas que logra formular. Tal vez por esto, sea también un libro inquietante, que lejos de proponer una moral enquistada, logra hacer reflexionar a sus lectores sobre el sentido de sus propias acciones.

* Foto de portada: Tomás Francisco Cuesta / Revista Anfibia

Coronada
Nicolás Baintrub
Vinilo, 2024
72 páginas

 

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