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Por Pablo Milani
La obra de Beatriz Sarlo es un profundo y exhaustivo estudio sobre la tradición y su forma de querer entender a la sociedad argentina que se centra en la paradoja de las vanguardias que llegan tarde y en la búsqueda de lo moderno bajo un mismo contexto. Sin embargo, lo que hace que su trabajo sea verdaderamente innovador es que ella misma se convierte en objeto de estudio, analizando cómo lograr escribir su propio lugar en la sociedad como referente de lo nuevo.
La obra de Beatriz Sarlo se inscribe en la gran tradición argentina de analizar la nación a través de sus grandes escritos. Tal es así, que su enfoque no se centraba en buscar una identidad nacional cerrada, sino en cuestionar cómo la producción literaria argentina se registra en un contexto comparativo más amplio. Para Sarlo, la literatura y la nación estaban intrínsecamente relacionadas, pero también debían ser reconocibles y distinguibles. Su habilidad radicaba en demostrar cómo la imaginación política contemporánea se empobrece al no leer y apreciar la gran literatura, y cómo la literatura, a su vez, siempre ha escrito guiones nacionales, aunque a menudo de manera implícita. En el vacío que se crea entre la literatura y la política, Sarlo trabajó en el encuentro entre la ficción y la imaginación política, aunque no sin cuestionar y manipular las jerarquías políticas que se establecen en la literatura.
En su obra, la concepción tradicional de la nación argentina se ve cuestionada al considerar que el conflicto nacional no se debe a una contradicción inherente y eterna, sino a la expresión de las complejas relaciones históricas, sociales y económicas que han configurado la sociedad argentina. En este caso, su sentido de la verdad no se encuentra en un origen mítico o teológico, sino en la historia y en la causalidad de los eventos que le han dado forma a la Argentina. Esta perspectiva siempre implicó un cambio significativo en el modo en que se abrió camino hacia una comprensión más matizada de la identidad nacional.
Su desafío político fue convirtiéndose en diversos vasos comunicantes de experimentación, pasando de la militancia de los sesenta a la esfera pública de los ochenta, y finalmente, a la masificación de su pensamiento a través de los medios de comunicación masivos. Del peronismo, alguna vez dijo que “no es un territorio desconocido para mí del cual tengo que enamorarme para enamorarme del pueblo. Para mí es un territorio conocido con una enorme cantidad de falencias y algunas cualidades, pero ya no me tienta en absoluto.” (2019)
De este modo, la ensayista y escritora logró tornarse en un producto intelectual de gran alcance, apoyada en la televisión, los diarios y las revistas de gran tirada, y convirtiéndose en una figura influyente en la escena cultural y política argentina.
No tiene sentido intentar desacreditar la obra de Beatriz Sarlo desde una perspectiva revisionista que carece de relevancia y profundidad. El problema que Sarlo identificó y exploró con precisión y delicadeza sigue siendo un desafío crucial para nuestra sociedad: la búsqueda incansable de modernidad y la necesidad de definir un proyecto nacional que refleje nuestra condición periférica y nuestra singularidad como nación. La contribución de Sarlo sigue siendo fundamental para entender y abordar este desafío, y su legado sigue siendo una referencia ineludible para cualquier reflexión sobre la identidad nacional y la modernidad en la periferia.
La obra de Beatriz Sarlo se caracteriza por su profundo análisis de la sociedad argentina y su capacidad para desentrañar la complejidad popular de la nación. No obstante, su proyecto intelectual a menudo chocaba con una realidad social y política que no la comprendía. Su enfoque era único, ya que logró revisar la imaginación política de Sarmiento y a la vez encontrar un Arlt moderno en el vanguardismo popular, tomando muy en cuenta a Jorge Luis Borges y Juan José Saer.
Manteniendo siempre a Buenos Aires como torre panóptica, su investigación y reflexión histórica fueron ejercicios de gran profundidad y permitieron encontrar la salvación de un estilo en lugar de un atraso. Sin embargo, su obra también plantea una paradoja dramática: cómo conciliar su profundo análisis de la complejidad popular de la nación con su oposición a las inclinaciones políticas de su tiempo.
En este sentido, su legado es un desafío para la sociedad argentina que debe encontrar la forma de liquidar una máquina cultural que se resiste a ser comprendida. Su obra es un testimonio de su capacidad para pensar a fondo y encontrar la salvación de un estilo en la complejidad popular de la nación.
El problema que Sarlo planteó sobre la república que logró escribir sigue siendo un desafío para la sociedad argentina, y su legado es un llamado a la acción para aquellos que quieren hacerse cargo de vencerlo. Para lograrlo, quizás sea necesario seguir y desenredar las texturas de la realidad, abordando los desafíos y las complejidades de la sociedad argentina con rigor, pasión y compromiso.
Con la partida de Beatriz Sarlo se cierra una época y se pierde una voz fundamental en el debate intelectual argentino. Sarlo fue una apasionada de la cultura argentina y su compromiso con la excelencia y la rigurosidad intelectual la convirtió en una figura respetada y admirada, pero también criticada y cuestionada, como cuando afirmó que las Islas Malvinas nada tenían que ver con la Argentina. Su voz provocó debates no sin desbordes y su legado es un recordatorio de que la búsqueda de la verdad y la justicia es un proceso continuo que requiere esfuerzo y dedicación.
Etiquetas: Beatriz Sarlo, Literatura, Pablo Milani, pensamiento nacional