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31-01-2025 Notas

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Por Julieta Botto

I

Se reestrenó, a mediados de enero, Las moiras, pieza de Tamara Tenenbaum dirigida por Mariana Chaud, que debutó en el circuito off en 2023, regresó en 2024, y ahora lo hace por primera vez en una sala comercial.

Las moiras es, más allá de una resignificación del mito de las moiras –las tres hermanas dueñas del destino–, una obra acerca de la pregunta, de la identidad, del amor verdadero, del deseo, y de la religión. Con humor descarnado, habla del amor y la familia, pero también se introduce, incluso, con sutileza, el tema del poder patriarcal, que subyace en las jerarquías religiosas, pero, también, en las familiares. Además, señala cómo se obedece sin chistar ni pestañear –y se celebra– la posibilidad de un cuarto o quinto hijo siendo una madre sub-35, por mencionar solo algunos temas que se tratan en la pieza.

Para quienes hayan visto la serie Poco ortodoxa, este universo no les será ajeno, y mucho menos aún para el público de El fin del amor, también de Tamara –hay nombres familiares, incluso–. El plot twist de la historia es la pregunta por el deseo, para sintetizarlo sin spoilear demasiado, porque es una pregunta universal. Claro que el amor importa, también, pero no es ajeno el entorno, religioso o no. Así y todo, alguien siempre va a opinar.

Las moiras de esta historia son tres mujeres, una, la esposa del rabino, que rumy, chisme y leicaj mediante se reúnen para promover la preservación de la religión. Entre charla y charla, dejan entrever que eso es lo fundamental, no importa el cómo. Aquellas personas que no accedan con docilidad no son bien vistas. Y esa misma tarde las visitará una chica que busca ser parte de la comunidad, pero a su modo. Y así se desata el caos.

Las actuaciones son impecables, provocan risas entre el público, conozcan o no el mito de las moiras, el del dybbuk –para el judaísmo, una suerte de demonio o «espíritu malicioso, que se cree es el alma dislocada de un muerto»– o les sea más o menos ajeno el judaísmo. Cierto costumbrismo se cuela y enardece aún más la carcajada nerviosa que va in crescendo ante las contorsiones de la rebelde y el estupor de las casamenteras.

La obra es una comedia profunda, que se anima al tono burlón, a qué nos riamos de nosotres mismes, pero sin olvidar la pregunta.

II

No quisiera meterme demasiado con la religión, porque ya sabemos lo que pasa: es, por un lado, muy personal, y por otro, muy espinoso. ¿Por qué? Quién sabe, tal vez por lo inexplicable, o porque justamente es muy personal, o porque no lo es tanto y se liga fuerte con las tradiciones, y es en el seno familiar donde se pone muchas veces en juego.

En fin.

Ya sabemos, mejor de política y religión no hablar…

[Dicho esto, y sin entrar en polémicas estériles, vale decir que con mayores o menores diferencias, todas las religiones tienen en común el mandato, la prescripción, el dogma.]

III

¿Se puede escapar del mandato? Podría ensayar una respuesta, por supuesto muy personal, y la verdad es que no viene a cuento de esta nota, pero lo que sí es universal es que la respuesta es esa: siempre es PERSONAL. Soy yo y la religión; soy yo y el mandato; soy yo y mi decisión. ¿Y el resto? El resto que se la aguante.

IV

Tamara Tenenbaum se pregunta –como todos, aunque pocos lo reconozcan tan abiertamente como lo hace ella– una y otra vez sobre una y la religión. Gran parte de su producción está atravesada por esa pregunta silenciosa y rotunda, como un oxímoron sin respuesta. Pero su honestidad le permite dar rienda suelta a la ironía fina, al humor agudo, y mantiene una solvencia para opinar a gusto. La sinceridad siempre se agradece. Porque la honestidad es un poco de los valientes.

V

No en todas las religiones, pero sí en muchas, el amor es tema central y hasta decisivo en la vida de una persona religiosa. En algunos casos se arreglan matrimonios; en otros no se llega a tanto, pero sí se fuerzan situaciones que rayan con las escenas más disparatadas para que los futuros esposos se conozcan y formen familias de bien (!?), en fin, nada más alejado del amor genuino (que, finalmente, también está conectado con la religión).

Una pequeña advertencia: esta vez el humor va a permitir lo inevitable, que al salir de la sala se pueda hablar de religión.

 

* «Las moiras», de Tamara Tenenbaum, con la actuación de Fiamma Carranza Macchi, Analía Couceyro, Luciana Mastromauro y Flor Piterman. Dirección: Mariana Chaud. Miércoles 5, 12, 19 y 26 de febrero a las 20:15, en el Teatro Metropólitan, avenida Corrientes 1343, CABA.

 

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