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Por Juan Jorrat
“Nosotros debemos derrotar a este enemigo, terminar con este gobierno e ir a la cacería, uno por uno, de quienes son los enemigos de la patria con los cuales hemos dormido durante todo este tiempo. Yo reivindico el tema de la batalla final”. Así se expresaba Santiago Cúneo respecto al actual gobierno de Javier Milei en la entrevista que mantuvimos. Conocido principalmente por sus exabruptos e insultos a la casi totalidad del mundo político y periodístico, Cúneo continúa vociferando mientras su figura toma forma para un público cada vez más amplio.
Polifacético en el plano laboral, él mismo se define como empresario, periodista y militante político, al mismo tiempo que dice ser peronista y nacionalista, aunque sus inicios políticos fueron en la Unión Cívica Intransigente. Esta ambivalencia es su rasgo característico, pero también el motivo por el que sus críticos lo suelen acusar de veleta y camaleón, dado que, antes de insultarlos, apoyó a todos los partidos y candidatos habidos y por haber. Por lo tanto, dicen ellos, no es una persona seria sino un bufón. Por su parte, cuando Cúneo se tuvo que oponer a los distintos oficialismos, lo hizo desde el primer minuto. Excepto a Milei, Cúneo siempre apoyó a los ganadores en las elecciones para después cruzarse a la vereda de enfrente. Está claro que las idas y venidas son interminables y algo difusas, aunque también está claro que en lo único que no podemos encontrar fisuras es en su adhesión al peronismo. Desde ahí surgen sus reivindicaciones nacionalistas que incluyen a Juan Manuel de Rosas, Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón y también a militares como Mohamed Alí Seineldín y Aldo Rico, así como su condena a todo lo que tenga que ver con las políticas inglesas. Como ya todos saben, sus diatribas contra los distintos gobiernos de los últimos años las hizo saber desde sus columnas televisivas o radiales que, con el tiempo, fueron ganando un público cada vez mayor, hasta acercar a Cúneo a la esfera del “mainstream” televisivo e incluso a varios canales de “streaming”.
Cúneo comenzó a cobrar notoriedad con su programa Uno más uno tres, emitido por Canal 26 en el año 2013. Por discrepancias con los dueños del canal pasó a trabajar luego en Crónica TV, donde fue despedido en el año 2018 tras ser acusado de antisemita y tener un fuerte entrecruce con la periodista Silvia Mercado, a la que calificó de “conchuda”. A partir de entonces, Cúneo ganó mayor visibilidad en las redes sociales, en especial con su Canal 22, emitido únicamente por YouTube. Durante la pandemia de 2020 por el Covid-19, fue ahí donde alcanzó sus exabruptos más memorables. Actualmente aparece también en el programa GPS de Rolando Graña en A24, si bien lo hace con un tono moderado y educado en comparación al que usa en redes sociales. Sin dudas, la carrera periodística de Cúneo es tan cambiante como sus opciones políticas.
Lo cierto es que nadie se atreve a insultar como lo hace Cúneo. Ya sea al Instituto Nacional en contra de la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), Alberto Fernández o Javier Milei, no hay periodista que se asemeje a él en este campo de batalla, lo que lo torna incómodo para los medios en general. De todos los periodistas con que Milei se cruzó (la lista no es menor, teniendo en cuenta la cantidad de “periodistas ensobrados”), a Cúneo jamás le contestó, a pesar de que suele calificarlo de “enfermo mental” o lo acuse de tener sexo con sus perros. Para algunos será simplemente desidia, porque se trata de un personaje menor. Para el propio Cúneo, en cambio, Milei no se atreve a contestarle porque sabe mucho acerca de su vida privada. Las declaraciones de Cúneo pueden traerle inconvenientes a más de uno, por lo que no resulta tan sorprendente que tanto periodistas como “youtubers” prefieran tenerlo como un opinador subsidiario, una voz al que de vez en cuando hay que consultar algo para que hable y grite, aunque no por mucho tiempo. Si hay algo que no se puede negar es que Cúneo siempre dice lo que piensa de todos: uno de sus mayores méritos.
Por su parte, Cúneo parece cómodo en ese lugar apartado de la política y en su rol de denunciante, una posición en la que puede vociferar contra todos sin represalia alguna. Dueño de una notable facilidad de palabras para hilvanar cualquier tipo de agravios, durante la pandemia de Covid-19 sus programas estuvieron entre los más vistos, aunque más por su habilidad para la ofensa contra Alberto Fernández y su gobierno que por su contenido periodístico. A la distancia, sin embargo, nadie puede negarle que manejó información sobre Alberto Fernández que resultó ser cierta, lo que le otorga una mayor legitimidad a lo que ahora dice acerca de Javier Milei y su gobierno. En una entrevista con Óscar González Oro, el propio Cúneo reconoció que en la calle encuentra el cariño de la gente y un aliento para que siga insultado. Su posición cambiante, que lo llevó a apoyar a personajes y agrupaciones tan disímiles como los militares carapintadas, el kirchnerismo o el Pro, para finalmente apoyar de vuelta al Frente para la Victoria en las elecciones de 2019, denostar sin piedad a Alberto Fernández y hacer campaña por Sergio Massa, nunca pareció impactar en su imagen de periodista combativo. En todo caso, su auténtico rival, su enemigo definido en casi todas sus presencias televisivas y radiales, es el imperialismo anglosajón. Ese mundo, junto con el del liberalismo, son de acuerdo a Cúneo la fuente de todos los males que sufre la Argentina. Y para que ese enemigo externo opere sobre los intereses nacionales, son necesarios también los enemigos internos:
“Hay siempre un cuarenta por ciento de hijos de puta que apoyan un plan liberal en Argentina, no hay nada nuevo bajo el sol”, sostiene Cúneo. Desde los últimos años, se desprendió de cualquier candidato para formar su propio partido, conocido por una propuesta confederal radical. En Democracia confederal, su último libro, él mismo explica su plataforma y un programa de gobierno que tiene como objetivo volver al sistema confederado de la época de Juan Manuel de Rosas, devolviéndole la autonomía a las provincias e instaurando la pena de muerte para los delitos de traición a la patria y los que denomina como “aberrantes” (supongo que se refiere a casos de violación seguida de muerte y la pedofilia, según los delitos que tienen dicha denominación). Instalado como un denunciador serial que augura continuos desastres económicos y ventila las más oscuras intimidades presidenciales, el último relanzamiento de Cúneo como denunciante también tuvo eco entre un público más joven, al que llegó como invitado de distintos “streamers” que desde plataformas como YouTube luchan por construirse medios y nombres de la misma manera que el propio Cúneo lo hace desde hace años. “Mi enojo me permitió salir de la frustración”, suele explicar Cúneo.
Una de las primeras discusiones mediáticas que lo tuvo como protagonista fue por el año 2009, cuando debatió con el dirigente de izquierda Néstor Pitrola en un programa de Mauro Viale. En el marco de una discusión sobre los cortes de calle, Cúneo afirmó que no aceptaba que un encapuchado cortara la calle y que a los delincuentes había que meterles “fierro y plomo”. La discusión se desbandó cuando Pitrola lo llamó “facho” y Cúneo terminó a los gritos. Fue uno de los pocos episodios en que alguien lo enfrentaría cara a cara. Lo curioso es que Pitrola y Cúneo, con el devenir de los años, se hicieron amigos, por lo que el dirigente de izquierda ha sido invitado en más de una oportunidad al programa de Cúneo en Canal 22. Raúl Castells o Eduardo Belliboni son otros asiduos invitados. Su amistad con este último está dada principalmente porque comparten un mismo enemigo en el gobierno, ya fuera que se tratara del Frente para la Victoria o la Libertad Avanza. En la misma línea, el propio Cúneo tampoco se priva de llamar “facho” a periodistas como Eduardo Feinmann. Respecto a esto, Cúneo marcó también sus críticas hacia el nacionalismo de corte fascista: “Ni el nazismo ni el falangismo son doctrinas nacionales, son extranjeras. Si no, sos internacionalista, igual que los socialistas”, dice. Su intención es desprenderse de cualquier movimiento de extrema derecha e izquierda, por lo que insiste en una suerte de dogmatismo peronista que no admite ningún vínculo con ideologías foráneas.
Cúneo se arroga ser un profeta, alguien que predice lo que va a pasar. En el plano internacional, también se muestra como un periodista dedicado a apoyar al gobierno de Venezuela y Rusia y despreciar a lo que denomina “el mundo anglosajón”. Desde el punto de vista doméstico, en cambio, dispara sin piedad al presidente Javier Milei, al que se ufana de conocer personalmente y hasta haberlo “inventado”. Lo trata de “loco psiquiátrico” y “enfermo mental” y asegura que el único lugar en donde debe estar es “encerrado en un manicomio”. En la entrevista que mantuvimos, una de las tantas afirmaciones impactantes de Cúneo fue que el gobierno pretende bajar la edad de inimputabilidad de los menores para legalizar la pedofilia por algún interés morboso del presidente y su séquito: “Lo que claramente están persiguiendo atrás de todo esto es la instauración de la defensa de la pedofilia de manera legal, trabajando para esa morbosidad perversa a la cual pertenecen, porque son masones, porque tienen esa maldad, porque no tienen Dios y porque actúan en consecuencia con la destrucción de la sociedad, de la familia y la comunidad organizada”, sostiene.
El género y sus vueltas
Durante la presidencia de Alberto Fernández, el INADI estuvo dirigido por Victoria Donda. Fueron muchas las iniciativas del organismo para iniciar cambios en la sociedad argentina. La más discutida fue instalar de manera cuasi obligatoria un nuevo vocabulario con la famosa letra “e” en lugar de la “o”, y así hablar de una forma “inclusiva”. Para mostrar solo un ejemplo de cómo reaccionó Cúneo, un episodio recordado fue el que protagonizó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que recomendó a nivel interno no hablar de “marido y mujer” por iniciativa de su presidente, Susana Mirassou. Cúneo, en uno de sus tantos programas, gritó: “Vos no querés que se hable de marido y mujer porque sos incogible, vieja chota”.
Tanto los sectores liberales que hoy gobiernan el país como Cúneo desde Canal 22 se mostraron contrarios a la implementación de la ideología de género y la Agenda 2030, a la que el periodista catalogó como una agenda “satánica” destinada a socavar los cimientos de la familia argentina. Sin embargo, cuando Milei fue a Davos y se desmarcó de la Agenda 2030, a la que calificó como “comunista”, Cúneo no se mostró de acuerdo. No por combatir la Agenda 2030 en sí, sino por las formas en que el presidente lo hizo. Similar disconformidad mostró con el caso del INADI, ante cuyo cierre se podría pensar que Cúneo estaría por fin contento. Pero no fue así. Primero, porque no estaba de acuerdo con la decisión porque, en sus palabras, él quería “dinamitarlo, no cerrarlo”. Y, en segundo lugar, sorprendentemente afirmó: “El sentido de la existencia (del INADI) es indispensable, pero debe tener otros componentes; la sociedad necesita una institución permanente y autárquica de defensa de los más vulnerables, nunca la justicia representó a los más débiles. A la única minoría que hay que tenerle miedo es a la minoría de los ricos”. Con esto demostraba una vez más que, por más coincidencia que pudiera tener con el actual gobierno, siempre habría algo en lo que no iba a estar de acuerdo. En este mismo sentido, cuando el biógrafo de Milei, el abogado y escritor Nicolás Márquez, atacó a los homosexuales en un programa radial que conduce Ernesto Tenenbaum, Cúneo se maquilló con lápiz labial durante la emisión de su programa para demostrar su apoyo a un veterano de guerra de Malvinas que se convirtió en mujer trans y mostrar que él respeta a las minorías sexuales. En el mismo programa, respondió mordazmente a los comentarios de Márquez diciendo: “¿No sabés que Javi es culo roto? Seguramente hubo una parte de su biografía que él no te contó.”
El lugar de Cúneo
Es complicado predecir si algún día Cúneo llegará a ser lo que tanto insulta: un político con un cargo público. Por otro lado, la gente que lo consume busca alimentarse de sus odios y rencores porque ve en él a una persona capaz de articular sus rechazos y desprecios más profundos para con la clase política, pero también a un humorista de las situaciones aciagas. Entre la situación económica lamentable, una política que no le da respuestas y un clima de época signado por cierta corrección política, una de las cosas que ofrece Cúneo es un momento de risa, de desahogo y de desenfreno. Al fin y al cabo, entre sus muchos trabajos, el teatro también está incluido.
“Cuando se produzca –si Dios nos ayuda– la explosión argentina, tendremos nuestra Revolución francesa, como decía Parravicini, y ahí surgirían los liderazgos naturales. Acá hoy no conduce nadie, está abierta la conducción y va a haber que ratificar a quienes estamos en condiciones de conducir”. Soñando constantemente con llegar al Poder Ejecutivo, Cúneo continúa en su lugar de ataque en las redes.
En términos ideológicos, Cúneo predica una suerte de nacionalismo de inclusión en el que converjan las mayorías con las minorías sexuales, religiosas y los pueblos originarios por igual. En el peronismo, sin embargo, su voz, por el momento, parece no tener llegada. Por esto tiene un marcado odio y rechazo por el cristinismo y todo lo que tiene que ver con las propuestas progresistas. Por otro lado, un referente del peronismo ortodoxo como Guillermo Moreno tuvo su acercamiento a Cúneo, pero rápidamente se vino abajo por diferencias insoslayables. Con nadie parece estar bien, y esa es una de sus mejores cualidades: el de no caerle bien a ningún político o partido, lo cual lo devuelve frente a su cámara para decir lo que se le da la gana e insultar a todos por igual. Cúneo está convencido de que los problemas de la Argentina no se dirimen de manera electoral, sino que estamos en una suerte de guerra en el que el bando enemigo busca destruir al país y repartirlo como migas de pan. En la entrevista que tuvimos, terminó sosteniendo la necesidad de ver este escenario como una lucha, una pelea en la que alguien tiene que ganar: “Alguien tiene que perder y yo trabajo para que pierdan ellos, y no hablo de una elección: dije perder. La lucha se da en todos los terrenos, también desde la comunicación, que es esencial”. Y terminó nuestra charla con una frase que refleja su constante necesidad de pelear: “El combate es alegría, hay que disfrutarlo porque si uno no combate con alegría, tiene la mitad de la batalla perdida”.
Etiquetas: Alberto Fernández, Javier Milei, Juan Jorrat, política, Santiago Cúneo