Blog

23-05-2024 Notas

Facebook Twitter

Por Pablo Milani

Volátil es la palabra inicial de la atormentada vida de Lucía. Buenos Aires será la ciudad elegida para esta maquilladora en la que la única dirección que conoce es la de ir hacia adelante, con su realidad clavada en los ojos, como si no existiera otra oportunidad. Como si el tiempo hubiera colapsado y no entrara ni un segundo más en esta tarde inoportuna, así se siente. En el devenir de su segunda novela, Valentina Vidal, crea un mundo, una forma de decir dentro de un universo fragmentado y oblicuo, como si de verdad no existiese otro. Por eso su lectura no puede ser pausada porque de verdad no se detiene. Hay una segunda persona dentro de la mente de la protagonista que la sigue día y noche sin poder escaparse, la cuestiona, la evalúa, pero ella encuentra el valor suficiente para volver la mirada hacia atrás y recordar cuando era niña y la dictadura cambió de color su pequeño mundo, entristeciéndolo. Sin entender, de repente vio autos, gritos y soldados en noches sin luna ni reloj, como si se hubiese detenido el tiempo, porque los niños no entienden que después de la oscuridad volverá el sol de nuevo, quizás porque en sus ojos no lo sabía, no lo veía, pegada a la mirada adulta de sus mayores, ya que ellos también intentaban descifrar de qué se trababa aquello. Los seis años de esa pequeña se configuran como una suerte de refugio y espanto al mismo tiempo. Una niña que reniega a sostenerse de la mano del adulto dentro de una porción de Buenos Aires que se deshace, rodeada de personas con más miedo que valentía, mientras permanece con los ojos tapados y oye sólo gritos. 

Todo confluye así, sin explicación posible, tal vez porque no la había, porque no existían los materiales para hacerlo. Pero Lucía ahora es grande de nuevo y se desliza frente a una ciudad omnipresente, sola y vulnerable, que no deja de expulsar habitantes y se pregunta como una afirmación: cada vez vive más gente en la calle, pronto seremos más afuera que adentro. Esta podría ser la síntesis de una desintegración, de una democracia entera y vista de cerca, lo que aún no se logró y está cada vez más difícil alcanzar. Por eso la velocidad en Volátil es crucial, no hay tiempo para el estado de ánimo porque la protagonista tiene que luchar con más de una cosa a la vez; un amor terminado en su propia casa que terminará de la peor manera, un pretendiente en su trabajo de oficina que servirá como estrategia pero aún más como supervivencia, y ante todo, el mundo desparejo que la rodea. 

Es verdad, yo también estoy dentro de ese limbo, mientras la tierra gira y la luz del día se transforma en electricidad, las sombras que proyectan los carteles luminosos se distorsionan por el movimiento de traslación, y a veces me gustaría partirme en dos, darle a cada quien su parte. Ser la causa y también el efecto. Pero me pierdo. 

La autora apuesta a seguir un destino, la prosa es concisa, precisa y no deja hueco por cubrir, es una narrativa exigente y en línea recta. Esa segunda voz acorrala a la protagonista pero nunca se da por vencida. Pero a vos Lucía, siempre te acompaña la confusión. Esta maquilladora deambula y sufre. Le cuesta ver la parte buena de sentirse vulnerable, la hace ser consciente de que tener el control de las cosas no es nada más que una ilusión, como si no pudiera diferenciar qué cosas le están arruinando la vida y qué le están dando sentido a la vez, pero sigue porque esa es su fortaleza innata. 

Valentina Vidal (Foto: Alejandro Guyot)

Volátil tiene claramente un tono de frescura de este siglo entre gente que se desentiende y viceversa, busca puntos de coincidencia en la recuperación de polémicas mediante la identificación de amigos y contrincantes en un amplio mapa de tensiones, pero también se permite la ironía y el humor. Uno tiende a creer que dicha lógica tiene que ver con cierta búsqueda, un destino que se cumple o está impuesto, una facultad oculta que de repente despunta hacia un camino azaroso. También puede leerse como un grito de auxilio, como la vida de alguien que aprendió a hacer las cosas como pudo, que no necesitó convencer a nadie de lo que hacía y que en esa interpretación no esperó la devolución de sus pares, más bien lo contrario. Si en Volátil existiera el paso del tiempo como una imposición a ser recorrido, aquí lo que se destaca es ese trabajo que produce lo buscado cuando el ansia es el impulso para lograrlo. Por lo tanto, la extrañeza ha devuelto entonces a lo más misterioso. Lucía es ella misma, serpenteando sus propios miedos y avalanchas. ¿No te importa recordar? Te pierdo, y si te pierdo no podemos conversar. Agobiada por la reiteración de su trabajo, casi como una experiencia de sometimiento la autora describe una oda a la complejidad y a seguir con el problema, a insistir en el nudo en lugar de pretender deshacerlo. Tanto en su contendido como en su forma, Volátil vislumbra una misma y rara certeza, la libertad y la falta de ella en una ciudad sitiada e indefensa que nunca es del todo excluyente. Lucía y sus mundos internos funcionan allí, entre la ansiedad, el placer y la imprescindible Pizarnik, como también para su propia inconveniencia, entre melodías desplazadas, pero igual reconocibles. La intimidad y el desparpajo de la protagonista son algo así como una sustancia entre la lucha y el poder, como un enigma irresoluble e intolerable alimentándose de materiales muy diversos.

Volátil es ante todo una expresión de deseo, un libro insistente, incómodo y urgente, comprometido con una versión de la escritura en el que se puede hallar un brillo de placer y sorpresa, pero también es una novela que reflexiona sobre los márgenes producidos por el ecosistema apabullante del capitalismo más reacio. Así, la autora evoca la potencia de pensamiento que toda clase contiene, su panorama crítico y de intercambio, de problemáticas que se van tornando visibles a lo largo de los capítulos. El entramado histórico como construcción irrevocable, y finalmente, la relación entre imagen y género. 

Volátil
Valentina Vidal
Tusquets, 2023

Etiquetas: , , ,

Facebook Twitter

Comentarios

Comments are closed.